Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
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NES
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Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Voy a ir subiendo los relatos que he recibido poco a poco para que podáis leerlos tranquilamente, Además, así si alguien se ha quedado rezagado todavía está a tiempo de participar. Cuando haya subido todos los relatos empezaremos a votar.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 1 - Cambio de aires
Es curioso comprobar, y ver, como a unos pocos más de cien kilómetros de distancia, puede cambiar todo. Desde el aire que se respira, el paisaje, las cosas que nos acompaña, y hasta las personas. Sobre todo es en estas, en donde mas se nota el cambio.
En mis solitarios y largos paseos por la montaña profunda de Girona, a la que visito de año en año, caminando por los inciertos senderos y escarpadas pendientes. Cuando a diario juego a sorprender a los jabalíes, que tanto gustan de revolcarse en los calveros soleados del bosque, o cuando van hocicando por la umbría de la maleza, o mientras echo de comer a las gallinas, los granos de uva que tanto le gusta, me lo repito y me lo digo interiormente, como el título de aquella famosa película del fallecido Paco Martínez Soria " La ciudad no es para mi " y me lo vuelvo a repetir, por la tarde, cuando en mi paseo cruzo el riachuelo que baja de los picos pre pirenaicos que ya empiezan a blanquearse, y en donde desde el año pasado han desaparecido las ranas y los pocos peces que había y que ahora, en sus turbias aguas, solo se ve algún que otro trozo de plástico que baja por la corriente para decirnos que la ciudad, allá abajo, avanza, va ganando terreno.
Me acerco hasta a la masía de los Avis, a saludarlos, más bien a abrazar a la pareja de ancianos payeses tan cordiales, amables y humanos, como la tierra que a duras penas trabajan y cuidan, y en que se pasan todo el día, hasta la noche en la que pegados y juntos al hogar de leña, con un ojo en las llamas y otro en el contiguo establo, en donde un par de vacas suizas están a punto de parir.
La queja y el continuo lamento de estas dos envidiables personas, testigos de su otro tiempo que los relegó al desván del olvido, siempre es la misma. Que sus hijos no vienen por allí, que no quieren saber nada del campo. Que cuando ellos falten, que será de todo aquello. Que las malas hierbas se meten por todas partes. Que a ellos, ya no les quedan fuerzas. Mientras las llamas chisporrotean, y despiden, como luciérnagas de luz hacia todas partes, y que se mezclan con mis palabras, que quieren ser de ánimo, pero que se pierden entre los bramidos de una de las vacas, que de alguna forma quiere llamar la atención de su estado.
Me marcho, caminando entre los gansos y los patos que escandalizan a mi paso, después de comprobar que todo allí, sigue igual que como hace un par de años, o acaso, como hace diez. Solo los perros que me huelen con desconfianza, los bajos de los pantalones son diferentes cada vez.
Cuando subo la cuesta, paso junto al maizal eterno de cada visita, que ahora está alto y sus hojas forman como una larga pared que se pierde en la distancia. Entonces las huellas del reino animal, saltan a la vista, en cualquier momento y en cualquier trecho del camino. Una culebrilla que cruza ágilmente la vereda de tierra. Un conejo que huye entre las cañas verdes. Huellas de pezuñas de zorro grabadas en el barro de una lluvia pasada Y en el aire, como ligera brisa que lo remueve todo, balanceándose al compás de los sonidos lejanos y que nunca está quieta, campanas lejanas, ladridos, cacareos, y un rumor de vida que baja del santuario; Allí, cuando subo jadeando, siempre, antes de pasar a la casona, y después de cruzar el cuidado jardín, visito a la Virgen. Esta es morena de piel y de pelo, y tiene unos ojos grandes y negros. Bondadosos y brillantes, como de andaluza o de princesa árabe.
En aquella, modesta y hasta pobre ermita con paredes de piedras vivas y altar de madera agrietada, se sentiría bien nuestro Señor, porque allí no tendría que echar a latigazos a los mercaderes del templo, porque allí no hay venta de velas, ni de lotería de Navidad, ni de billetes en la bandeja de después de la misa, ni tenderete benéfico en la puerta. Aquello es pequeño, pobre, humilde, muy silencioso, y en donde al Mosen solo le regalan, comidas y ropas para sus ancianos, ropa y comida que no es seleccionada, que no es apartada, si no que es entregada directamente a los necesitados de ella, para los ancianos que tiene viviendo en la contigua casona y que el mismo construyó hace años junto a la ermita.
Algún domingo se casan allí los del pueblo de más abajo, que está bajando la cuesta, a unos doce kilómetros de distancia. Ese día los Avis que viven todo el año con el Mosen, se esmeran, trabajando, ayudando y adornando todo aquello, pero aun así, el sacramento del matrimonio nunca deja de ser allí, una ceremonia sencilla, sentida, de pueblo, en donde todo es humilde. Tan solo abundan las flores, la sana alegría, la cordialidad, y la comida, que ese día es extraordinaria.
El Mosen se llama LLuis, es de Canfrans, el último pueblo de la costa Brava, en el Cabo de Creus tocando con Port Bou. Hizo el seminario en Tarragona, y cuando lo ordenaron pidió ejercer por aquí, por donde está su pueblo. Es de los que todavía visten sotana. Es una gran persona este cura, y nos da ejemplo a todos cada día ya cada hora. A pesar de ser casi mayor de muchos de los que tiene asilados, es inquieto como un quinceañero, muy trabajador, y de naturaleza nerviosa, por lo que nunca para mucho tiempo tranquilo en ningún sitio. Solo es por la noche, cuando después de cenar se sienta junto al fuego y mirando por los amplios ventanales, a este cielo único Pirenaico, limpio de contaminación y cuajado de estrellas, se puede hablar y aprender de él. Se aprende mucho de este hombre dedicado por entero a los demás, lejos de todo lo que signifique comodidad y lujos.
Tiene este hombre, que vive voluntariamente ajeno a los avances de su tiempo, para desplazarse por estos pueblos perdidos de la montaña, un viejo Citroen, dos caballos, que ruge como un camión y se balancea en las cuestas y en las curvas como una barca en día de tormenta, y con el, con el depósito de gasolina casi siempre en la reserva, recorre cada domingo y Fiestas de guardar, los pueblos de los alrededores predicando, diciendo misa y dando la Comunión.
Sin casi ninguna ayuda, mantiene a unos pocos ancianos muy mayores, que de seguro ha recogido en sus correrías pueblerinas, y allí, a trancas y barrancas, consigue vestirlos, y darles de comer cada día. A veces, cuando la cena es incierta, coge su canasta de mimbre, y con una vieja linterna en la mano, nos pregunta que queremos para cenar, si Setas o caracoles y una vez que sabe lo que nos apetece, se recoge la sotana, y se pierde por la oscuridad de la montaña, apareciendo, después, con el canasto lleno de una cosa o la otra.
A veces voy con él, ya veces le pido que me deje en algún mercadillo que se forma en las calles principales de estos pequeños grupos de casas, allí el bar suele ser panadería, y varias cosas al mismo tiempo. La gente lee en el Periódico, unas noticias que les parecen tan lejanas, como si vinieran de otro mundo, a la Televisión nadie le hace caso, y solo sirve para darle un rumor lejano al establecimiento. Fuman estos hijos del campo, buenos cigarros, porque saben mucho antes que lo dijera la Televisión, de que no es únicamente la Nicotina la que causa tantos Cánceres. Se come embutidos caseros, y su aroma, que se ha quedado pegado en las paredes de las casas, te acompaña en el recorrido. El vino no tiene etiqueta, ni denominación de origen, para que, si todo el mundo conoce la viña que lo creó. Los paisanos, entre los tenderetes, se empeñan en hablarme en castellano haciendo un esfuerzo, sin saber que les entiendo, y que no hablo su lengua por el respeto que me merece, el no hablarla correctamente. Con su trato, me confirmo en la idea de que la ciudad contamina el aire, y a las personas, porque aquí son vecinos tan diferentes, que su camarería y cordialidad, invitan a quedarse para siempre.
Y los días pasan y pasan, casi sin hacerse sentir, como las nubes que corren por la ventana de mi dormitorio de arriba del huerto, y entre que volveré y no volveré, me despido de toda esta gente, que me aprecia, y que me lo demuestran sinceramente. El Mosen no está, se marchó muy temprano a visitar a sus enfermos que hoy tocaba.
Cuando bajo la cuesta el ruido del motor asusta al ternero que nació, y que ya corretea junto a su madre. En el pueblo no me entretengo, paso de largo, tampoco me detengo en la ciudad a visitar por no sé cuantas veces la soberbia Catedral y sus tumbas milenarias. Al Onyar cuajado de truchas lo veo desde lejos. Y luego ya en la Autopista, cuando los pulmones se van llenando de humo de Gasolina, en el primer peaje, me digo una vez más, que la ciudad no es para mí, ni la ciudad, ni esta sociedad que la acompaña tampoco, pero que a falta de otra, intentaremos sobrevivirla.
Es curioso comprobar, y ver, como a unos pocos más de cien kilómetros de distancia, puede cambiar todo. Desde el aire que se respira, el paisaje, las cosas que nos acompaña, y hasta las personas. Sobre todo es en estas, en donde mas se nota el cambio.
En mis solitarios y largos paseos por la montaña profunda de Girona, a la que visito de año en año, caminando por los inciertos senderos y escarpadas pendientes. Cuando a diario juego a sorprender a los jabalíes, que tanto gustan de revolcarse en los calveros soleados del bosque, o cuando van hocicando por la umbría de la maleza, o mientras echo de comer a las gallinas, los granos de uva que tanto le gusta, me lo repito y me lo digo interiormente, como el título de aquella famosa película del fallecido Paco Martínez Soria " La ciudad no es para mi " y me lo vuelvo a repetir, por la tarde, cuando en mi paseo cruzo el riachuelo que baja de los picos pre pirenaicos que ya empiezan a blanquearse, y en donde desde el año pasado han desaparecido las ranas y los pocos peces que había y que ahora, en sus turbias aguas, solo se ve algún que otro trozo de plástico que baja por la corriente para decirnos que la ciudad, allá abajo, avanza, va ganando terreno.
Me acerco hasta a la masía de los Avis, a saludarlos, más bien a abrazar a la pareja de ancianos payeses tan cordiales, amables y humanos, como la tierra que a duras penas trabajan y cuidan, y en que se pasan todo el día, hasta la noche en la que pegados y juntos al hogar de leña, con un ojo en las llamas y otro en el contiguo establo, en donde un par de vacas suizas están a punto de parir.
La queja y el continuo lamento de estas dos envidiables personas, testigos de su otro tiempo que los relegó al desván del olvido, siempre es la misma. Que sus hijos no vienen por allí, que no quieren saber nada del campo. Que cuando ellos falten, que será de todo aquello. Que las malas hierbas se meten por todas partes. Que a ellos, ya no les quedan fuerzas. Mientras las llamas chisporrotean, y despiden, como luciérnagas de luz hacia todas partes, y que se mezclan con mis palabras, que quieren ser de ánimo, pero que se pierden entre los bramidos de una de las vacas, que de alguna forma quiere llamar la atención de su estado.
Me marcho, caminando entre los gansos y los patos que escandalizan a mi paso, después de comprobar que todo allí, sigue igual que como hace un par de años, o acaso, como hace diez. Solo los perros que me huelen con desconfianza, los bajos de los pantalones son diferentes cada vez.
Cuando subo la cuesta, paso junto al maizal eterno de cada visita, que ahora está alto y sus hojas forman como una larga pared que se pierde en la distancia. Entonces las huellas del reino animal, saltan a la vista, en cualquier momento y en cualquier trecho del camino. Una culebrilla que cruza ágilmente la vereda de tierra. Un conejo que huye entre las cañas verdes. Huellas de pezuñas de zorro grabadas en el barro de una lluvia pasada Y en el aire, como ligera brisa que lo remueve todo, balanceándose al compás de los sonidos lejanos y que nunca está quieta, campanas lejanas, ladridos, cacareos, y un rumor de vida que baja del santuario; Allí, cuando subo jadeando, siempre, antes de pasar a la casona, y después de cruzar el cuidado jardín, visito a la Virgen. Esta es morena de piel y de pelo, y tiene unos ojos grandes y negros. Bondadosos y brillantes, como de andaluza o de princesa árabe.
En aquella, modesta y hasta pobre ermita con paredes de piedras vivas y altar de madera agrietada, se sentiría bien nuestro Señor, porque allí no tendría que echar a latigazos a los mercaderes del templo, porque allí no hay venta de velas, ni de lotería de Navidad, ni de billetes en la bandeja de después de la misa, ni tenderete benéfico en la puerta. Aquello es pequeño, pobre, humilde, muy silencioso, y en donde al Mosen solo le regalan, comidas y ropas para sus ancianos, ropa y comida que no es seleccionada, que no es apartada, si no que es entregada directamente a los necesitados de ella, para los ancianos que tiene viviendo en la contigua casona y que el mismo construyó hace años junto a la ermita.
Algún domingo se casan allí los del pueblo de más abajo, que está bajando la cuesta, a unos doce kilómetros de distancia. Ese día los Avis que viven todo el año con el Mosen, se esmeran, trabajando, ayudando y adornando todo aquello, pero aun así, el sacramento del matrimonio nunca deja de ser allí, una ceremonia sencilla, sentida, de pueblo, en donde todo es humilde. Tan solo abundan las flores, la sana alegría, la cordialidad, y la comida, que ese día es extraordinaria.
El Mosen se llama LLuis, es de Canfrans, el último pueblo de la costa Brava, en el Cabo de Creus tocando con Port Bou. Hizo el seminario en Tarragona, y cuando lo ordenaron pidió ejercer por aquí, por donde está su pueblo. Es de los que todavía visten sotana. Es una gran persona este cura, y nos da ejemplo a todos cada día ya cada hora. A pesar de ser casi mayor de muchos de los que tiene asilados, es inquieto como un quinceañero, muy trabajador, y de naturaleza nerviosa, por lo que nunca para mucho tiempo tranquilo en ningún sitio. Solo es por la noche, cuando después de cenar se sienta junto al fuego y mirando por los amplios ventanales, a este cielo único Pirenaico, limpio de contaminación y cuajado de estrellas, se puede hablar y aprender de él. Se aprende mucho de este hombre dedicado por entero a los demás, lejos de todo lo que signifique comodidad y lujos.
Tiene este hombre, que vive voluntariamente ajeno a los avances de su tiempo, para desplazarse por estos pueblos perdidos de la montaña, un viejo Citroen, dos caballos, que ruge como un camión y se balancea en las cuestas y en las curvas como una barca en día de tormenta, y con el, con el depósito de gasolina casi siempre en la reserva, recorre cada domingo y Fiestas de guardar, los pueblos de los alrededores predicando, diciendo misa y dando la Comunión.
Sin casi ninguna ayuda, mantiene a unos pocos ancianos muy mayores, que de seguro ha recogido en sus correrías pueblerinas, y allí, a trancas y barrancas, consigue vestirlos, y darles de comer cada día. A veces, cuando la cena es incierta, coge su canasta de mimbre, y con una vieja linterna en la mano, nos pregunta que queremos para cenar, si Setas o caracoles y una vez que sabe lo que nos apetece, se recoge la sotana, y se pierde por la oscuridad de la montaña, apareciendo, después, con el canasto lleno de una cosa o la otra.
A veces voy con él, ya veces le pido que me deje en algún mercadillo que se forma en las calles principales de estos pequeños grupos de casas, allí el bar suele ser panadería, y varias cosas al mismo tiempo. La gente lee en el Periódico, unas noticias que les parecen tan lejanas, como si vinieran de otro mundo, a la Televisión nadie le hace caso, y solo sirve para darle un rumor lejano al establecimiento. Fuman estos hijos del campo, buenos cigarros, porque saben mucho antes que lo dijera la Televisión, de que no es únicamente la Nicotina la que causa tantos Cánceres. Se come embutidos caseros, y su aroma, que se ha quedado pegado en las paredes de las casas, te acompaña en el recorrido. El vino no tiene etiqueta, ni denominación de origen, para que, si todo el mundo conoce la viña que lo creó. Los paisanos, entre los tenderetes, se empeñan en hablarme en castellano haciendo un esfuerzo, sin saber que les entiendo, y que no hablo su lengua por el respeto que me merece, el no hablarla correctamente. Con su trato, me confirmo en la idea de que la ciudad contamina el aire, y a las personas, porque aquí son vecinos tan diferentes, que su camarería y cordialidad, invitan a quedarse para siempre.
Y los días pasan y pasan, casi sin hacerse sentir, como las nubes que corren por la ventana de mi dormitorio de arriba del huerto, y entre que volveré y no volveré, me despido de toda esta gente, que me aprecia, y que me lo demuestran sinceramente. El Mosen no está, se marchó muy temprano a visitar a sus enfermos que hoy tocaba.
Cuando bajo la cuesta el ruido del motor asusta al ternero que nació, y que ya corretea junto a su madre. En el pueblo no me entretengo, paso de largo, tampoco me detengo en la ciudad a visitar por no sé cuantas veces la soberbia Catedral y sus tumbas milenarias. Al Onyar cuajado de truchas lo veo desde lejos. Y luego ya en la Autopista, cuando los pulmones se van llenando de humo de Gasolina, en el primer peaje, me digo una vez más, que la ciudad no es para mí, ni la ciudad, ni esta sociedad que la acompaña tampoco, pero que a falta de otra, intentaremos sobrevivirla.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 2 - Sin título
Estaba entrando en la ducha cuando desde atrás recibió un fortísimo puñetazo. Cayó al suelo pero no perdió el conocimiento, por lo que pudo ver su agresor, lo que lo puso furioso y siguió golpeándole en la cara y abdomen.
Como una bestia hambrienta le arranca la toalla y la viola de todas maneras imaginables, sin dejar de golpearla. De poco valían los débiles intentos con los que ella quería defenderse.
Lo había visto y podría reconocerlo. No podía dejarla con vida. Golpeó varias veces la cabeza contra el piso y al verla muerta, se alejó sin priza y seguramente sin ningún arrepentimiento.
Cuando el esposo llega después del trabajo se encuentra esta escena macabra. Un charco enorme de sangre y un cuerpo en posición fetal deshecho. Pero que todavía respira!!!
El médico que la atiende y el psiquiatra le dan el alta después de semanas, pero bajo protesta. No tiene condiciones todavía de reintegrarse a la sociedad, pero saben bien que en hospitales públicos no existen internaciones prolongadas.
Regresando a casa, cada uno se encierra en sus dudas. ¿Afectará el matrimonio? ¿Conseguirán pasar a un segundo plano la terrible experiencia? ¿Continuarán intentando el primer hijo?
-¡!!PARA EL AUTO, FRENA, ES ESE EL QUE ME ATACÓ. ES ESE; ESE!!!!
-¿Estás segura?
-¿TE PARECE QUE PUEDO OLVIDARLO? ES ESE…ES ESE!!!!
Armado con la llave de cambiar neumáticos comenzó a perseguirlo. Al entrar en el túnel que pasa debajo de la avenida, le asestó el primer golpe. El hombre con cara de incredulidad recibió un segundo golpe, y el tercero y... Solo paró cuando el dolor en el brazo se le hizo insoportable.
-Ya está. No te molestará nunca más.
Ella llorando abrazó y besó su marido como agradeciéndole el gesto. Cuánto amor sentía por él.
De nuevo en camino, él piensa lo que hizo. Acabo de matar una persona, un ser humano. Aunque no lo era, no pasaba de un degenerado, un monstruo. Salvé muchas mujeres de vivir lo que pasó mi esposa. Fue Dios que lo puso en mi camino para que lo castigara en su nombre. Ese tipo de alimañas habría qu
-¡!!PARA EL AUTO, FRENA, ES ESE EL QUE ME ATACÓ. ES ESE; ESE!!!!
Estaba entrando en la ducha cuando desde atrás recibió un fortísimo puñetazo. Cayó al suelo pero no perdió el conocimiento, por lo que pudo ver su agresor, lo que lo puso furioso y siguió golpeándole en la cara y abdomen.
Como una bestia hambrienta le arranca la toalla y la viola de todas maneras imaginables, sin dejar de golpearla. De poco valían los débiles intentos con los que ella quería defenderse.
Lo había visto y podría reconocerlo. No podía dejarla con vida. Golpeó varias veces la cabeza contra el piso y al verla muerta, se alejó sin priza y seguramente sin ningún arrepentimiento.
Cuando el esposo llega después del trabajo se encuentra esta escena macabra. Un charco enorme de sangre y un cuerpo en posición fetal deshecho. Pero que todavía respira!!!
El médico que la atiende y el psiquiatra le dan el alta después de semanas, pero bajo protesta. No tiene condiciones todavía de reintegrarse a la sociedad, pero saben bien que en hospitales públicos no existen internaciones prolongadas.
Regresando a casa, cada uno se encierra en sus dudas. ¿Afectará el matrimonio? ¿Conseguirán pasar a un segundo plano la terrible experiencia? ¿Continuarán intentando el primer hijo?
-¡!!PARA EL AUTO, FRENA, ES ESE EL QUE ME ATACÓ. ES ESE; ESE!!!!
-¿Estás segura?
-¿TE PARECE QUE PUEDO OLVIDARLO? ES ESE…ES ESE!!!!
Armado con la llave de cambiar neumáticos comenzó a perseguirlo. Al entrar en el túnel que pasa debajo de la avenida, le asestó el primer golpe. El hombre con cara de incredulidad recibió un segundo golpe, y el tercero y... Solo paró cuando el dolor en el brazo se le hizo insoportable.
-Ya está. No te molestará nunca más.
Ella llorando abrazó y besó su marido como agradeciéndole el gesto. Cuánto amor sentía por él.
De nuevo en camino, él piensa lo que hizo. Acabo de matar una persona, un ser humano. Aunque no lo era, no pasaba de un degenerado, un monstruo. Salvé muchas mujeres de vivir lo que pasó mi esposa. Fue Dios que lo puso en mi camino para que lo castigara en su nombre. Ese tipo de alimañas habría qu
-¡!!PARA EL AUTO, FRENA, ES ESE EL QUE ME ATACÓ. ES ESE; ESE!!!!
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Ostia los relatos
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- Mario Head Collection:
- Gameplay SUPER MARIO BROS WONDER:
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
NES escribió:Ostia los relatos
Lo ves? Luego te extrañas cuando digo que me exasperas. En lugar de romper la relación de relatos deberías de participar mandándome uno por privado.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 3 - Mensajes
Mi novio perdió la vida en un accidente de tráfico. Lloré durante horas cuando me enteré, empecé llorando porque ya no estaba, seguí haciéndolo por nuestras últimas palabras, tuvimos una discusión por teléfono. Al día siguiente, en su velatorio fue terrible, tan sólo miraba su cuerpo, demasiado maquillaje. Me daba náuseas.
Esa noche me la pasé abrazada a mi almohada sin poder dormir, mirando mi celular en la oscuridad leyendo nuestra última conversación. Luego le escribí un último mensaje:
- !Lo siento Hugo!, te amaré para siempre.
Lo envié y caí rendida. Me despertó el zumbido de mi celular. Mire la hora,1:49 de la mañana. Tenía un mensaje nuevo:
Hugo: ¿Para siempre?
¿Quién tenía su teléfono? Me lo pregunté antes de enfadarme por ello.
- ¿Quién eres?
Hugo: !Soy yo, Hugo!
- Quien quiera que seas, por favor… !para!
Hugo: Soy yo, lo prometo, puedo probarlo, pregúntame algo que solo sepamos tú y yo.
Y le hice pregunta tras pregunta. Ya había amanecido cuando acabé convencida. Me dijo que no podía decirme dónde estaba, pero que era un lugar increíble y que estaba feliz, dijo que iba contra las reglas hablar conmigo, pero que no podía remediarlo. Eso me hizo sonreír. Me dijo que no podría llamarme, pero que me escribiría siempre que pudiera.
Durante meses nos escribimos, casi siempre recordando nuestro pasado. Se negaba a compartir detalles de su nueva vida, tampoco me hacía falta, era feliz leyendo sus mensajes de nuevo. Después me dijo que debería empezar a salir con alguien. Le dije que no.
Hugo: Pienso que no deberíamos seguir escribiéndonos.
- ¿De qué estás hablando?
Hugo: Fue una mala idea, lo siento.
- No, espera, no quiero perderte de nuevo.
Hugo: !Te amo! ... !Adiós!
Le escribí cada día durante semanas suplicándole que me respondiera, me encontraba al borde de la depresión sabiendo que le había perdido de nuevo. Una noche me desperté para encontrarme sola en mi cama, mi habitación estaba oscura y fría. Agarré mi celular para ver la hora. 1:49 de la mañana. Ningún mensaje. Sentí deseos de llorar, pero ya no quedaban lagrimas.
De pronto escuché un golpeteo seco que venía del armario, miré y ahí estaba él. Despacio, emergía de entre mis vestidos colgados. Incluso en la oscuridad, sus rasgos delicados eran inconfundibles.
- ! Hugo !, susurré.
Mi corazón se agitaba nervioso, no dijo nada tan sólo me miraba, sonriendo. La Luna desde mi ventana hacia que su pálida piel brillara. De repente, mi celular vibró y me hizo saltar, él se paró en seco y lo miró. Tal vez no quiere hablar, pensé. Cogí el celular y leí el mensaje:
Hugo: ¡ÉSE NO SOY YO!!!
Mi novio perdió la vida en un accidente de tráfico. Lloré durante horas cuando me enteré, empecé llorando porque ya no estaba, seguí haciéndolo por nuestras últimas palabras, tuvimos una discusión por teléfono. Al día siguiente, en su velatorio fue terrible, tan sólo miraba su cuerpo, demasiado maquillaje. Me daba náuseas.
Esa noche me la pasé abrazada a mi almohada sin poder dormir, mirando mi celular en la oscuridad leyendo nuestra última conversación. Luego le escribí un último mensaje:
- !Lo siento Hugo!, te amaré para siempre.
Lo envié y caí rendida. Me despertó el zumbido de mi celular. Mire la hora,1:49 de la mañana. Tenía un mensaje nuevo:
Hugo: ¿Para siempre?
¿Quién tenía su teléfono? Me lo pregunté antes de enfadarme por ello.
- ¿Quién eres?
Hugo: !Soy yo, Hugo!
- Quien quiera que seas, por favor… !para!
Hugo: Soy yo, lo prometo, puedo probarlo, pregúntame algo que solo sepamos tú y yo.
Y le hice pregunta tras pregunta. Ya había amanecido cuando acabé convencida. Me dijo que no podía decirme dónde estaba, pero que era un lugar increíble y que estaba feliz, dijo que iba contra las reglas hablar conmigo, pero que no podía remediarlo. Eso me hizo sonreír. Me dijo que no podría llamarme, pero que me escribiría siempre que pudiera.
Durante meses nos escribimos, casi siempre recordando nuestro pasado. Se negaba a compartir detalles de su nueva vida, tampoco me hacía falta, era feliz leyendo sus mensajes de nuevo. Después me dijo que debería empezar a salir con alguien. Le dije que no.
Hugo: Pienso que no deberíamos seguir escribiéndonos.
- ¿De qué estás hablando?
Hugo: Fue una mala idea, lo siento.
- No, espera, no quiero perderte de nuevo.
Hugo: !Te amo! ... !Adiós!
Le escribí cada día durante semanas suplicándole que me respondiera, me encontraba al borde de la depresión sabiendo que le había perdido de nuevo. Una noche me desperté para encontrarme sola en mi cama, mi habitación estaba oscura y fría. Agarré mi celular para ver la hora. 1:49 de la mañana. Ningún mensaje. Sentí deseos de llorar, pero ya no quedaban lagrimas.
De pronto escuché un golpeteo seco que venía del armario, miré y ahí estaba él. Despacio, emergía de entre mis vestidos colgados. Incluso en la oscuridad, sus rasgos delicados eran inconfundibles.
- ! Hugo !, susurré.
Mi corazón se agitaba nervioso, no dijo nada tan sólo me miraba, sonriendo. La Luna desde mi ventana hacia que su pálida piel brillara. De repente, mi celular vibró y me hizo saltar, él se paró en seco y lo miró. Tal vez no quiere hablar, pensé. Cogí el celular y leí el mensaje:
Hugo: ¡ÉSE NO SOY YO!!!
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 4 - Cuando pienso en pepinillos...
A pesar de la inexistencia absoluta de internet, consolas, móviles y demás tecnología, y tener pocos canales de televisión, me aburría pocas veces de joven.
Conocía a varias chicas que al igual que yo, eran hijas únicas. Todas íbamos a la misma escuela y aprendíamos las mismas lecciones y los mismos temores que nos paralizaban por un tiempo, pero a los pocos días, ya estábamos otra vez danzando entre inocentes delirios y manos llenas. Es mi forma de querer expresar que cuando una joven se aburre, no es por falta de intentar algo novedoso sino porque no se le ocurre idea buena. Y las ideas malas, siempre las tuvimos pero se volvieron demasiado difíciles de sobrellevar.
Tras el descampado que había detrás de la escuela, se podía seguir unos raíles de una línea ferroviaria en desuso que guiaban unos vagones de un antiguo polígono a otro. Y si paseábamos por aquellos raíles, se llegaba a unos viejos almacenes, pero no todos estaban abandonados. Las fábricas habían cerrado, pero algunas empresas habían conseguido que el ayuntamiento les dejara el usufructo de los locales que pudieran servir de almacenamiento de todo tipo. Siempre y cuando siguieran pagando los debidos impuestos correspondientes. Y así parecía que aquel polígono cobraba vida durante un par de horas por la mañana, entre cargas y descargas y nada más.
Una de las chicas había oído hablar de un almacén de encurtidos y queríamos ver si era posible merendar unos cuantos vinagrillos. ¡Qué brillante idea tuvimos!
¡Sólo de pensar en pepinillos, se nos hacía la boca agua!
Y por ahí nos metimos.
Conseguimos entrar a través de un ventanuco que daba a un semisótano. Aquella nave estaba repleta de cajas de cartón llenas y nuestras linternas no nos molestaron mucho a la hora de abrir unos cuantos botes rellenos de pepinillos en vinagre. Entre risas y bocados, decidimos investigar qué más había en aquel almacén. Se veían unas escaleras al fondo, así que allá nos metimos. Hacía mucho más frío allí abajo. De pronto, nos pareció que no estábamos solas. Era como si nos observaran desde todos lados y ya no nos apetecía hacer bromas o asustarnos. ¡Ya estábamos muy asustadas!
Pero los retos prohibidos son muy atrayentes y fuimos avanzando entre cuchicheos. ¡Y a medida que nos adentramos por aquel enorme sótano, nuestras linternas enfocaron de pronto, decenas y decenas de cuerpos, brazos, piernas, cabezas sin caras!
Nos pusimos a chillar mientras buscábamos la salida, pero la puerta abierta por la que habíamos llegado ahora estaba cerrada y la locura nos agarró bien a todas.
Aquellos cuerpos y miembros inertes eran parte de un macabro desfile paralizado, o eso queríamos creer. Se trataba de cientos de maniquíes desnudos. Algunos desmembrados, otros sin cabeza, otros tantos parecían mirarte mientras que sentíamos que muchos otros se movían.
No puedo concebir un horror más puro que aquel por el que pasamos todas buscando una salida, mientras creíamos ver por el rabillo del ojo, unos rápidos movimientos articulados que parecían acercarse. Y el sonido que hacían, era algo así como clic-clac, clic-clac, clic-clac…
Enloquecidas, echamos a correr en casi todas las direcciones, hasta que nos fijamos en que la puerta por la que habíamos llegado, de pronto estaba abierta, dejando entrar un tenue resplandor. Nos precipitamos a través de ella. No quiero pensar demasiado en lo que vi mirando por encima de mi hombro, mientras subíamos las escaleras de 4 en 4 o volando casi. Pero sé que recordaré toda mi vida aquella imagen de un enjambre de criaturas que se amoldaban entre todas como si fueran una sola. Y toda esa mole de miembros retorcidos y cabezas con caras inexpresivas se movía con pequeñas sacudidas mientras intentaba sin conseguirlo, pasar por la puerta.
En el día de hoy, cuando pienso en pepinillos, se me seca la boca.
A pesar de la inexistencia absoluta de internet, consolas, móviles y demás tecnología, y tener pocos canales de televisión, me aburría pocas veces de joven.
Conocía a varias chicas que al igual que yo, eran hijas únicas. Todas íbamos a la misma escuela y aprendíamos las mismas lecciones y los mismos temores que nos paralizaban por un tiempo, pero a los pocos días, ya estábamos otra vez danzando entre inocentes delirios y manos llenas. Es mi forma de querer expresar que cuando una joven se aburre, no es por falta de intentar algo novedoso sino porque no se le ocurre idea buena. Y las ideas malas, siempre las tuvimos pero se volvieron demasiado difíciles de sobrellevar.
Tras el descampado que había detrás de la escuela, se podía seguir unos raíles de una línea ferroviaria en desuso que guiaban unos vagones de un antiguo polígono a otro. Y si paseábamos por aquellos raíles, se llegaba a unos viejos almacenes, pero no todos estaban abandonados. Las fábricas habían cerrado, pero algunas empresas habían conseguido que el ayuntamiento les dejara el usufructo de los locales que pudieran servir de almacenamiento de todo tipo. Siempre y cuando siguieran pagando los debidos impuestos correspondientes. Y así parecía que aquel polígono cobraba vida durante un par de horas por la mañana, entre cargas y descargas y nada más.
Una de las chicas había oído hablar de un almacén de encurtidos y queríamos ver si era posible merendar unos cuantos vinagrillos. ¡Qué brillante idea tuvimos!
¡Sólo de pensar en pepinillos, se nos hacía la boca agua!
Y por ahí nos metimos.
Conseguimos entrar a través de un ventanuco que daba a un semisótano. Aquella nave estaba repleta de cajas de cartón llenas y nuestras linternas no nos molestaron mucho a la hora de abrir unos cuantos botes rellenos de pepinillos en vinagre. Entre risas y bocados, decidimos investigar qué más había en aquel almacén. Se veían unas escaleras al fondo, así que allá nos metimos. Hacía mucho más frío allí abajo. De pronto, nos pareció que no estábamos solas. Era como si nos observaran desde todos lados y ya no nos apetecía hacer bromas o asustarnos. ¡Ya estábamos muy asustadas!
Pero los retos prohibidos son muy atrayentes y fuimos avanzando entre cuchicheos. ¡Y a medida que nos adentramos por aquel enorme sótano, nuestras linternas enfocaron de pronto, decenas y decenas de cuerpos, brazos, piernas, cabezas sin caras!
Nos pusimos a chillar mientras buscábamos la salida, pero la puerta abierta por la que habíamos llegado ahora estaba cerrada y la locura nos agarró bien a todas.
Aquellos cuerpos y miembros inertes eran parte de un macabro desfile paralizado, o eso queríamos creer. Se trataba de cientos de maniquíes desnudos. Algunos desmembrados, otros sin cabeza, otros tantos parecían mirarte mientras que sentíamos que muchos otros se movían.
No puedo concebir un horror más puro que aquel por el que pasamos todas buscando una salida, mientras creíamos ver por el rabillo del ojo, unos rápidos movimientos articulados que parecían acercarse. Y el sonido que hacían, era algo así como clic-clac, clic-clac, clic-clac…
Enloquecidas, echamos a correr en casi todas las direcciones, hasta que nos fijamos en que la puerta por la que habíamos llegado, de pronto estaba abierta, dejando entrar un tenue resplandor. Nos precipitamos a través de ella. No quiero pensar demasiado en lo que vi mirando por encima de mi hombro, mientras subíamos las escaleras de 4 en 4 o volando casi. Pero sé que recordaré toda mi vida aquella imagen de un enjambre de criaturas que se amoldaban entre todas como si fueran una sola. Y toda esa mole de miembros retorcidos y cabezas con caras inexpresivas se movía con pequeñas sacudidas mientras intentaba sin conseguirlo, pasar por la puerta.
En el día de hoy, cuando pienso en pepinillos, se me seca la boca.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 5 - La última alegría
La noche era fría, cargada de neblina que flotaba fantasmalmente; el barrio se encontraba cubierto de penuria y en una pequeña casa, la más desdichada, se encontraba un viejo, con la mirada plagada de antigüedad. Tosía fatigosamente, mientras sostenía una pequeña taza llena de té, que lo engañaba con aliviarlo. Su mirada se dirigía a la calle, mirando a la soledad. ¿Qué más podía hacer aquel hombre cargado de años, solitario y enfermo?
De pronto una sombra carente de cualquier rastro de luz se le acercó.
─ Hola viejo, ha llegado el momento.
─ Hola, te esperaba, pero no pensé que fuera tan pronto.
─ ¿Acaso no te has visto? Eres la nítida imagen del fin de la vida, del deterioro máximo a que están expuestos todos ustedes.
─ Esperaba tener un poco más de tiempo, que me encuentro satisfecho de continuar por esta senda, que la luz del sol todavía invoca a la sonrisa que traigo disfrazada de mueca.
─ Pero hombre, esa sonrisa no es mas que una desdibujada mofa de alegría, que la felicidad seguramente huyó de ti. Te encuentras solo y olvidado, tu existencia significa para las demás personas un olvido permanente.
─ Lo sé, caballero oscuro, pero para mí significa todo, no necesito de nadie más para ser feliz.
─ ¡Claro que lo necesitas! No seas necio. Dónde se refugiaba tu felicidad, en las personas que te rodearon alguna vez, en tus padres y las caricias que te prodigaban de niño, en los besos y caricias que Micaela te brindaba, en las risas tiradas al viento junto a tus amigos de parrandas.
─ Se refugian en ellos todavía. Debes de saber que mi memoria todavía está activa y en esos recorridos por las calles del recuerdo me llevan a sentirlos en este corazón cansado, pero útil para abrigar alegría. De recuerdos viviré, ahora que estoy solo, enfermo, pero los siento como si fueran ayer.
─ ¡Pero son solo eso, recuerdos! ¡Que caso tiene seguir con vida si no se vive! Viejo, los recuerdos son pasados, han fenecido esos momentos. Ya no sientes en tus labios el cálido beso de tu amada, ni tus oídos sienten, como caricias, los dulces consejos de tu madre, ni de tu boca escapa la risa que engendraban las bromas de tus camaradas. Ya no tienes fuerzas para experimentar nuevas sensaciones, ni tu cuerpo está apto para recorrer el mundo y sentir la brisa de la costanera. Lloras ahora, porque sabes que tengo razón, que todo ello son recuerdos convertidos en ilusiones, hechos inexistentes en tu actualidad.
─ Lloro porque tengo dolor, pero se que la vida también está compuesta de ello y así la acepto. Se que mi cuerpo está desecho por los años y mi alma es inservible para nuevas emociones, pero la poca felicidad que le arrebato a los recuerdos me hace vivir tranquilo y en esa tranquilidad reposo mi necesidad de seguir viviendo. No quiero morir, quiero seguir sintiendo ese pequeño calor que el recuerdo alienta en mi corazón. La remembranza también es emoción, es amor, es pasión, también llena y convence. Mi corazón aún se agita en pequeñas desbandadas de alegría. ¿Ves estas lágrimas? Es sentimiento que destilo desde dentro, en ellas llevo dolor, pues trastocaste mi vida, pero también algunas son de alegría que evocaste al recordarme tantas cosas vividas. Mientras tenga algún pequeño momento de felicidad, quiero seguir vivo. Vivir es tener felicidad, en cualquier forma en que uno le encuentre, así sea perteneciendo al pasado. Si ya no contara con ella, sería el primero en buscarte.
─ Suenan a palabras de alguien muerto. Vivir es ir creando nuevas emociones, nuevas sensaciones. Es crear, con cada paso que das, nuevas historias, nuevas esperanzas, nuevos sueños por querer cumplir. Vivir es crear, viejo.
─ No es así, señor del olvido eterno. De que me sirve crear si no siento emoción. La base de la vida es el sentimiento y el pensamiento y de allí parte todo lo demás, inclusive el acto de creación que mencionas. Si no siento emoción, pasión, no puedo continuar adelante, pues ese deseo y ese sentimiento son los que me llevan a transitar por la vida. Si no pienso, dejo de ser yo, no puedo tener la habilidad de crear, de reconocer que estoy vivo, de saber que soy yo. Y yo, en estos momentos de añeja vida continúo haciendo uso de esos dos factores: el sentimiento y el pensamiento. Utilizo el pensamiento para recordar los bellos momentos que he vivido y a través de ellos renacen mis sentimientos de amor a la vida.
─ ¡Vaya! La Muerte hablando de vida. ¿Quién soy yo para entablar un diálogo sobre lo que vengo a segar? Viejo, podrás tener razón, pero mi trabajo es llevarme a la nada a toda persona llegando su momento. El tuyo es ahora, sin importar si vives pleno o amargado, sin importar si tienes deseo o no de seguir transitando bajo el sol, sin importar si tu añejado corazón siente felicidad o tristeza. Pero mira hombre, para que no sientas resquemor hacia mí –como si me importara-, te dejaré mirar a la luna por un instante, y en ella contemplarás todos esos momentos que provocan tu sonrisa maltrecha. ¡Vamos, asómate a la ventana y mira a la luna!
El viejo, pesadamente se acercó a la ventana, alzó la mirada cansada y contempló a la luna. No sabemos que recuerdo se instaló en ese preciso momento en su mente, en su corazón, en su cara, que de pronto esta se iluminó, su sonrisa ya no era una mueca, sino un dibujo hermoso de alegre jovialidad, sus ojos apagados destilaban felicidad, su corazón retozaba como un juguete infantil. Cerró los ojos, una lágrima alcanzó a fugarse de sus ojos y murió.
La noche era fría, cargada de neblina que flotaba fantasmalmente; el barrio se encontraba cubierto de penuria y en una pequeña casa, la más desdichada, se encontraba un viejo, con la mirada plagada de antigüedad. Tosía fatigosamente, mientras sostenía una pequeña taza llena de té, que lo engañaba con aliviarlo. Su mirada se dirigía a la calle, mirando a la soledad. ¿Qué más podía hacer aquel hombre cargado de años, solitario y enfermo?
De pronto una sombra carente de cualquier rastro de luz se le acercó.
─ Hola viejo, ha llegado el momento.
─ Hola, te esperaba, pero no pensé que fuera tan pronto.
─ ¿Acaso no te has visto? Eres la nítida imagen del fin de la vida, del deterioro máximo a que están expuestos todos ustedes.
─ Esperaba tener un poco más de tiempo, que me encuentro satisfecho de continuar por esta senda, que la luz del sol todavía invoca a la sonrisa que traigo disfrazada de mueca.
─ Pero hombre, esa sonrisa no es mas que una desdibujada mofa de alegría, que la felicidad seguramente huyó de ti. Te encuentras solo y olvidado, tu existencia significa para las demás personas un olvido permanente.
─ Lo sé, caballero oscuro, pero para mí significa todo, no necesito de nadie más para ser feliz.
─ ¡Claro que lo necesitas! No seas necio. Dónde se refugiaba tu felicidad, en las personas que te rodearon alguna vez, en tus padres y las caricias que te prodigaban de niño, en los besos y caricias que Micaela te brindaba, en las risas tiradas al viento junto a tus amigos de parrandas.
─ Se refugian en ellos todavía. Debes de saber que mi memoria todavía está activa y en esos recorridos por las calles del recuerdo me llevan a sentirlos en este corazón cansado, pero útil para abrigar alegría. De recuerdos viviré, ahora que estoy solo, enfermo, pero los siento como si fueran ayer.
─ ¡Pero son solo eso, recuerdos! ¡Que caso tiene seguir con vida si no se vive! Viejo, los recuerdos son pasados, han fenecido esos momentos. Ya no sientes en tus labios el cálido beso de tu amada, ni tus oídos sienten, como caricias, los dulces consejos de tu madre, ni de tu boca escapa la risa que engendraban las bromas de tus camaradas. Ya no tienes fuerzas para experimentar nuevas sensaciones, ni tu cuerpo está apto para recorrer el mundo y sentir la brisa de la costanera. Lloras ahora, porque sabes que tengo razón, que todo ello son recuerdos convertidos en ilusiones, hechos inexistentes en tu actualidad.
─ Lloro porque tengo dolor, pero se que la vida también está compuesta de ello y así la acepto. Se que mi cuerpo está desecho por los años y mi alma es inservible para nuevas emociones, pero la poca felicidad que le arrebato a los recuerdos me hace vivir tranquilo y en esa tranquilidad reposo mi necesidad de seguir viviendo. No quiero morir, quiero seguir sintiendo ese pequeño calor que el recuerdo alienta en mi corazón. La remembranza también es emoción, es amor, es pasión, también llena y convence. Mi corazón aún se agita en pequeñas desbandadas de alegría. ¿Ves estas lágrimas? Es sentimiento que destilo desde dentro, en ellas llevo dolor, pues trastocaste mi vida, pero también algunas son de alegría que evocaste al recordarme tantas cosas vividas. Mientras tenga algún pequeño momento de felicidad, quiero seguir vivo. Vivir es tener felicidad, en cualquier forma en que uno le encuentre, así sea perteneciendo al pasado. Si ya no contara con ella, sería el primero en buscarte.
─ Suenan a palabras de alguien muerto. Vivir es ir creando nuevas emociones, nuevas sensaciones. Es crear, con cada paso que das, nuevas historias, nuevas esperanzas, nuevos sueños por querer cumplir. Vivir es crear, viejo.
─ No es así, señor del olvido eterno. De que me sirve crear si no siento emoción. La base de la vida es el sentimiento y el pensamiento y de allí parte todo lo demás, inclusive el acto de creación que mencionas. Si no siento emoción, pasión, no puedo continuar adelante, pues ese deseo y ese sentimiento son los que me llevan a transitar por la vida. Si no pienso, dejo de ser yo, no puedo tener la habilidad de crear, de reconocer que estoy vivo, de saber que soy yo. Y yo, en estos momentos de añeja vida continúo haciendo uso de esos dos factores: el sentimiento y el pensamiento. Utilizo el pensamiento para recordar los bellos momentos que he vivido y a través de ellos renacen mis sentimientos de amor a la vida.
─ ¡Vaya! La Muerte hablando de vida. ¿Quién soy yo para entablar un diálogo sobre lo que vengo a segar? Viejo, podrás tener razón, pero mi trabajo es llevarme a la nada a toda persona llegando su momento. El tuyo es ahora, sin importar si vives pleno o amargado, sin importar si tienes deseo o no de seguir transitando bajo el sol, sin importar si tu añejado corazón siente felicidad o tristeza. Pero mira hombre, para que no sientas resquemor hacia mí –como si me importara-, te dejaré mirar a la luna por un instante, y en ella contemplarás todos esos momentos que provocan tu sonrisa maltrecha. ¡Vamos, asómate a la ventana y mira a la luna!
El viejo, pesadamente se acercó a la ventana, alzó la mirada cansada y contempló a la luna. No sabemos que recuerdo se instaló en ese preciso momento en su mente, en su corazón, en su cara, que de pronto esta se iluminó, su sonrisa ya no era una mueca, sino un dibujo hermoso de alegre jovialidad, sus ojos apagados destilaban felicidad, su corazón retozaba como un juguete infantil. Cerró los ojos, una lágrima alcanzó a fugarse de sus ojos y murió.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 6 - ¿Eres un cochinote libidinoso? me dijo
Por un momento, perdí la compostura; no sabía si se refería a mi modo de mirarle la boca mientras cenábamos apenas una hora antes, si se refería a cuando me sorprendió observando a hurtadillas su breve escote cuando se inclinó un instante a coger su bolso; no sabía si se había dado cuenta de que mis labios habían acariciado sus cobrizos rizos cuando casi nos atascamos en la concurrida salida del restaurante; no sabía si le habría molestado que al entrar al taxi apoyase mi mano un poco más abajo del final de su espalda; no sabía si quizás había sido demasiado osado al pasear mi boca demasiado cerca de la suya en el beso de despedida; no sabia si ella sabía que estaba admirando en el reflejo del escaparate su sensual figura; ignoraba si era notable que mi mano no se posaba en su talle sino un poquito mas al sur.
-errr, comencé a balbucear.
-Ven, dijo tirando de mi mano. Y la seguí un poquito remolón mientras intentaba recordar su profesión. ¿filóloga?
Apenas cruzado el umbral, me soltó la mano y avanzo unos pasos hasta detenerse al lado de la ventana, la cabeza levemente inclinada enmarcada por la ondulante cabellera; el amplio vestido de perfecta caída, hacía de telón esplendido que destacaba el contorno de esbelta figura al contraluz. Me acerqué despacio, la tomé por los hombros y aspiré goloso su aroma de canela, tabaco y alguna especia exótica que no llegué a identificar, no pude resistir la tentación de acercarme a su cuello y al rozarla, noté un temblor al tiempo que se volvía y subiendo sus manos por mis hombros, se detuvo en la nuca aferrándose suavemente.
Una eternidad de apenas un segundo pasó remolona por mi mente hasta que fui capaz de ordenar a mis manos que se apoderasen de su cintura y al estrecharla contra mi, sentí su acogedor calor en el vientre y en forma de dos punzadas, el contacto de su pecho en el mío; supe que ya no había vuelta atrás, mi cuerpo, escandalosamente chivato, me impedía enmascarar la excitación y su mirada, ligeramente azorada pero pícara y retadora no me dejó opción.
Una mirada aparentemente insegura, pero sensual y desafiante, brillante y preciosa, me atrajo con fuerza y estimuló mi audacia; de manera que acariciando su figura, mis manos ascendieron por su espalda y se apoderaron de su cuello mientras mis pulgares presionaban ligeramente sus pómulos y mi boca envolvió sus labios.
Su delicado sabor, la acogedora tibieza de su humedad, desató algún nudo en mi interior que liberó un ansia fiera de comérmela; si, de comérmela, ya otras veces había sentido ese carnívoro deseo en mi, pero nunca con tanta intensidad, por ello tuve que poner toda mi concentración en evitar morderla y contentarme con comérmela toda a mordisquitos suaves que luego curaba con caricias de mi lengua. No pude evitar abrir los ojos y su expresión de total entrega, hizo que un nuevo componente, la ternura, empezase también a manipularme, por ello deslicé mis manos de nuevo rumbo al sur y me apoderé de sus nalgas, que amasé con lúbrica delectación hasta que no pude contener mi deseo y la apreté contra mi miembro ya expectante.
Busqué con una rápida mirada el lugar más cercano que pudiese proporcionarnos una mínima comodidad y sin soltarla me dejé caer de espaldas sobre el sofá mientras ella buscaba, restregándose contra mis muslos, la postura mas intima para mejor satisfacerse.
Sus leves gemidos entrecortados, sus parpados semicerrados, su boca semiabierta... eran claras señales de su alta excitación, olvidé por un momento las compactas curvas y centré toda mi atención, una vez bajada la cremallera que cerraba su vestido por la espalda en liberarla del tenue sujetador que encerraba la cálida mullidez de sus pechos apoyados en el mio.
Me dediqué a besarla con entusiasmo el cuello, la nuca... intentando atisbar de esa manera el novedoso -al parecer- sistema de cierre que me impedía culminar un paso necesario en mi lento avance hacia la conquista; después de varios intentos fallidos, decidí dar un rodeo y atacar por el flanco derecho mientras sentía su jadeo en mi oreja. Mi mano tiró -con estudiado movimiento de distracción- del vestido, subiéndolo mas allá las corvas, justamente el punto de inicio para el nuevo terreno a explorar; cuando mi mano se apoyó en su muslo, note una cierta tensión en su cuerpo y después de una breve parada una vez que la noté más confiada comencé a ascender vericueteando por la fina extremidad hasta que...
¡¡¿¿que es esto??!!... ¿una braga faja?
Por un momento, perdí la compostura; no sabía si se refería a mi modo de mirarle la boca mientras cenábamos apenas una hora antes, si se refería a cuando me sorprendió observando a hurtadillas su breve escote cuando se inclinó un instante a coger su bolso; no sabía si se había dado cuenta de que mis labios habían acariciado sus cobrizos rizos cuando casi nos atascamos en la concurrida salida del restaurante; no sabía si le habría molestado que al entrar al taxi apoyase mi mano un poco más abajo del final de su espalda; no sabía si quizás había sido demasiado osado al pasear mi boca demasiado cerca de la suya en el beso de despedida; no sabia si ella sabía que estaba admirando en el reflejo del escaparate su sensual figura; ignoraba si era notable que mi mano no se posaba en su talle sino un poquito mas al sur.
-errr, comencé a balbucear.
-Ven, dijo tirando de mi mano. Y la seguí un poquito remolón mientras intentaba recordar su profesión. ¿filóloga?
Apenas cruzado el umbral, me soltó la mano y avanzo unos pasos hasta detenerse al lado de la ventana, la cabeza levemente inclinada enmarcada por la ondulante cabellera; el amplio vestido de perfecta caída, hacía de telón esplendido que destacaba el contorno de esbelta figura al contraluz. Me acerqué despacio, la tomé por los hombros y aspiré goloso su aroma de canela, tabaco y alguna especia exótica que no llegué a identificar, no pude resistir la tentación de acercarme a su cuello y al rozarla, noté un temblor al tiempo que se volvía y subiendo sus manos por mis hombros, se detuvo en la nuca aferrándose suavemente.
Una eternidad de apenas un segundo pasó remolona por mi mente hasta que fui capaz de ordenar a mis manos que se apoderasen de su cintura y al estrecharla contra mi, sentí su acogedor calor en el vientre y en forma de dos punzadas, el contacto de su pecho en el mío; supe que ya no había vuelta atrás, mi cuerpo, escandalosamente chivato, me impedía enmascarar la excitación y su mirada, ligeramente azorada pero pícara y retadora no me dejó opción.
Una mirada aparentemente insegura, pero sensual y desafiante, brillante y preciosa, me atrajo con fuerza y estimuló mi audacia; de manera que acariciando su figura, mis manos ascendieron por su espalda y se apoderaron de su cuello mientras mis pulgares presionaban ligeramente sus pómulos y mi boca envolvió sus labios.
Su delicado sabor, la acogedora tibieza de su humedad, desató algún nudo en mi interior que liberó un ansia fiera de comérmela; si, de comérmela, ya otras veces había sentido ese carnívoro deseo en mi, pero nunca con tanta intensidad, por ello tuve que poner toda mi concentración en evitar morderla y contentarme con comérmela toda a mordisquitos suaves que luego curaba con caricias de mi lengua. No pude evitar abrir los ojos y su expresión de total entrega, hizo que un nuevo componente, la ternura, empezase también a manipularme, por ello deslicé mis manos de nuevo rumbo al sur y me apoderé de sus nalgas, que amasé con lúbrica delectación hasta que no pude contener mi deseo y la apreté contra mi miembro ya expectante.
Busqué con una rápida mirada el lugar más cercano que pudiese proporcionarnos una mínima comodidad y sin soltarla me dejé caer de espaldas sobre el sofá mientras ella buscaba, restregándose contra mis muslos, la postura mas intima para mejor satisfacerse.
Sus leves gemidos entrecortados, sus parpados semicerrados, su boca semiabierta... eran claras señales de su alta excitación, olvidé por un momento las compactas curvas y centré toda mi atención, una vez bajada la cremallera que cerraba su vestido por la espalda en liberarla del tenue sujetador que encerraba la cálida mullidez de sus pechos apoyados en el mio.
Me dediqué a besarla con entusiasmo el cuello, la nuca... intentando atisbar de esa manera el novedoso -al parecer- sistema de cierre que me impedía culminar un paso necesario en mi lento avance hacia la conquista; después de varios intentos fallidos, decidí dar un rodeo y atacar por el flanco derecho mientras sentía su jadeo en mi oreja. Mi mano tiró -con estudiado movimiento de distracción- del vestido, subiéndolo mas allá las corvas, justamente el punto de inicio para el nuevo terreno a explorar; cuando mi mano se apoyó en su muslo, note una cierta tensión en su cuerpo y después de una breve parada una vez que la noté más confiada comencé a ascender vericueteando por la fina extremidad hasta que...
¡¡¿¿que es esto??!!... ¿una braga faja?
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 7 - Revelaciones doongüianas
Yo NES, hombre de poca fe en las religiones y credos tradicionales voy a compartirles una serie de revelaciones. A estas revelaciones las llamaré tal y cómo aparecen en el título de este relato, Revelaciones doongüianas.
Que conste, soy testigo y participante foril en las intervenciones doongüianas.
Durante un fin de semana de lo más fiestero, tras acostarme a altas horas de la madrugada, tuve en sueños una serie de revelaciones.
Me encontraba en una costa en medio de la Nada y mientras observaba la ida y venida de un calmado oleaje, alcé la mirada hacia el horizonte y de la Nada apareció un velero. Se trataba del San Juan porque así estaba escrito.
Una golondrina aparecida de la Nada revoleteaba a su alrededor, y tras pararse sobre el mástil abrió su pico y pronunció: El doonga va a hacerte una serie de revelaciones foriles, recuerda antes de Nada no olvidar el hexagrama nº 4.
En ese instante y de la Nada, doonga bajo la apariencia de un pequeño titi sujetado al mástil, fija su mirada sobre mi y pronuncia: Ahora Nada.
El silencio se hizo eco, el oleaje ya no era tan calmado.
El doonga vuelve a romper el silencio en medio de la Nada mientras dice: ¿Pensabas que estaba sugiriendo que nadaras hasta acá? Jaja. Nada como la Nada.
De la Nada aparecí abordo del San Juan y el doonga comienza durante la travesía a hacerme todo tipo de revelaciones.
Mientras miraba el cielo en plena travesía, vi dos soles, uno era blanco y el otro de apariencia cristalina. El doonga leyéndome la mente, hizo uso de su sabiduría para aclarar las dudas de mi mente sobre aquel acontecimiento. NES me dijo: ¿Ves esos dos soles poniéndose, uno sobre el Oeste y el otro por el Este? El sol blanco representa a los foristas como tú, foristas despiertos que decidieron hacer caso al hexagrama nº4, mientras que aquel otro sol cristalino… Oh, NES, no sigas sus pasos, pues conducen a la perdición. Si te encontrases con algún cristalino no sigas sus pasos.
Antes de que pudiera preguntarle qué quería decirme con lo de no seguir a ese sol y a los cristalinos, aparecimos en una lejana costa donde pude ver a un extraño hombre a las puerta de un cementerio donde podía leerse Recoleta, blandiendo un libro que no logré identificar como si se tratase de una espada. Lo hacía de forma insistente sobre la Nada.
El doonga tomando la palabra ante tal eventualidad dijo: Maxi, esos demonios a los que tratas de enfrentarte en tus sueños, solo son producto de tu mente. Nada de eso existe.
Aquel hombre le responde al doonga: Te espero en Recoleta.
El doonga al ver su firme convicción responde con un sonoro bullshit mientras me comenta: NES, voy a enseñarte el último destino de ésta travesía.
Tras un rato a la deriva, acabamos en un puerto donde había una casa rodeada de cientos de lápidas, cada una de ellas con un nombre grabado que no alcanzaba a leerlos.
El doonga, tras volver a leer mis pensamientos me dice: NES ¿ves todas esas lápidas? Son antiguas máscaras y pruebas de las múltiples artimañas fallidas del Trío Maravilla, todo eso formó parte de una extensa Monografía. Fue mucho antes de que fueras llamado en mis intervenciones foriles.
De repente, aparece de la Nada asomado por la ventana de aquella casa un hombre que comienza a hablar de lo que parecerían ser mandamientos que el hombre debería de llevar a cabo en su vida, pero el doonga se le adelanta interrumpiéndole antes de que acabase y le pregunta: ¿Cuándo vas a vender tu casa y a compartirlo todo con los pobres?
Aquel hombre se enfurece y de la Nada se transforma en mujer y ésta comienza a hablar sobre actos de misericordia.
El doonga ríe ante la situación y comenta: Ya mismo aparece el otro clon. Ya te he enseñado lo que por ahora debías conocer, NES.
De la Nada aparecemos suspendidos en el aire mientras poco a poco somos elevados hacia lo más alto del cielo. Baje la mirada sin salir del asombro ante tal situación. Vi cómo el velero doongüiano San Juan desaparece en la Nada junto a aquellas tierras que visitamos.
El doonga se despide de mi con un gesto amable de agradecimiento.
Al despertar de aquel sueño oigo una voz que me dice: Da a conocer anunciando a los foristas de foronuevo todo lo que has visto y oido en las revelaciones doongüianas.
Hoy 25 de abril del 2022, he cumplido con lo que esa voz me dictó dándoles a conocer el mensaje de las revelaciones doongüianas a los foristas de foronuevo.
Yo NES, hombre de poca fe en las religiones y credos tradicionales voy a compartirles una serie de revelaciones. A estas revelaciones las llamaré tal y cómo aparecen en el título de este relato, Revelaciones doongüianas.
Que conste, soy testigo y participante foril en las intervenciones doongüianas.
Durante un fin de semana de lo más fiestero, tras acostarme a altas horas de la madrugada, tuve en sueños una serie de revelaciones.
Me encontraba en una costa en medio de la Nada y mientras observaba la ida y venida de un calmado oleaje, alcé la mirada hacia el horizonte y de la Nada apareció un velero. Se trataba del San Juan porque así estaba escrito.
Una golondrina aparecida de la Nada revoleteaba a su alrededor, y tras pararse sobre el mástil abrió su pico y pronunció: El doonga va a hacerte una serie de revelaciones foriles, recuerda antes de Nada no olvidar el hexagrama nº 4.
En ese instante y de la Nada, doonga bajo la apariencia de un pequeño titi sujetado al mástil, fija su mirada sobre mi y pronuncia: Ahora Nada.
El silencio se hizo eco, el oleaje ya no era tan calmado.
El doonga vuelve a romper el silencio en medio de la Nada mientras dice: ¿Pensabas que estaba sugiriendo que nadaras hasta acá? Jaja. Nada como la Nada.
De la Nada aparecí abordo del San Juan y el doonga comienza durante la travesía a hacerme todo tipo de revelaciones.
Mientras miraba el cielo en plena travesía, vi dos soles, uno era blanco y el otro de apariencia cristalina. El doonga leyéndome la mente, hizo uso de su sabiduría para aclarar las dudas de mi mente sobre aquel acontecimiento. NES me dijo: ¿Ves esos dos soles poniéndose, uno sobre el Oeste y el otro por el Este? El sol blanco representa a los foristas como tú, foristas despiertos que decidieron hacer caso al hexagrama nº4, mientras que aquel otro sol cristalino… Oh, NES, no sigas sus pasos, pues conducen a la perdición. Si te encontrases con algún cristalino no sigas sus pasos.
Antes de que pudiera preguntarle qué quería decirme con lo de no seguir a ese sol y a los cristalinos, aparecimos en una lejana costa donde pude ver a un extraño hombre a las puerta de un cementerio donde podía leerse Recoleta, blandiendo un libro que no logré identificar como si se tratase de una espada. Lo hacía de forma insistente sobre la Nada.
El doonga tomando la palabra ante tal eventualidad dijo: Maxi, esos demonios a los que tratas de enfrentarte en tus sueños, solo son producto de tu mente. Nada de eso existe.
Aquel hombre le responde al doonga: Te espero en Recoleta.
El doonga al ver su firme convicción responde con un sonoro bullshit mientras me comenta: NES, voy a enseñarte el último destino de ésta travesía.
Tras un rato a la deriva, acabamos en un puerto donde había una casa rodeada de cientos de lápidas, cada una de ellas con un nombre grabado que no alcanzaba a leerlos.
El doonga, tras volver a leer mis pensamientos me dice: NES ¿ves todas esas lápidas? Son antiguas máscaras y pruebas de las múltiples artimañas fallidas del Trío Maravilla, todo eso formó parte de una extensa Monografía. Fue mucho antes de que fueras llamado en mis intervenciones foriles.
De repente, aparece de la Nada asomado por la ventana de aquella casa un hombre que comienza a hablar de lo que parecerían ser mandamientos que el hombre debería de llevar a cabo en su vida, pero el doonga se le adelanta interrumpiéndole antes de que acabase y le pregunta: ¿Cuándo vas a vender tu casa y a compartirlo todo con los pobres?
Aquel hombre se enfurece y de la Nada se transforma en mujer y ésta comienza a hablar sobre actos de misericordia.
El doonga ríe ante la situación y comenta: Ya mismo aparece el otro clon. Ya te he enseñado lo que por ahora debías conocer, NES.
De la Nada aparecemos suspendidos en el aire mientras poco a poco somos elevados hacia lo más alto del cielo. Baje la mirada sin salir del asombro ante tal situación. Vi cómo el velero doongüiano San Juan desaparece en la Nada junto a aquellas tierras que visitamos.
El doonga se despide de mi con un gesto amable de agradecimiento.
Al despertar de aquel sueño oigo una voz que me dice: Da a conocer anunciando a los foristas de foronuevo todo lo que has visto y oido en las revelaciones doongüianas.
Hoy 25 de abril del 2022, he cumplido con lo que esa voz me dictó dándoles a conocer el mensaje de las revelaciones doongüianas a los foristas de foronuevo.
Tomb- Mensajes : 26231
Fecha de inscripción : 07/12/2020
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Localización : Pandora
Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 8 - Lascivia
Me incorporé, ligero, depositándola cuidadosamente sobre los cojines al tiempo que me colocaba, de rodillas, en su retaguardia. Sus suspiros y temblores arreciaban, de manera que mientras depositaba nerviosos besos en su espalda, mis manos remangaron el vestido hasta la cintura, tras lo cual, incorporándome un poco y reculando brevemente para una mejor visión del panorama... quedé pasmao. Fué un impacto demoledor que por poco arruina el momento; si colocarme una goma ya me enfría habitualmente, imaginar una pelea con esas blindadas prendas imposibles de apartar con donosura elegancia, me aterraba; pero al cabo, mi amplia experiencia en lencería clásica, iluminó lascivamente mis ojos ¡¡un liguero!!
Un blanco paisaje enmarcado por el negro liguero y los elásticos, y dividido por el breve hilo de un rojo tanga, se presentaba como manjar exquisito para mi lujuría galopante, acelerada al constatar en el suave tafanario tenues trazas de fina pelusilla como de melocotón.
Golmajo, me mordí los labios, mientras estudiaba detenidamente como empezar pastel tan prometedor.
El eco de sus risas cantarinas reverberaba por mi sesera mientras extasiado contemplaba aquella ebúrnea maravilla, cuando mi anhelante urgencia, me instó a tocar para oír lo que veía.
Una palmada breve deposité sobre su nivea nalga que sonó a inmediatas maravillas placenteras, de tal modo que me invadió el ánimo y decidido introduje el índice entre la roja tira y el bruno barranco, deslizándolo lentamente hacia abajo con el afán de despojarla de la última impedimenta que me separaba de su manantial de hidromiel; tiré, tiré y tiré mientras la lycra se tensaba, se tensaba y no cedía, hasta que de repente ¡zas! Se me escapó el tenue hilillo del tanga estrellándose en tan sensibles partes.
Mi boca se abrió tanto como mis ojos, mis manos se levantaron reflejas hasta la altura de las orejas y ella se volvió escrutadora con un gesto nada conciliador en sus ahora indignados ojos.
Grandemente se tranquilizó mi ánimo cuando percibí de nuevo su sonrisa tras el furioso gesto anterior y rápidamente me apliqué a la labor de aliviar el dolor que tan torpemente le había producido.
A tal efecto aplique mi mano sobre la zona dolorida y apoyando el pulgar sobre la tira roja, la palma de mi mano y mis dedos todos, se esmeraron en aliviar con un suave masaje la desazón de la zona.
Sin embargo, de inmediato constaté que la desazón, lejos de menguar crecía y que la zona empezaba a inundarse de un suave gel y que sin que mis oídos captasen cumbia alguna, bachata o mambo, aquello se estaba moviendo con una excitante cadenciosidad y que mi mano se encontraba ya enteramente cubierta de lubricante humedad y que el ritmo alcanzaba ya frecuencias trepidantes y que sólamente gracias al firme apoyo que mi mano encontraba en su pulgar podía mantenerla en ese alborotado carrusel; pero justamente entonces en uno de los violentos meneos... el pulgar se hundió, desapareció tragado al caerse de la linea roja y desapareció en el barranco oscuro.
Glub -shock
Justo al tiempo que mis ojos se abrían desmesuradamente, noté que un anillo se cerraba sobre mi pulgar aprisionándolo con firmeza y durante unos segundos permanecí indeciso, pues el contoneo cadencioso se había detenido súbitamente, las risas y jadeos habían desaparecido, la música que se colaba desde no se qué lejano chismófono se había congelado en el entorno que nos vigilaba y hasta una mosca que por allí pasaba, se detuvo mosqueada.
Siendo evidente que la dueña del anillo, no consideraba cotidiana esa intromisión sorpresiva en los recónditos lugares, decidí retirarme con disimulo del... de ahí, al tiempo que la mosca reiniciaba el vuelo, la música reactivaba su ritmo , un nuevo jadeo apenas audible llegó a mis oídos, las caderas retomaron su cadencia y el anillo volvió a ceñirme. El pulgar.
Retomé el intento vanamente pues el anillo me apretaba inclemente y en ese tenue forcejeo en el que tímidamente in crescendo, la mósca, la música, el jadeo, el meneo y el incipiente compadreo se iban complicando (haciéndose cómplices, quiero decir) decidí hacer palanca apoyando el resto de mis dedos para liberar al preso y al intentar hacer palanca... anular e índice se enterraron en el otro hueco cómplice.
La cosa estaba jodida...
la nemotecnia hizo su aparición de repente asociando imágenes; la mano en esa posición, posición... los dedos insertados... ¡osti tú! ¡la partida de bolos! ¡se me había olvidado, Quique estaría furioso...!
Me liberé rápidamente y mientras me incorporaba y buscaba el chaquetón con la mirada, me despedí de ella.
-Hasta luego chati, había olvidado un compromiso.
Bajando las escaleras de tres en tres, eché una mirada al reloj; creo que aún llegaré a tiempo, me dije. Menos mal que no había llegado a quitarme los pantalones.
Tuve que frenar en seco; había olvidado el móvil, el teléfono quiero decir. Durante breves segundos, inmovil en el rellano, con la mano en el mentón y una ceja levantada consideré si era más importante llegar unos segundos tarde que permanecer incomunicado, al recordar que Bartola, había prometido llamarme, volví a trepar escaleras arriba como un gato con pilas de conejo.
La puerta permanecía abierta, pasé diligente y presuroso frente a la puerta del dormitorio y allí permanecia con los níveos muslos descubiertos inmersa en una catarata de asombrosas carcajadas ¿que que coño se reirá? pensé mientras pasaba presuroso justo antes de embestir con extrema violencia la colgante jaula del periquito.
Recuperándome del tremendo impacto en la cabeza divisé entre luces tililantes y como a cámara lenta, sus pasos elegantes, felinamente cadenciosos, que la acercaban a mi humanidad postrada en el suelo; llevaba una prenda roja en la mano y al pretender pasar sobre mi, frenó súbitamente y con un pie a cada lado de mi cuerpo cesó en su sonora carcajada mientras me preguntaba divertida
-Tienes sangre en la frente ¿te has amputado un cuerno?
Reuhí dos segundos su mirada, mientras la respuesta cavilaba y retomaba de nuevo el camino a su mirada, no pude por menos que parar en sus rodillas y al trazar el camino erré el sendero y mi mirar se deslizó muslos arriba hasta donde antes estuvo lo que ahora carecía y que en la mano portaba.
Y quedé atascado.
Medio lelo por el impacto terrible en la testuz, lelo total al atisbar, en el centro de sus muslos, hendido por aura de rosas, brillante y húmedo como cristal sonrosado de un hermoso templo, bellamente esculpido... intenté incorporarme asiéndome naúfrago a sus tobillos con vehemencia tal que la hice perder el equilibrio y cayo sobre mi faz, apoyada en sus rodillas.
Asomaba bajo el tibio repliegue de los pétalos de rosa, el pistilo de carne, coral vivo, envuelto en tenues efluvios atrayentes que tiraron de mi boca hacia el encuentro.
Se estremececió y alzó sanguino, brillante como un rubí y arder la hizo entera en sordos latidos, vibrando en espasmos hasta el cielo.
Y al alzar los ojos la vi, con el mentón apuntando al cielo emitiendo un grave ronroneo que me puso... de punta.
Sentí el bramido final y me apresté a cobrar mi premio.
De un manotazo aparté el teléfono impertinente y escurriéndome entre sus piernas, me arrodillé urgente en su detrás, acunando sus caderas con mis manos, ansiosas de esa tan suave tibieza que ahora evoco, como si en este mismo instante sucediera.
Tiemblo, analizo, olfateo como garañón nervioso y apunto al centro de tan blanco lienzo, con calma voy y vengo como la mar, callo, espero acechante; detengo los tiempos, próximo a sucumbir engendro minutos. Sé, hurgo, exprimo y me expreso cadencioso. Probable y cierto, sucumbo trastabillante al orden preconcebido. Fluyo.
Y me derrumbo lacio como si se me hubiese escapado el esqueleto a su interior.
¡Rrrrriiinnggg, rinnng! me despierto súbitamente.
-¿Quedamos otra vez?
Me incorporé, ligero, depositándola cuidadosamente sobre los cojines al tiempo que me colocaba, de rodillas, en su retaguardia. Sus suspiros y temblores arreciaban, de manera que mientras depositaba nerviosos besos en su espalda, mis manos remangaron el vestido hasta la cintura, tras lo cual, incorporándome un poco y reculando brevemente para una mejor visión del panorama... quedé pasmao. Fué un impacto demoledor que por poco arruina el momento; si colocarme una goma ya me enfría habitualmente, imaginar una pelea con esas blindadas prendas imposibles de apartar con donosura elegancia, me aterraba; pero al cabo, mi amplia experiencia en lencería clásica, iluminó lascivamente mis ojos ¡¡un liguero!!
Un blanco paisaje enmarcado por el negro liguero y los elásticos, y dividido por el breve hilo de un rojo tanga, se presentaba como manjar exquisito para mi lujuría galopante, acelerada al constatar en el suave tafanario tenues trazas de fina pelusilla como de melocotón.
Golmajo, me mordí los labios, mientras estudiaba detenidamente como empezar pastel tan prometedor.
El eco de sus risas cantarinas reverberaba por mi sesera mientras extasiado contemplaba aquella ebúrnea maravilla, cuando mi anhelante urgencia, me instó a tocar para oír lo que veía.
Una palmada breve deposité sobre su nivea nalga que sonó a inmediatas maravillas placenteras, de tal modo que me invadió el ánimo y decidido introduje el índice entre la roja tira y el bruno barranco, deslizándolo lentamente hacia abajo con el afán de despojarla de la última impedimenta que me separaba de su manantial de hidromiel; tiré, tiré y tiré mientras la lycra se tensaba, se tensaba y no cedía, hasta que de repente ¡zas! Se me escapó el tenue hilillo del tanga estrellándose en tan sensibles partes.
Mi boca se abrió tanto como mis ojos, mis manos se levantaron reflejas hasta la altura de las orejas y ella se volvió escrutadora con un gesto nada conciliador en sus ahora indignados ojos.
Grandemente se tranquilizó mi ánimo cuando percibí de nuevo su sonrisa tras el furioso gesto anterior y rápidamente me apliqué a la labor de aliviar el dolor que tan torpemente le había producido.
A tal efecto aplique mi mano sobre la zona dolorida y apoyando el pulgar sobre la tira roja, la palma de mi mano y mis dedos todos, se esmeraron en aliviar con un suave masaje la desazón de la zona.
Sin embargo, de inmediato constaté que la desazón, lejos de menguar crecía y que la zona empezaba a inundarse de un suave gel y que sin que mis oídos captasen cumbia alguna, bachata o mambo, aquello se estaba moviendo con una excitante cadenciosidad y que mi mano se encontraba ya enteramente cubierta de lubricante humedad y que el ritmo alcanzaba ya frecuencias trepidantes y que sólamente gracias al firme apoyo que mi mano encontraba en su pulgar podía mantenerla en ese alborotado carrusel; pero justamente entonces en uno de los violentos meneos... el pulgar se hundió, desapareció tragado al caerse de la linea roja y desapareció en el barranco oscuro.
Glub -shock
Justo al tiempo que mis ojos se abrían desmesuradamente, noté que un anillo se cerraba sobre mi pulgar aprisionándolo con firmeza y durante unos segundos permanecí indeciso, pues el contoneo cadencioso se había detenido súbitamente, las risas y jadeos habían desaparecido, la música que se colaba desde no se qué lejano chismófono se había congelado en el entorno que nos vigilaba y hasta una mosca que por allí pasaba, se detuvo mosqueada.
Siendo evidente que la dueña del anillo, no consideraba cotidiana esa intromisión sorpresiva en los recónditos lugares, decidí retirarme con disimulo del... de ahí, al tiempo que la mosca reiniciaba el vuelo, la música reactivaba su ritmo , un nuevo jadeo apenas audible llegó a mis oídos, las caderas retomaron su cadencia y el anillo volvió a ceñirme. El pulgar.
Retomé el intento vanamente pues el anillo me apretaba inclemente y en ese tenue forcejeo en el que tímidamente in crescendo, la mósca, la música, el jadeo, el meneo y el incipiente compadreo se iban complicando (haciéndose cómplices, quiero decir) decidí hacer palanca apoyando el resto de mis dedos para liberar al preso y al intentar hacer palanca... anular e índice se enterraron en el otro hueco cómplice.
La cosa estaba jodida...
la nemotecnia hizo su aparición de repente asociando imágenes; la mano en esa posición, posición... los dedos insertados... ¡osti tú! ¡la partida de bolos! ¡se me había olvidado, Quique estaría furioso...!
Me liberé rápidamente y mientras me incorporaba y buscaba el chaquetón con la mirada, me despedí de ella.
-Hasta luego chati, había olvidado un compromiso.
Bajando las escaleras de tres en tres, eché una mirada al reloj; creo que aún llegaré a tiempo, me dije. Menos mal que no había llegado a quitarme los pantalones.
Tuve que frenar en seco; había olvidado el móvil, el teléfono quiero decir. Durante breves segundos, inmovil en el rellano, con la mano en el mentón y una ceja levantada consideré si era más importante llegar unos segundos tarde que permanecer incomunicado, al recordar que Bartola, había prometido llamarme, volví a trepar escaleras arriba como un gato con pilas de conejo.
La puerta permanecía abierta, pasé diligente y presuroso frente a la puerta del dormitorio y allí permanecia con los níveos muslos descubiertos inmersa en una catarata de asombrosas carcajadas ¿que que coño se reirá? pensé mientras pasaba presuroso justo antes de embestir con extrema violencia la colgante jaula del periquito.
Recuperándome del tremendo impacto en la cabeza divisé entre luces tililantes y como a cámara lenta, sus pasos elegantes, felinamente cadenciosos, que la acercaban a mi humanidad postrada en el suelo; llevaba una prenda roja en la mano y al pretender pasar sobre mi, frenó súbitamente y con un pie a cada lado de mi cuerpo cesó en su sonora carcajada mientras me preguntaba divertida
-Tienes sangre en la frente ¿te has amputado un cuerno?
Reuhí dos segundos su mirada, mientras la respuesta cavilaba y retomaba de nuevo el camino a su mirada, no pude por menos que parar en sus rodillas y al trazar el camino erré el sendero y mi mirar se deslizó muslos arriba hasta donde antes estuvo lo que ahora carecía y que en la mano portaba.
Y quedé atascado.
Medio lelo por el impacto terrible en la testuz, lelo total al atisbar, en el centro de sus muslos, hendido por aura de rosas, brillante y húmedo como cristal sonrosado de un hermoso templo, bellamente esculpido... intenté incorporarme asiéndome naúfrago a sus tobillos con vehemencia tal que la hice perder el equilibrio y cayo sobre mi faz, apoyada en sus rodillas.
Asomaba bajo el tibio repliegue de los pétalos de rosa, el pistilo de carne, coral vivo, envuelto en tenues efluvios atrayentes que tiraron de mi boca hacia el encuentro.
Se estremececió y alzó sanguino, brillante como un rubí y arder la hizo entera en sordos latidos, vibrando en espasmos hasta el cielo.
Y al alzar los ojos la vi, con el mentón apuntando al cielo emitiendo un grave ronroneo que me puso... de punta.
Sentí el bramido final y me apresté a cobrar mi premio.
De un manotazo aparté el teléfono impertinente y escurriéndome entre sus piernas, me arrodillé urgente en su detrás, acunando sus caderas con mis manos, ansiosas de esa tan suave tibieza que ahora evoco, como si en este mismo instante sucediera.
Tiemblo, analizo, olfateo como garañón nervioso y apunto al centro de tan blanco lienzo, con calma voy y vengo como la mar, callo, espero acechante; detengo los tiempos, próximo a sucumbir engendro minutos. Sé, hurgo, exprimo y me expreso cadencioso. Probable y cierto, sucumbo trastabillante al orden preconcebido. Fluyo.
Y me derrumbo lacio como si se me hubiese escapado el esqueleto a su interior.
¡Rrrrriiinnggg, rinnng! me despierto súbitamente.
-¿Quedamos otra vez?
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:Relato número 7 - Revelaciones doongüianas
Yo NES, hombre de poca fe en las religiones y credos tradicionales voy a compartirles una serie de revelaciones. A estas revelaciones las llamaré tal y cómo aparecen en el título de este relato, Revelaciones doongüianas.
Que conste, soy testigo y participante foril en las intervenciones doongüianas.
Durante un fin de semana de lo más fiestero, tras acostarme a altas horas de la madrugada, tuve en sueños una serie de revelaciones.
Me encontraba en una costa en medio de la Nada y mientras observaba la ida y venida de un calmado oleaje, alcé la mirada hacia el horizonte y de la Nada apareció un velero. Se trataba del San Juan porque así estaba escrito.
Una golondrina aparecida de la Nada revoleteaba a su alrededor, y tras pararse sobre el mástil abrió su pico y pronunció: El doonga va a hacerte una serie de revelaciones foriles, recuerda antes de Nada no olvidar el hexagrama nº 4.
En ese instante y de la Nada, doonga bajo la apariencia de un pequeño titi sujetado al mástil, fija su mirada sobre mi y pronuncia: Ahora Nada.
El silencio se hizo eco, el oleaje ya no era tan calmado.
El doonga vuelve a romper el silencio en medio de la Nada mientras dice: ¿Pensabas que estaba sugiriendo que nadaras hasta acá? Jaja. Nada como la Nada.
De la Nada aparecí abordo del San Juan y el doonga comienza durante la travesía a hacerme todo tipo de revelaciones.
Mientras miraba el cielo en plena travesía, vi dos soles, uno era blanco y el otro de apariencia cristalina. El doonga leyéndome la mente, hizo uso de su sabiduría para aclarar las dudas de mi mente sobre aquel acontecimiento. NES me dijo: ¿Ves esos dos soles poniéndose, uno sobre el Oeste y el otro por el Este? El sol blanco representa a los foristas como tú, foristas despiertos que decidieron hacer caso al hexagrama nº4, mientras que aquel otro sol cristalino… Oh, NES, no sigas sus pasos, pues conducen a la perdición. Si te encontrases con algún cristalino no sigas sus pasos.
Antes de que pudiera preguntarle qué quería decirme con lo de no seguir a ese sol y a los cristalinos, aparecimos en una lejana costa donde pude ver a un extraño hombre a las puerta de un cementerio donde podía leerse Recoleta, blandiendo un libro que no logré identificar como si se tratase de una espada. Lo hacía de forma insistente sobre la Nada.
El doonga tomando la palabra ante tal eventualidad dijo: Maxi, esos demonios a los que tratas de enfrentarte en tus sueños, solo son producto de tu mente. Nada de eso existe.
Aquel hombre le responde al doonga: Te espero en Recoleta.
El doonga al ver su firme convicción responde con un sonoro bullshit mientras me comenta: NES, voy a enseñarte el último destino de ésta travesía.
Tras un rato a la deriva, acabamos en un puerto donde había una casa rodeada de cientos de lápidas, cada una de ellas con un nombre grabado que no alcanzaba a leerlos.
El doonga, tras volver a leer mis pensamientos me dice: NES ¿ves todas esas lápidas? Son antiguas máscaras y pruebas de las múltiples artimañas fallidas del Trío Maravilla, todo eso formó parte de una extensa Monografía. Fue mucho antes de que fueras llamado en mis intervenciones foriles.
De repente, aparece de la Nada asomado por la ventana de aquella casa un hombre que comienza a hablar de lo que parecerían ser mandamientos que el hombre debería de llevar a cabo en su vida, pero el doonga se le adelanta interrumpiéndole antes de que acabase y le pregunta: ¿Cuándo vas a vender tu casa y a compartirlo todo con los pobres?
Aquel hombre se enfurece y de la Nada se transforma en mujer y ésta comienza a hablar sobre actos de misericordia.
El doonga ríe ante la situación y comenta: Ya mismo aparece el otro clon. Ya te he enseñado lo que por ahora debías conocer, NES.
De la Nada aparecemos suspendidos en el aire mientras poco a poco somos elevados hacia lo más alto del cielo. Baje la mirada sin salir del asombro ante tal situación. Vi cómo el velero doongüiano San Juan desaparece en la Nada junto a aquellas tierras que visitamos.
El doonga se despide de mi con un gesto amable de agradecimiento.
Al despertar de aquel sueño oigo una voz que me dice: Da a conocer anunciando a los foristas de foronuevo todo lo que has visto y oido en las revelaciones doongüianas.
Hoy 25 de abril del 2022, he cumplido con lo que esa voz me dictó dándoles a conocer el mensaje de las revelaciones doongüianas a los foristas de foronuevo.
Foristas de foronuevo, no soy digno escritor para competir contra vosotros, pero un voto vuestro bastará para ganarles.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 9 - Recuerdos
Día lluvioso,, y llueve y llueve, como dice la canción. Buen día para escribir. Día, mañana de inspiración para el que sepa hacerlo.
En este tiempo de recogimiento se aprovecha para seguir con los pequeños relatos, de aquella aventura que viví en una fábrica del extrarradio de Barcelona, de cuando llegue a esta ciudad, y que llamaremos o llamamos por ser su protagonista principal, el Tarabita
Corrían los años setenta, el 73 concretamente Tiempo este en que cualquier reclamación obrera, era aprovechada por los sindicatos de entonces para convertirlo en una lucha contra el Franquismo, y es que se llevaban muchos años de dictadura, y Franco entonces estaba enfermo, viejo, cansado con trombo flebitis y con un yerno cirujano que con sus ganas de notoriedad, y por sus malas prácticas médicas, según anunciaban la prensa aun clandestina y prohibida de la época, que le acelero su muerte.
Llego el día anunciado, y todas las empresas de aquella larga calle de adoquines y vias de tren por el medio, salieron en comitiva llenando toda la anchura de la vía. El camino hasta Barcelona era largo, pero se hizo corto porque marchábamos como en una romería o excursión y entre canciones antifranquistas, bromas gritos, eslóganes y riendo, llegamos a la Vía layetana, lugar en donde se encontraba el entonces sindicato CNS franquista (Sindicato Nacional Sindicalista). Y en donde ya nos esperaban los grises.
El Tarabita iba de los primeros. El haberse hecho delegado sindical liberado, y el haber estado en Rusia, con gastos pagados por el sindicato, paraíso de entonces de los comunistas españoles, le había creado otra personalidad mucho más fuerte, creyéndose con eso culto, volviéndose autoritario, y más prepotente de lo que ya era. A su banda y fieles seguidores los había distribuido como encargados de la seguridad de la manifestación, y allí que iba, el "Muralla", "Él busca nidos" "El Nervio", "El mano de piedra" “el Polla Gorda, “y el “Cara Cortada” sintiéndose autoridades por un dia, y ordenando a unos y otros de como debían ir en la formación.
El trayecto se hizo sin ningún contratiempo, solo que los grises y al entrar en la ciudad, habían reemplazado a los municipales, y ahora nos rodeaban en el trayecto, locos porque hiciéramos algo raro para aporrearnos
Nos paramos en la puerta del sindicato, enorme edificio que aun existe, con grandes y gruesos portalones con anchas cantoneras de latón, ante las que se plantó el Tarabita con su megáfono en mano, y sus aires de líder elegido, gritando frases reaccionarias, para el momento. Los demás enardecidos por el momento también gritábamos y nos empujábamos hacia la puerta.
Dentro el portero con modales de Guardia civil retirado, entreabrió un poco aquellos macizos portalones para decirle al Tarabita que no iba a dejar que pasara nadie, entonces los de detrás empezaron a empujar y a gritar, a lo que el líder animado por aquellas muestras de solidaridad, empezó a gritarle al detrás de la puerta, y a llamarlo vendido, esquirol, y toda una retahíla de insultos apropiados para la ocasión, por la que el hombre fue a cerrar la puerta, a lo que el fuera de si de el Tarabita y viendo que se cerraba la puerta hizo como había visto en las películas, fue y puso el pie entre los dos batientes, y ¡¡¡¡Haaaaaayyyyy, ¡!!! ¡¡¡¡¡abreee que me lo cortas, abreee.!!!!!! El grito que pego el líder laboral retumbo en la avenida, e hizo que todos se quedaran callados, y hasta los grises se acercaron aún más, pero ahora con las porras en la mano.
Repuestos de la sorpresa, todos querían ayudar a su querido compañero en la lucha, obrera, y se amontonaban y se empujaban queriendo auxiliarle. ¡¡¡¡hay que dolor, que dolor, el pie no lo siento, me lo ha cortado, me muero traerme algo del bar ¡!! Decía entre lamentos el Tarabita.
Poco a poco se fue calmando después de beberse dos copas de coñac, lo sentaron en el bordillo de la acera, y aquello, sin el ánimo, el empuje, y la animosidad del Tarabita, se quedo parado como falto de la fuerza que lo había animado al llegar allí, y poco a poco algunos se fueron retirando y perdiéndose por las calles vecinales, y los amigos del herido lo cogieron y casi en volandas se llevaron y se dirigieron ahonde acababan siempre, en el “Barrio chino”.
Por el en el camino el Tarabita ya cojeaba menos, y cuando llegamos a la vista de los bares del barrio en donde mujeres vistosas y escasa de ropas, nos sonreían, ya se paseaba el tarabita con su banda detrás por las barras de esos bares, y que cuando el de el mostrador les decía ¡¡que van a tomar los señores !! y se salían y asi hasta otro establecimiento, y to hacian por alegrar la vista, ya que no había nadie dispuesto a dejarse allí medio jornal cediendo a la invitación de aquellas mujeres, hasta que el Tarabita vio en un bar a un conocido del pueblo, con el que se paro a charlar, los demas se salieron fuera y solo se quedo dentro con el su fiel guardaespaldas del “Muralla”.
Junto y detras del lider cojo, se sentaba una mujer que le decía a ratos, me puedo tomar esto, me puedo tomar lo otro, y el Tarabita decía que si, quizás enfrascado en charla con el otro no se daba cuenta, y llego la hora de despedirse de su amigo del pueblo, y cuando ya se iban a salir , el de la barra dijo ¡¡he oigan y esto quien lo paga!!, el Tarabita sorprendido dijo .- que voy a pagar si no he tomado nada.- y las invitaciones que le ha hecho a esta chica ¿Qué ? .- Y a mí que me cuenta respondió el Tarabita, ella me decía que si podía tomar eso o aquello y yo le decía que si porque a mí que me importa lo que tome.-.- Pues esto hay que pagarlo, respondió el del bar.
-
Mientras uno, los del bar que había estado pendiente de la discusión se fue acercando. Tenía el aspecto de ser el chulo de la mujer a quien el tarabita no quería invitar, al mismo tiempo, el Muralla con sus dos metros de altura, y sus 120 kilos de peso, al verlo acercarse, el también se aproximó cerca de su jefe como dándole a entender al elegante chulesco que allí no tenía nada que hacer. Siguieron discutiendo, hasta que en un momento dado, el Tarabita cansados del tira y afloja, sé salió del bar seguido de cerca por el Muralla que miraba para atrás para ver las reacciones de los dentro. Pero no le siguieron, ni los llamaron, y la cosa acabo bien.
Y se perdieron por las calles vecinas, y acordaron de que en cada bar que visitaran, cada vez, y cada uno pagaría la ronda de todos, y así se hizo hasta que cuando le toco pagar al Tarabita, este desapareció, y ya no se le vio más hasta el día siguiente al que nadie se atrevió a afearle lo de su escapada para no pagar cuando le toco hacerlo. Cualquiera le decía algo, era entonces el líder de la fábrica, y estaba respaldado por el sindicato.
Tiempo después, el Tarabita siendo delegado sindical, liberado como era, ya no volvió mas a trabajar, solo aparecía de vez en cuando, y si había problemas laborales. Pero la fabrica no duro mucho más, un día llego el gerente diciendo que se trasladaban a otro municipio, y en pocas semanas se desmontaron las máquinas, y a los trabajadores que no quisieron trasladarse los despidieron, y así fue como desapareció esta fábrica de las que guardo muchos y agradables e inolvidables recuerdos.
Día lluvioso,, y llueve y llueve, como dice la canción. Buen día para escribir. Día, mañana de inspiración para el que sepa hacerlo.
En este tiempo de recogimiento se aprovecha para seguir con los pequeños relatos, de aquella aventura que viví en una fábrica del extrarradio de Barcelona, de cuando llegue a esta ciudad, y que llamaremos o llamamos por ser su protagonista principal, el Tarabita
Corrían los años setenta, el 73 concretamente Tiempo este en que cualquier reclamación obrera, era aprovechada por los sindicatos de entonces para convertirlo en una lucha contra el Franquismo, y es que se llevaban muchos años de dictadura, y Franco entonces estaba enfermo, viejo, cansado con trombo flebitis y con un yerno cirujano que con sus ganas de notoriedad, y por sus malas prácticas médicas, según anunciaban la prensa aun clandestina y prohibida de la época, que le acelero su muerte.
Llego el día anunciado, y todas las empresas de aquella larga calle de adoquines y vias de tren por el medio, salieron en comitiva llenando toda la anchura de la vía. El camino hasta Barcelona era largo, pero se hizo corto porque marchábamos como en una romería o excursión y entre canciones antifranquistas, bromas gritos, eslóganes y riendo, llegamos a la Vía layetana, lugar en donde se encontraba el entonces sindicato CNS franquista (Sindicato Nacional Sindicalista). Y en donde ya nos esperaban los grises.
El Tarabita iba de los primeros. El haberse hecho delegado sindical liberado, y el haber estado en Rusia, con gastos pagados por el sindicato, paraíso de entonces de los comunistas españoles, le había creado otra personalidad mucho más fuerte, creyéndose con eso culto, volviéndose autoritario, y más prepotente de lo que ya era. A su banda y fieles seguidores los había distribuido como encargados de la seguridad de la manifestación, y allí que iba, el "Muralla", "Él busca nidos" "El Nervio", "El mano de piedra" “el Polla Gorda, “y el “Cara Cortada” sintiéndose autoridades por un dia, y ordenando a unos y otros de como debían ir en la formación.
El trayecto se hizo sin ningún contratiempo, solo que los grises y al entrar en la ciudad, habían reemplazado a los municipales, y ahora nos rodeaban en el trayecto, locos porque hiciéramos algo raro para aporrearnos
Nos paramos en la puerta del sindicato, enorme edificio que aun existe, con grandes y gruesos portalones con anchas cantoneras de latón, ante las que se plantó el Tarabita con su megáfono en mano, y sus aires de líder elegido, gritando frases reaccionarias, para el momento. Los demás enardecidos por el momento también gritábamos y nos empujábamos hacia la puerta.
Dentro el portero con modales de Guardia civil retirado, entreabrió un poco aquellos macizos portalones para decirle al Tarabita que no iba a dejar que pasara nadie, entonces los de detrás empezaron a empujar y a gritar, a lo que el líder animado por aquellas muestras de solidaridad, empezó a gritarle al detrás de la puerta, y a llamarlo vendido, esquirol, y toda una retahíla de insultos apropiados para la ocasión, por la que el hombre fue a cerrar la puerta, a lo que el fuera de si de el Tarabita y viendo que se cerraba la puerta hizo como había visto en las películas, fue y puso el pie entre los dos batientes, y ¡¡¡¡Haaaaaayyyyy, ¡!!! ¡¡¡¡¡abreee que me lo cortas, abreee.!!!!!! El grito que pego el líder laboral retumbo en la avenida, e hizo que todos se quedaran callados, y hasta los grises se acercaron aún más, pero ahora con las porras en la mano.
Repuestos de la sorpresa, todos querían ayudar a su querido compañero en la lucha, obrera, y se amontonaban y se empujaban queriendo auxiliarle. ¡¡¡¡hay que dolor, que dolor, el pie no lo siento, me lo ha cortado, me muero traerme algo del bar ¡!! Decía entre lamentos el Tarabita.
Poco a poco se fue calmando después de beberse dos copas de coñac, lo sentaron en el bordillo de la acera, y aquello, sin el ánimo, el empuje, y la animosidad del Tarabita, se quedo parado como falto de la fuerza que lo había animado al llegar allí, y poco a poco algunos se fueron retirando y perdiéndose por las calles vecinales, y los amigos del herido lo cogieron y casi en volandas se llevaron y se dirigieron ahonde acababan siempre, en el “Barrio chino”.
Por el en el camino el Tarabita ya cojeaba menos, y cuando llegamos a la vista de los bares del barrio en donde mujeres vistosas y escasa de ropas, nos sonreían, ya se paseaba el tarabita con su banda detrás por las barras de esos bares, y que cuando el de el mostrador les decía ¡¡que van a tomar los señores !! y se salían y asi hasta otro establecimiento, y to hacian por alegrar la vista, ya que no había nadie dispuesto a dejarse allí medio jornal cediendo a la invitación de aquellas mujeres, hasta que el Tarabita vio en un bar a un conocido del pueblo, con el que se paro a charlar, los demas se salieron fuera y solo se quedo dentro con el su fiel guardaespaldas del “Muralla”.
Junto y detras del lider cojo, se sentaba una mujer que le decía a ratos, me puedo tomar esto, me puedo tomar lo otro, y el Tarabita decía que si, quizás enfrascado en charla con el otro no se daba cuenta, y llego la hora de despedirse de su amigo del pueblo, y cuando ya se iban a salir , el de la barra dijo ¡¡he oigan y esto quien lo paga!!, el Tarabita sorprendido dijo .- que voy a pagar si no he tomado nada.- y las invitaciones que le ha hecho a esta chica ¿Qué ? .- Y a mí que me cuenta respondió el Tarabita, ella me decía que si podía tomar eso o aquello y yo le decía que si porque a mí que me importa lo que tome.-.- Pues esto hay que pagarlo, respondió el del bar.
-
Mientras uno, los del bar que había estado pendiente de la discusión se fue acercando. Tenía el aspecto de ser el chulo de la mujer a quien el tarabita no quería invitar, al mismo tiempo, el Muralla con sus dos metros de altura, y sus 120 kilos de peso, al verlo acercarse, el también se aproximó cerca de su jefe como dándole a entender al elegante chulesco que allí no tenía nada que hacer. Siguieron discutiendo, hasta que en un momento dado, el Tarabita cansados del tira y afloja, sé salió del bar seguido de cerca por el Muralla que miraba para atrás para ver las reacciones de los dentro. Pero no le siguieron, ni los llamaron, y la cosa acabo bien.
Y se perdieron por las calles vecinas, y acordaron de que en cada bar que visitaran, cada vez, y cada uno pagaría la ronda de todos, y así se hizo hasta que cuando le toco pagar al Tarabita, este desapareció, y ya no se le vio más hasta el día siguiente al que nadie se atrevió a afearle lo de su escapada para no pagar cuando le toco hacerlo. Cualquiera le decía algo, era entonces el líder de la fábrica, y estaba respaldado por el sindicato.
Tiempo después, el Tarabita siendo delegado sindical, liberado como era, ya no volvió mas a trabajar, solo aparecía de vez en cuando, y si había problemas laborales. Pero la fabrica no duro mucho más, un día llego el gerente diciendo que se trasladaban a otro municipio, y en pocas semanas se desmontaron las máquinas, y a los trabajadores que no quisieron trasladarse los despidieron, y así fue como desapareció esta fábrica de las que guardo muchos y agradables e inolvidables recuerdos.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 10 - Mi amiga y la suya
Ser un niño desde la perspectiva de un mayor, puede llegar a ser muy inquietante, porque cuando un niño ve a otro, sólo piensa en jugar con él. Ya sea o no, un fantasma. Pero cuando ya se es mayorcito, la aceptación de algún ente misterioso ya es otro cantar y lo más probable es que acabes contándolo desde la comodidad del diván de un psiquiatra o psicólogo.
Este relato será el fiel reflejo de algo ocurrido de verdad. No hay inventos ni mentiras. Pues lo que pasó debe ser expuesto como tal, sin más florituras que la verdad, porque así se me pidió y así lo prometí.
Una de mis amigas nos invitó a las de la cuadrilla habitual y a mí, a pasar la noche en su casa. Tremendo caserón lleno de puertas cerradas y pasillos oscuros, pero no fue ningún impedimento para prepararnos a una noche entre chicas, con pizzas, pelis, helados y palomitas.
Esa fue la parte buena. La mala vino cuando tocó irnos a dormir.
La anfitriona me susurró de repente, que me fuera a dormir con ella.
Si alguien a estas alturas del relato piensa en alguna cochinada, nada más lejos de la realidad. Pues recuerden que hoy os debo la verdad absoluta y por no haber, no hubo ni cosquillas.
Las chicas se repartieron de 2 en 2 en cada habitación y yo me quedé asignada a la de mi amiga.
Salí del aseo y vi a mi amiga sentada en la cama. Pensé que me estaba esperando pero no. En realidad, estaba como escuchando algo. Y de repente, empezó a contarme que tenía una amiga que casi siempre estaba en su casa. Se me erizaron los pelos de la nuca, porque sentía que ella podía creer que así era realmente, pero la invité a seguir.
Me comentó que su amiga se llamaba Eli y que nos había acompañado durante toda la velada. Y ahora, se ve que seguía allí mismo con nosotras. Le pregunté si le parecía bien que yo estuviera allí y si no hacía ningún daño nunca. Me dijo que justo se acababa de ir y que era inofensiva.
Me relajé, pero sólo un poco y quise dejar las luces del aseo encendidas, pero en seguida me dijo de apagarlas.
Me volví a encoger.
De pronto, mi amiga se quedó como quieta y al minuto, me comenta que Eli sí me quiere conocer y que va a volver en cuanto ella se duerma, para sólo volverse visible para mí.
¡Mierda!
¡Y me tenía que tocar a mí, con todas las chicas que había en la casa!
Me tensé como una cuerda de violín. Pero no quise parecer grosera y le dije que no habría problema. En realidad, pensaba en dormirme cuanto antes y pasar de todo pero aquella noche…
¡Iba a dormir santa Rita!
Y pensé que podría necesitar un arma o algo así, pero la idea me pareció un tanto estúpida realmente. Y aún así, agarré en cada mano, uno de mis zapatos de tacón y mi móvil.
Nos echamos en su cama grande y me hice una bola, mientras mi amiga apagaba la luz de su mesita de noche. Se oyó una campana tañer en la lejanía y pronto estuvimos envueltas en un silencio absoluto. Hasta que empecé a oír un delicado frufrú y apreté los ojos muy fuertes, negándome a abrirlos. Luego pensé en que la luz estaba apagada, así que poco podría ver en la oscuridad. Y no estaba segura de que eso no fuera peor. Me pareció que mi amiga ya llevaba un buen rato quieta y su respiración era suave y serena, así que di por hecho que sólo yo estaba despierta.
Entreabrí un ojo y juro por todos los santos nombrados siempre por mi abuela, que allí mismo apareció una chica muy blanquecina.
¡Demasiado blanca!
Mi alarido debió de ser oído por todos los durmientes de la casa. Zarandeé a mi amiga y cuando volví a mirar, el ente blanco ya había desaparecido. Se había desvanecido o había salido de mi cabeza, sugestionada por el fantasioso cuento de mi amiga que necesitaba muy probablemente una larga terapia psicológica por sus llamadas de atención.
¡Y yo, probablemente otra!
Le expliqué que había tenido una pesadilla y que no quería volver a repetirla. Le pedí quedarme en el sofá del espacioso salón, viendo mi serie favorita.
Mi amiga accedió sin pedirme más explicaciones.
¡Qué alivio¡
La verdad es que la notaba como disfrutando de la situación, como si le resultara muy gracioso que yo hubiese tenido una pesadilla.
¡Maldita amiga, la mía y las demás durmiendo como troncos!
De repente, ella ladeó su cabeza como si escuchara algo.
Y tranquilamente, me soltó que Eli me esperaba en el sofá.
¡Mierda¡
Ser un niño desde la perspectiva de un mayor, puede llegar a ser muy inquietante, porque cuando un niño ve a otro, sólo piensa en jugar con él. Ya sea o no, un fantasma. Pero cuando ya se es mayorcito, la aceptación de algún ente misterioso ya es otro cantar y lo más probable es que acabes contándolo desde la comodidad del diván de un psiquiatra o psicólogo.
Este relato será el fiel reflejo de algo ocurrido de verdad. No hay inventos ni mentiras. Pues lo que pasó debe ser expuesto como tal, sin más florituras que la verdad, porque así se me pidió y así lo prometí.
Una de mis amigas nos invitó a las de la cuadrilla habitual y a mí, a pasar la noche en su casa. Tremendo caserón lleno de puertas cerradas y pasillos oscuros, pero no fue ningún impedimento para prepararnos a una noche entre chicas, con pizzas, pelis, helados y palomitas.
Esa fue la parte buena. La mala vino cuando tocó irnos a dormir.
La anfitriona me susurró de repente, que me fuera a dormir con ella.
Si alguien a estas alturas del relato piensa en alguna cochinada, nada más lejos de la realidad. Pues recuerden que hoy os debo la verdad absoluta y por no haber, no hubo ni cosquillas.
Las chicas se repartieron de 2 en 2 en cada habitación y yo me quedé asignada a la de mi amiga.
Salí del aseo y vi a mi amiga sentada en la cama. Pensé que me estaba esperando pero no. En realidad, estaba como escuchando algo. Y de repente, empezó a contarme que tenía una amiga que casi siempre estaba en su casa. Se me erizaron los pelos de la nuca, porque sentía que ella podía creer que así era realmente, pero la invité a seguir.
Me comentó que su amiga se llamaba Eli y que nos había acompañado durante toda la velada. Y ahora, se ve que seguía allí mismo con nosotras. Le pregunté si le parecía bien que yo estuviera allí y si no hacía ningún daño nunca. Me dijo que justo se acababa de ir y que era inofensiva.
Me relajé, pero sólo un poco y quise dejar las luces del aseo encendidas, pero en seguida me dijo de apagarlas.
Me volví a encoger.
De pronto, mi amiga se quedó como quieta y al minuto, me comenta que Eli sí me quiere conocer y que va a volver en cuanto ella se duerma, para sólo volverse visible para mí.
¡Mierda!
¡Y me tenía que tocar a mí, con todas las chicas que había en la casa!
Me tensé como una cuerda de violín. Pero no quise parecer grosera y le dije que no habría problema. En realidad, pensaba en dormirme cuanto antes y pasar de todo pero aquella noche…
¡Iba a dormir santa Rita!
Y pensé que podría necesitar un arma o algo así, pero la idea me pareció un tanto estúpida realmente. Y aún así, agarré en cada mano, uno de mis zapatos de tacón y mi móvil.
Nos echamos en su cama grande y me hice una bola, mientras mi amiga apagaba la luz de su mesita de noche. Se oyó una campana tañer en la lejanía y pronto estuvimos envueltas en un silencio absoluto. Hasta que empecé a oír un delicado frufrú y apreté los ojos muy fuertes, negándome a abrirlos. Luego pensé en que la luz estaba apagada, así que poco podría ver en la oscuridad. Y no estaba segura de que eso no fuera peor. Me pareció que mi amiga ya llevaba un buen rato quieta y su respiración era suave y serena, así que di por hecho que sólo yo estaba despierta.
Entreabrí un ojo y juro por todos los santos nombrados siempre por mi abuela, que allí mismo apareció una chica muy blanquecina.
¡Demasiado blanca!
Mi alarido debió de ser oído por todos los durmientes de la casa. Zarandeé a mi amiga y cuando volví a mirar, el ente blanco ya había desaparecido. Se había desvanecido o había salido de mi cabeza, sugestionada por el fantasioso cuento de mi amiga que necesitaba muy probablemente una larga terapia psicológica por sus llamadas de atención.
¡Y yo, probablemente otra!
Le expliqué que había tenido una pesadilla y que no quería volver a repetirla. Le pedí quedarme en el sofá del espacioso salón, viendo mi serie favorita.
Mi amiga accedió sin pedirme más explicaciones.
¡Qué alivio¡
La verdad es que la notaba como disfrutando de la situación, como si le resultara muy gracioso que yo hubiese tenido una pesadilla.
¡Maldita amiga, la mía y las demás durmiendo como troncos!
De repente, ella ladeó su cabeza como si escuchara algo.
Y tranquilamente, me soltó que Eli me esperaba en el sofá.
¡Mierda¡
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 11 - Un deseo sano
Ella había pensado en varias ocasiones que necesitaba tacones altos para estar a su altura. Esta frase suya poseía tanto de literal como de metafórica. Pero cuando él le hizo el regalo, esto no se lo dijo. Solamente le preguntó: “¿A qué viene este regalo”. Y él le respondió: “Porque me haces feliz, porque me das amor, cariño y alegría”.
Ella se sintió muy decepcionada, pero no se lo dijo. Sin embargo pensó que amor, cariño y alegría también se lo podía haber entregado, por ejemplo, un perro. Por eso se calló. A ella le hubiera gustado oír que había algo en ella que la distinguía de las demás, de todas las que le pudieran entregar amor, cariño y alegría ella era especial. En ese momento sintió que esas palabras igualmente él podría habérselas dicho a alguna otra mujer. Sí, cogió los zapatos de tacón alto que él le regalaba, le dio las gracias y le sonrió, pero lo demás lo calló.
Ahora estaba frente al médico, quien le ofrecía unos comprimidos que podrían reducirle la angustia y ayudarla a dormir. Ella le dijo al galeno: “¿No le parece paradójico recetar ansiolíticos a una ansiosa?, en buena lógica —continuó— una ansiosa siente ansia. Supongo no esperará que tome solamente las tres pastillas que me receta al día”.
El médico le sonrió mientras mostraba su perfecta y blanca dentadura. Y a ella en ese momento le pareció que el doctor era muy seductor, y además, y eso era “lo malo”, que el doctor sabía que lo era. Ese día llevaba puestos los zapatos de alto tacón que él le regaló, unos zapatos que podían muy bien enviar un mensaje erótico, pero que allí en la consulta no surtieron efecto.
Ella sabía que el único antidepresivo que le funcionaba era en realidad estar con su amante. Pero no lo dijo. Y eso que sabía perfectamente que entre aquellas cuatro paredes de la consulta podía decir todo aquello que le pasara por su cabeza sin complejos. Podía decir que vomitaba, que a veces pensaba en cortarse las venas con las cuchillas de afeitar, y que en otras se deleitaba pensando en su propio funeral. Pero no lo dijo. No dijo ni tan siquiera que los únicos días en que podía pasar perfectamente horas y horas sin sentir esa angustia que la embargaba, eran los momentos en que estaba con él. Las únicas mañanas en que se levantaba sin lágrimas en los ojos y el estómago retorciéndola, eran las mañanas que al levantarse veía a su lado el cuerpo de él. Que todo cuanto deseaba era vivir con él, porque sabía que entonces contaría con alguna posibilidad de pasarse al otro lado de la raya, al de la gente presuntamente normal.
Hace treinta años, pensó, nadie hubiera dudado que yo estaba enamorada y mi deseo se hubiera considerado normal. Ahora es una forma de debilidad, y yo —se dijo— una dependiente emocional. Hace treinta años —explicó al médico— me enviaron a un psiquiatra freudiano, y usted me dice ahora que gran parte de mis problemas actuales los tiene una terapia recibida equivocadamente. Me explica usted —prosiguió— que hace treinta años mi problema ni se trataba ni se diagnosticaba, que hace treinta años un problema como el mío se escondía debajo de la alfombra. Que lo que me ocurría no podía haber sucedido, y si no podía haber sucedido yo no podía contarlo. El caso, —continuaba— es que todo cuanto deseo es la posibilidad de acostarme al lado de la misma persona, de una persona en particular. Necesito saber que si me despierto en medio de un ataque de angustia pueda abrazarme a su cuerpo y volverme a dormir… pero usted, doctor, tiene el valor de decirme que ese deseo no es un deseo sano, que está fuera de lugar. Sin embargo ¿sabe lo que le digo? que es, precisamente este deseo, el único deseo sano de todos cuantos tengo.
Ella había pensado en varias ocasiones que necesitaba tacones altos para estar a su altura. Esta frase suya poseía tanto de literal como de metafórica. Pero cuando él le hizo el regalo, esto no se lo dijo. Solamente le preguntó: “¿A qué viene este regalo”. Y él le respondió: “Porque me haces feliz, porque me das amor, cariño y alegría”.
Ella se sintió muy decepcionada, pero no se lo dijo. Sin embargo pensó que amor, cariño y alegría también se lo podía haber entregado, por ejemplo, un perro. Por eso se calló. A ella le hubiera gustado oír que había algo en ella que la distinguía de las demás, de todas las que le pudieran entregar amor, cariño y alegría ella era especial. En ese momento sintió que esas palabras igualmente él podría habérselas dicho a alguna otra mujer. Sí, cogió los zapatos de tacón alto que él le regalaba, le dio las gracias y le sonrió, pero lo demás lo calló.
Ahora estaba frente al médico, quien le ofrecía unos comprimidos que podrían reducirle la angustia y ayudarla a dormir. Ella le dijo al galeno: “¿No le parece paradójico recetar ansiolíticos a una ansiosa?, en buena lógica —continuó— una ansiosa siente ansia. Supongo no esperará que tome solamente las tres pastillas que me receta al día”.
El médico le sonrió mientras mostraba su perfecta y blanca dentadura. Y a ella en ese momento le pareció que el doctor era muy seductor, y además, y eso era “lo malo”, que el doctor sabía que lo era. Ese día llevaba puestos los zapatos de alto tacón que él le regaló, unos zapatos que podían muy bien enviar un mensaje erótico, pero que allí en la consulta no surtieron efecto.
Ella sabía que el único antidepresivo que le funcionaba era en realidad estar con su amante. Pero no lo dijo. Y eso que sabía perfectamente que entre aquellas cuatro paredes de la consulta podía decir todo aquello que le pasara por su cabeza sin complejos. Podía decir que vomitaba, que a veces pensaba en cortarse las venas con las cuchillas de afeitar, y que en otras se deleitaba pensando en su propio funeral. Pero no lo dijo. No dijo ni tan siquiera que los únicos días en que podía pasar perfectamente horas y horas sin sentir esa angustia que la embargaba, eran los momentos en que estaba con él. Las únicas mañanas en que se levantaba sin lágrimas en los ojos y el estómago retorciéndola, eran las mañanas que al levantarse veía a su lado el cuerpo de él. Que todo cuanto deseaba era vivir con él, porque sabía que entonces contaría con alguna posibilidad de pasarse al otro lado de la raya, al de la gente presuntamente normal.
Hace treinta años, pensó, nadie hubiera dudado que yo estaba enamorada y mi deseo se hubiera considerado normal. Ahora es una forma de debilidad, y yo —se dijo— una dependiente emocional. Hace treinta años —explicó al médico— me enviaron a un psiquiatra freudiano, y usted me dice ahora que gran parte de mis problemas actuales los tiene una terapia recibida equivocadamente. Me explica usted —prosiguió— que hace treinta años mi problema ni se trataba ni se diagnosticaba, que hace treinta años un problema como el mío se escondía debajo de la alfombra. Que lo que me ocurría no podía haber sucedido, y si no podía haber sucedido yo no podía contarlo. El caso, —continuaba— es que todo cuanto deseo es la posibilidad de acostarme al lado de la misma persona, de una persona en particular. Necesito saber que si me despierto en medio de un ataque de angustia pueda abrazarme a su cuerpo y volverme a dormir… pero usted, doctor, tiene el valor de decirme que ese deseo no es un deseo sano, que está fuera de lugar. Sin embargo ¿sabe lo que le digo? que es, precisamente este deseo, el único deseo sano de todos cuantos tengo.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 12 - Casi la liamos
Teníamos unos días de vacaciones y decidimos irnos a la playa. Alquilamos un coche y nos fuimos con lo puesto, total iban a ser cuatro o cinco noches y dormiríamos en la playa o en el mismo coche.
Al poco de salir alcanzamos a un autobús que iba lleno de chicos que por su edad deberían hacer un viaje de fin de curso, uno de los que iba sentado atrás se giró y nos miró, y a mi compañero no se le ocurrió otra cosa que hacerle una peineta. Por supuesto que el chico del autobús se enfadó y se la devolvió, eso hizo que el resto de chicos se volviese y todos empezaron a enseñarnos los puños y se supone que a decirnos toda clase de cosas.
Íbamos por carretera, así que en cuanto pude adelanté al autobús. Unos cuantos kilómetros más adelante pasamos por un pueblo y sin pensármelo me metí por la primera calle y paré el coche. Mi compañero me preguntó por qué lo hacia, y sin decir nada di la vuelta al coche y esperé. En cuanto vi pasar al autobús aceleré y salimos a la carretera otra vez detrás del autobús. Con un leve toque del claxon hizo que uno de los chicos del autobús se volviera y al vernos empezó a gritar e inmediatamente todos los chicos se pusieron en la parte de atrás del autobús para hacernos peinetas.
Al trasladar todo el peso de los pasajeros a la parte de atrás eso hizo que el autobús se desestabilizara y se saliese de la carretera; afortunadamente el conductor se hizo con él y logró pararlo antes de que volcase. Yo me estremecí del susto y a partir de ahí conduje el coche con toda prudencia hasta que llegamos a la playa.
Teníamos unos días de vacaciones y decidimos irnos a la playa. Alquilamos un coche y nos fuimos con lo puesto, total iban a ser cuatro o cinco noches y dormiríamos en la playa o en el mismo coche.
Al poco de salir alcanzamos a un autobús que iba lleno de chicos que por su edad deberían hacer un viaje de fin de curso, uno de los que iba sentado atrás se giró y nos miró, y a mi compañero no se le ocurrió otra cosa que hacerle una peineta. Por supuesto que el chico del autobús se enfadó y se la devolvió, eso hizo que el resto de chicos se volviese y todos empezaron a enseñarnos los puños y se supone que a decirnos toda clase de cosas.
Íbamos por carretera, así que en cuanto pude adelanté al autobús. Unos cuantos kilómetros más adelante pasamos por un pueblo y sin pensármelo me metí por la primera calle y paré el coche. Mi compañero me preguntó por qué lo hacia, y sin decir nada di la vuelta al coche y esperé. En cuanto vi pasar al autobús aceleré y salimos a la carretera otra vez detrás del autobús. Con un leve toque del claxon hizo que uno de los chicos del autobús se volviera y al vernos empezó a gritar e inmediatamente todos los chicos se pusieron en la parte de atrás del autobús para hacernos peinetas.
Al trasladar todo el peso de los pasajeros a la parte de atrás eso hizo que el autobús se desestabilizara y se saliese de la carretera; afortunadamente el conductor se hizo con él y logró pararlo antes de que volcase. Yo me estremecí del susto y a partir de ahí conduje el coche con toda prudencia hasta que llegamos a la playa.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Bueno, hasta aquí los relatos que he recibido. Mañana abriré votación, si alguien más quiere participar tiene 24 horas todavía de tiempo. A quienes ya lo habéis hecho muchas gracias.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Abro votaciones.
Se votará con 3, 2 y 1 punto a los relatos que más os hayan gustado.
Los votos me los mandaréis a mí por privado y luego yo los haré público junto al relato ganador.
El plazo será hasta el 16 de mayo.
Yo no votaré porque al saber quien ha escrito cada relato podría estar influenciada.
Se votará con 3, 2 y 1 punto a los relatos que más os hayan gustado.
Los votos me los mandaréis a mí por privado y luego yo los haré público junto al relato ganador.
El plazo será hasta el 16 de mayo.
Yo no votaré porque al saber quien ha escrito cada relato podría estar influenciada.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:Abro votaciones.
Se votará con 3, 2 y 1 punto a los relatos que más os hayan gustado.
Los votos me los mandaréis a mí por privado y luego yo los haré público junto al relato ganador.
El plazo será hasta el 16 de mayo.
Yo no votaré porque al saber quien ha escrito cada relato podría estar influenciada.
A todo esto tengo una pregunta ¿Seria justo que votásemos por nuestro propio relato? Porque de ser así podríamos estar inflando o en cierto punto sobrevalorándonos en vez hacer un voto justo.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Ya discutimos eso en el primer concurso y se llegó a la conclusión de que cada uno puede hacer lo que quiera, pero que no sería ético votar por nuestro propio relato.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Alto, paren las rotativas, todo el mundo quieto, he recibido un nuevo relato y como todavía nadie ha votado he decidido incluirlo en el concurso.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Relato número 13 - La doctora Tomb
¡Doctora Tomb!, ¡Doctora Tomb, acuda a la sala número 5! Es urgente.
En aquel paritorio la doctora Tomb era la mejor considerada. Además de su mucha ciencia, su buen saber hacer, y los innumerables éxitos logrados en partos dificultosos, tenía siempre una agradable sonrisa, una esperanzadora frase hacia las ingresadas, y jamás se derrumbaba ante una dificultad. Era el positivismo viviente, y no dejaba un caso difícil por nada del mundo. No tenía hora de salida del centro hospitalario si había el más mínimo problema en una parturienta.
Admirada por pacientes, colegas, enfermeras y personal de toda la clínica, era reclamada en esos momentos ante un gravísimo parto de una mujer joven recién ingresada. No pasaron ni dos minutos cuando la doctora Tomb estaba frente a la cama de la mujer que debía parir en una situación muy compleja, donde ni su vida ni la del bebé se garantizaba.
El marido, nervioso y totalmente descompuesto por la situación, miraba a la doctora casi rogándole un milagro, pero la doctora no era milagrera, era una mujer entregada totalmente a su profesión, con amplios conocimientos y con un deseo y entrega de hacer todo lo mejor posible. Y se puso manos a la obra.
Dio las órdenes oportunas para que la mujer fuera llevada de inmediato al quirófano, la operación no podía esperar y ella, aunque por su serena sonrisa no lo demostrara exteriormente, en su adentro rezaba por aquella mujer y aquella nueva criaturita, y eso que, la doctora Tomb, no era lo que se podría catalogar como una creyente.
La operación fue ardua, pocas veces en su dilatada vida profesional la doctora creyó imposible la salvación de madre e hijo. Hubo un momento crucial donde otro profesional se hubiera derrumbado, pero la doctora Tomb puso toda su alma y corazón, y mucho más, en no desfallecer. Para el joven esposo la espera resultó una eternidad, pero la recompensa valió la pena: la madre y un hermoso niño salieron felices del trance.
La doctora Tomb, ese día sí, decidió marcharse a descansar, naturalmente dando todas las recomendaciones y brindándose a ser llamada a su domicilio si alguna dificultad se presentaba tanto para la mujer como para su bebé.
Al día siguiente en la habitación de la nueva madre todo era felicidad. La noche la pasó sin problema alguno y el bebé mostraba un aspecto sano y maravilloso, y el padre una cara de felicidad y radiante de satisfacción como pocos.
A media mañana la doctora Tomb se presentó para hacer un reconocimiento. Poco faltó para que el padre no se arrodillara a sus pies, pues el hombre sufrió como nadie se puede imaginar. La madre daba gracias a la doctora y hasta el niño pareció gratificarla con una sonrisa. Cuando ya se iba a marchar para visitar a otras parturientas a su cargo, el hombre le dijo estas palabras.
-Doctora Tomb, nuestro agradecimiento será eterno, y le vamos a pedir un favor, que sea usted quien elija el nombre de nuestro primer hijo.
La doctora intentó excusarse, pues entendió que eso correspondía a ellos como padres, pero ante la insistencia de la pareja tan feliz cedió y les dijo así:
—Bien, acepto el reto. No les extrañe el nombre que les digo, pero sería muy prolijo explicar su porqué, pongan al niño de nombre “…………...”.
Y aquí me tienen 86 años después, gracias a la mejor doctora del mundo: la Doctora Tomb.
***************
Nota. El nombre (por ahora anónimo) será dado a conocer una vez acabe el concurso y se sepa el resultado.
¡Doctora Tomb!, ¡Doctora Tomb, acuda a la sala número 5! Es urgente.
En aquel paritorio la doctora Tomb era la mejor considerada. Además de su mucha ciencia, su buen saber hacer, y los innumerables éxitos logrados en partos dificultosos, tenía siempre una agradable sonrisa, una esperanzadora frase hacia las ingresadas, y jamás se derrumbaba ante una dificultad. Era el positivismo viviente, y no dejaba un caso difícil por nada del mundo. No tenía hora de salida del centro hospitalario si había el más mínimo problema en una parturienta.
Admirada por pacientes, colegas, enfermeras y personal de toda la clínica, era reclamada en esos momentos ante un gravísimo parto de una mujer joven recién ingresada. No pasaron ni dos minutos cuando la doctora Tomb estaba frente a la cama de la mujer que debía parir en una situación muy compleja, donde ni su vida ni la del bebé se garantizaba.
El marido, nervioso y totalmente descompuesto por la situación, miraba a la doctora casi rogándole un milagro, pero la doctora no era milagrera, era una mujer entregada totalmente a su profesión, con amplios conocimientos y con un deseo y entrega de hacer todo lo mejor posible. Y se puso manos a la obra.
Dio las órdenes oportunas para que la mujer fuera llevada de inmediato al quirófano, la operación no podía esperar y ella, aunque por su serena sonrisa no lo demostrara exteriormente, en su adentro rezaba por aquella mujer y aquella nueva criaturita, y eso que, la doctora Tomb, no era lo que se podría catalogar como una creyente.
La operación fue ardua, pocas veces en su dilatada vida profesional la doctora creyó imposible la salvación de madre e hijo. Hubo un momento crucial donde otro profesional se hubiera derrumbado, pero la doctora Tomb puso toda su alma y corazón, y mucho más, en no desfallecer. Para el joven esposo la espera resultó una eternidad, pero la recompensa valió la pena: la madre y un hermoso niño salieron felices del trance.
La doctora Tomb, ese día sí, decidió marcharse a descansar, naturalmente dando todas las recomendaciones y brindándose a ser llamada a su domicilio si alguna dificultad se presentaba tanto para la mujer como para su bebé.
Al día siguiente en la habitación de la nueva madre todo era felicidad. La noche la pasó sin problema alguno y el bebé mostraba un aspecto sano y maravilloso, y el padre una cara de felicidad y radiante de satisfacción como pocos.
A media mañana la doctora Tomb se presentó para hacer un reconocimiento. Poco faltó para que el padre no se arrodillara a sus pies, pues el hombre sufrió como nadie se puede imaginar. La madre daba gracias a la doctora y hasta el niño pareció gratificarla con una sonrisa. Cuando ya se iba a marchar para visitar a otras parturientas a su cargo, el hombre le dijo estas palabras.
-Doctora Tomb, nuestro agradecimiento será eterno, y le vamos a pedir un favor, que sea usted quien elija el nombre de nuestro primer hijo.
La doctora intentó excusarse, pues entendió que eso correspondía a ellos como padres, pero ante la insistencia de la pareja tan feliz cedió y les dijo así:
—Bien, acepto el reto. No les extrañe el nombre que les digo, pero sería muy prolijo explicar su porqué, pongan al niño de nombre “…………...”.
Y aquí me tienen 86 años después, gracias a la mejor doctora del mundo: la Doctora Tomb.
***************
Nota. El nombre (por ahora anónimo) será dado a conocer una vez acabe el concurso y se sepa el resultado.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:Relato número 13 - La doctora Tomb
¡Doctora Tomb!, ¡Doctora Tomb, acuda a la sala número 5! Es urgente.
En aquel paritorio la doctora Tomb era la mejor considerada. Además de su mucha ciencia, su buen saber hacer, y los innumerables éxitos logrados en partos dificultosos, tenía siempre una agradable sonrisa, una esperanzadora frase hacia las ingresadas, y jamás se derrumbaba ante una dificultad. Era el positivismo viviente, y no dejaba un caso difícil por nada del mundo. No tenía hora de salida del centro hospitalario si había el más mínimo problema en una parturienta.
Admirada por pacientes, colegas, enfermeras y personal de toda la clínica, era reclamada en esos momentos ante un gravísimo parto de una mujer joven recién ingresada. No pasaron ni dos minutos cuando la doctora Tomb estaba frente a la cama de la mujer que debía parir en una situación muy compleja, donde ni su vida ni la del bebé se garantizaba.
El marido, nervioso y totalmente descompuesto por la situación, miraba a la doctora casi rogándole un milagro, pero la doctora no era milagrera, era una mujer entregada totalmente a su profesión, con amplios conocimientos y con un deseo y entrega de hacer todo lo mejor posible. Y se puso manos a la obra.
Dio las órdenes oportunas para que la mujer fuera llevada de inmediato al quirófano, la operación no podía esperar y ella, aunque por su serena sonrisa no lo demostrara exteriormente, en su adentro rezaba por aquella mujer y aquella nueva criaturita, y eso que, la doctora Tomb, no era lo que se podría catalogar como una creyente.
La operación fue ardua, pocas veces en su dilatada vida profesional la doctora creyó imposible la salvación de madre e hijo. Hubo un momento crucial donde otro profesional se hubiera derrumbado, pero la doctora Tomb puso toda su alma y corazón, y mucho más, en no desfallecer. Para el joven esposo la espera resultó una eternidad, pero la recompensa valió la pena: la madre y un hermoso niño salieron felices del trance.
La doctora Tomb, ese día sí, decidió marcharse a descansar, naturalmente dando todas las recomendaciones y brindándose a ser llamada a su domicilio si alguna dificultad se presentaba tanto para la mujer como para su bebé.
Al día siguiente en la habitación de la nueva madre todo era felicidad. La noche la pasó sin problema alguno y el bebé mostraba un aspecto sano y maravilloso, y el padre una cara de felicidad y radiante de satisfacción como pocos.
A media mañana la doctora Tomb se presentó para hacer un reconocimiento. Poco faltó para que el padre no se arrodillara a sus pies, pues el hombre sufrió como nadie se puede imaginar. La madre daba gracias a la doctora y hasta el niño pareció gratificarla con una sonrisa. Cuando ya se iba a marchar para visitar a otras parturientas a su cargo, el hombre le dijo estas palabras.
-Doctora Tomb, nuestro agradecimiento será eterno, y le vamos a pedir un favor, que sea usted quien elija el nombre de nuestro primer hijo.
La doctora intentó excusarse, pues entendió que eso correspondía a ellos como padres, pero ante la insistencia de la pareja tan feliz cedió y les dijo así:
—Bien, acepto el reto. No les extrañe el nombre que les digo, pero sería muy prolijo explicar su porqué, pongan al niño de nombre “…………...”.
Y aquí me tienen 86 años después, gracias a la mejor doctora del mundo: la Doctora Tomb.
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Nota. El nombre (por ahora anónimo) será dado a conocer una vez acabe el concurso y se sepa el resultado.
¡Ostia! Cuando leí el título pensaba en que relatabas alguna que otra experiencia personal donde curabas a algunos pacientes de una forma muy alternativa... No explicaré el procedimiento porque después... y no quiero... No creo que se necesite divagar demasido en lo más recóndito de la imaginación humana para comprender hacia donde voy a parar
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Bueno, ahora sí, copio y pego mi otro mensaje:
Abro votaciones.
Se votará con 3, 2 y 1 punto a los relatos que más os hayan gustado.
Los votos me los mandaréis a mí por privado y luego yo los haré público junto al relato ganador.
El plazo será hasta el 16 de mayo.
Yo no votaré porque al saber quien ha escrito cada relato podría estar influenciada.
P.D. También se puede jugar a intentar adivinar quién ha escrito cada relato. Pero esto aquí, en éste mismo hilo.
Abro votaciones.
Se votará con 3, 2 y 1 punto a los relatos que más os hayan gustado.
Los votos me los mandaréis a mí por privado y luego yo los haré público junto al relato ganador.
El plazo será hasta el 16 de mayo.
Yo no votaré porque al saber quien ha escrito cada relato podría estar influenciada.
P.D. También se puede jugar a intentar adivinar quién ha escrito cada relato. Pero esto aquí, en éste mismo hilo.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Anoche, como me iba muy lenta la conexión, aproveché para leerme todos los relatos.
Ya he votado.
Venga! A leer, chicos!!
Ya he votado.
Venga! A leer, chicos!!
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
MagAnna escribió:Anoche, como me iba muy lenta la conexión, aproveché para leerme todos los relatos.
Ya he votado.
Venga! A leer, chicos!!
.
Se puede votar a todos menos el mio?
Tarea dificil. Estan muy buenos.
EsquizOfelia- Mensajes : 3483
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
EsquizOfelia escribió:MagAnna escribió:Anoche, como me iba muy lenta la conexión, aproveché para leerme todos los relatos.
Ya he votado.
Venga! A leer, chicos!!
.
Se puede votar a todos menos el mio?
Tarea dificil. Estan muy buenos.
Creo que sé de uno tuyo... y otro tengo en duda...
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MagAnna- Mensajes : 8294
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
EsquizOfelia escribió:MagAnna escribió:Anoche, como me iba muy lenta la conexión, aproveché para leerme todos los relatos.
Ya he votado.
Venga! A leer, chicos!!
.
Se puede votar a todos menos el mio?
Tarea dificil. Estan muy buenos.
Sabia que participabas y al igual que @MagAnna sé cuál puede ser el tuyo.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
. No es dificil adivinar cual es mi relato. Pocas esquizofrenicas tiene el Foro jajaja
EsquizOfelia- Mensajes : 3483
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
EsquizOfelia escribió:. No es dificil adivinar cual es mi relato. Pocas esquizofrenicas tiene el Foro jajaja
¿Te gustó el mio? Porque es una clara señal de un episodio esquizonessidal
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Está muy bueno. El resultado va a ser.reñido.
Aqui habia una usuaria "Esquizofrenica" de nick pero las moderadoras la corrierom jajaja
Aqui habia una usuaria "Esquizofrenica" de nick pero las moderadoras la corrierom jajaja
EsquizOfelia- Mensajes : 3483
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
EsquizOfelia escribió:Está muy bueno. El resultado va a ser.reñido.
Aqui habia una usuaria "Esquizofrenica" de nick pero las moderadoras la corrierom jajaja
Pues te equivocas, nadie ha corrido (expulsado) a la tal Esquizófrenica, puede escribir lo que quiera, lo que pasa es que no ha vuelto a aparecer, estará más a gusto en otro sitio. No somos tan malas, bueno, un poco sí, jaja.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Os dejo aquí quienes son los que han participado con sus relatos, para que tratéis de averiguar de quién es cada relato:
-Daniel
-EsquizOfelia
-EL POSTIGUET
-Parzival
-Tomb
-Porsituquieressaber
-MagAnna
-NES
-Daniel
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-EL POSTIGUET
-Parzival
-Tomb
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-MagAnna
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:EsquizOfelia escribió:Está muy bueno. El resultado va a ser.reñido.
Aqui habia una usuaria "Esquizofrenica" de nick pero las moderadoras la corrierom jajaja
Pues te equivocas, nadie ha corrido (expulsado) a la tal Esquizófrenica, puede escribir lo que quiera, lo que pasa es que no ha vuelto a aparecer, estará más a gusto en otro sitio. No somos tan malas, bueno, un poco sí, jaja.
Joer @Tomb no me digas que un fallido clon de @EsquizOfelia anda suelto por el foro..
Y yo partiéndome el espinazo para nada creando ésta viñeta
Tomb escribió:Os dejo aquí quienes son los que han participado con sus relatos, para que tratéis de averiguar de quién es cada relato:
-Daniel
-EsquizOfelia
-EL POSTIGUET
-Parzival
-Tomb
-Porsituquieressaber
-MagAnna
-NES
¿Y el @doonga ? no aparece Tomb colócalo en la lista.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Quienes están detrás de los relatos, segun el NES
-Daniel Relato número 9 - Recuerdos / Relato número 12 - Casi la liamos
-EsquizOfelia 2 - Sin título / Relato número 3 - Mensajes
-EL POSTIGUET Relato número 1 - Cambio de aires / Relato número 11 - Un deseo sano
-Parzival Relato número 5 - La última alegría
-Tomb Relato número 13 - La doctora Tomb
-Porsituquieressaber Relato número 6 - ¿Eres un cochinote libidinoso? me dijo / Relato número 8 - Lascivia
-MagAnna Relato número 4 - Cuando pienso en pepinillos...
-NES Relato número 7 - Revelaciones doongüianas
Estoy entre MagAnna y Tomb, pero creo que es de Tomb ... Relato número 10 - Mi amiga y la suya
-Daniel Relato número 9 - Recuerdos / Relato número 12 - Casi la liamos
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-Parzival Relato número 5 - La última alegría
-Tomb Relato número 13 - La doctora Tomb
-Porsituquieressaber Relato número 6 - ¿Eres un cochinote libidinoso? me dijo / Relato número 8 - Lascivia
-MagAnna Relato número 4 - Cuando pienso en pepinillos...
-NES Relato número 7 - Revelaciones doongüianas
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
NES escribió:Quienes están detrás de los relatos, segun el NES
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8 aciertos sobre 13, no está mal.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:NES escribió:Quienes están detrás de los relatos, segun el NES
-Daniel Relato número 9 - Recuerdos / Relato número 12 - Casi la liamos
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Estoy entre MagAnna y Tomb, pero creo que es de Tomb ... Relato número 10 - Mi amiga y la suya
8 aciertos sobre 13, no está mal.
¿Y el @doonga @Tomb ? No me creo que no participase.
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Doonga no ha participado, Nes.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:Doonga no ha participado, Nes.
La ostia, me sorprende
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Tomb escribió:NES escribió:Quienes están detrás de los relatos, segun el NES
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Estoy entre MagAnna y Tomb, pero creo que es de Tomb ... Relato número 10 - Mi amiga y la suya
8 aciertos sobre 13, no está mal.
Yo diría que el relato Nº1 es de Daniel y el 13 es de Posti. Y el 12 de Tomb.
??
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MagAnna- Mensajes : 8294
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Todavía no los he leído salvo por encima.
Si no pasa nada raro lo haré mañana sábado y votaré mañana o el domingo.
Los hay muy buenos.
Si no pasa nada raro lo haré mañana sábado y votaré mañana o el domingo.
Los hay muy buenos.
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Porsituquieressaber- Mensajes : 16831
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
.
Estoy en la misma situación que tu.
Ta dificil la cosa, y eso habla bien de la calidad de los relatos.
Estoy en la misma situación que tu.
Ta dificil la cosa, y eso habla bien de la calidad de los relatos.
EsquizOfelia- Mensajes : 3483
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Porsituquieressaber escribió:Todavía no los he leído salvo por encima.
Si no pasa nada raro lo haré mañana sábado y votaré mañana o el domingo.
Los hay muy buenos.
EsquizOfelia escribió:.
Estoy en la misma situación que tu.
Ta dificil la cosa, y eso habla bien de la calidad de los relatos.
Un pequeño esfuerzo, venga, todos quienes hemos participado ya somos ganadores.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Yo creo saber de quién es cada relato, pero eso es algo que no entra en consideración. Todos los relatos tienen algo que ofrecer. Y el que más y mejor me remueve las entrañas, a ese que le voy.
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MagAnna- Mensajes : 8294
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Localización : Pero qué alcahuete es esto!!
Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Mi votación es la siguiente:
Cambio de aires, 3 puntos
Recuerdos, 2 puntos
Sin título, 1 punto.
Cambio de aires, 3 puntos
Recuerdos, 2 puntos
Sin título, 1 punto.
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Porsituquieressaber- Mensajes : 16831
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Muchas gracias por votar, Porsi. Tenía que haber sido por privado pero da igual. Anotados quedan tus votos.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Lo siento, soy un desastre.
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Porsituquieressaber- Mensajes : 16831
Fecha de inscripción : 29/01/2021
Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Porsituquieressaber escribió:Lo siento, soy un desastre.
Sip.
Tomb- Mensajes : 26231
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
No me pienso poner a ronronear, que lo sepas.
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Porsituquieressaber- Mensajes : 16831
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Re: Votaciones VI Concurso de Relatos - Tema libre
Si yo quisiera comerías de mi mano.
Tomb- Mensajes : 26231
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