11 de septiembre, Día Nacional de Catalunya

11 DE SEPTIEMBRE, DÍA NACIONAL DE CATALUNYA

No creo que tenga nada que ver que el día de mi nacimiento, 11 de septiembre de 1936, por coincidir con el Día Nacional de Catalunya, mi amor hacia esa nación del Estado español sea tanto como lo es. De no haber sido por la declaración de guerra contra la legítima República Española, por parte del fascismo militarista franquista, yo hubiese nacido en Lleida, donde de la lejanía de muchos antepasados tenemos casa propia en un pequeño lugar de esta esquina catalana.

Mis padres, prestos al viaje para que yo viera la luz del mundo en ese lugar, vieron frustrado el viaje por los peligros de alzamiento militar que pudieran acontecerles, y nací frente al mar Mediterráneo en la bonita, y muy estimada por mí, playa de El Postiguet. Por cierto su nombre deriva del catalán, ya que en ella, cuando la ciudad medieval estaba amurallada, entre otras puertas allí existía una pequeña (pequeño postigo), para que los pescadores ante el peligro de los piratas turcos, tan aficionados a visitarnos, pudieran resguardarse.

Una playa, en aquellos tiempos de mi niñez, para varar sus barcas los pescadores hoy ya inexistentes, donde el olor a la brea empleada para embrear sus embarcaciones, ha sido sustituido por el olor a cremas anti-solares, las barcas por sombrillas y sillas playeras, y las redes, tendidas al sol que las mujeres se encargaban de reparar, por toallas multicolores.

Si yo no fuese de ideas progresista (aunque aún no alcanzo a entender qué progreso significa estos cambios) diría que cualquier tiempo pasado ha sido mejor. Y me acordaría de las cenas cuando chiquillo disfrutábamos al lado del mar los veranos, con aquellos fritos de berenjenas, pimientos y gambas con tomate, de tortillas de patata y cebolla, de aquellas hermosas y refrescantes sandías que los mayores enterraban en la arena junto al rompiente de la playa para que el agua las refrescara, por cierto un agua no tan cálida como está últimamente. O decir de los juegos infantiles propios de la edad sin aparatos electrónicos pero que nos hacía más sociables, menos individualistas, y más amigos. No, el pasado no fue mejor, fue “otro pasado”, con otros problemas, pero también con otras soluciones y quizás con más ilusión que hoy advierto en las gentes actuales.

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