Cosas que por la amnistía podremos ver

Cosas que por la amnistía podremos ver

La amnistía es un instrumento jurídico que, además de otras justificaciones, tiene como finalidad crear condiciones propicias para alcanzar acuerdos de paz o bien favorecer la reconciliación nacional. A mi entender es ésta la idea principal del presidente en funciones del Estado español, intentar favorecer la reconciliación entre España y Catalunya, o al menos colocar la primera piedra para conseguir ente necesario anhelo.

Pero visto desde la parte opuesta, la que necesita una justificación para sus propuestas, la desaparición del “enemigo” no gusta. Para el PP, la desaparición del panorama español de la banda terrorista ETA, es un handicap, ya que necesita fortalecer su españolismo frente a un enemigo a quien abatir. Eta, que curiosamente para el PP de Aznar era el “ejército de liberación del pueblo vasco”, tuvo que ser el PSOE de Zapatero el que la hiciera desaparecer, y desde entonces el PP se encontraba sin un enemigo que presentar ante la sociedad española como causante de todos los males. Lo intentó con Podemos, un partido que de haber tenido al frente a líderes más inteligentes, políticamente hablando, y menos arrogantes con tintes de que todo lo sabían y eran dueños de la verdad, hoy la izquierda no tendría los problemas para poder gobernar y necesitar tantos pactos con diferentes y hasta antagónicas formaciones.

Y, como podemos, ausentado del mismo Pablo Iglesias, y la desaparición política, seguramente el día de mañana, de las dos ministras causantes del grave asunto de la ley del “sí es sí”, el PP necesita un enemigo, aún más fuete si cabe, y lo ha encontrado en los separatistas, con preferencia en Puigdemont. El mismo Belcebú si cabe, el rompedor de España, el que traerá la miseria, la ruina, la hecatombe. La verdad es que, por otra parte, más importancia no se le podía dar.

Vale pues, ya tiene al nuevo enemigo, pero en Bruselas, y ¿qué pasará cuando éste regrese a España sin causa pendiente? No me lo quiero ni imaginar. El PP, tan contrario a las movilizaciones callejeras (por parte de sus contrarios se entiende) las utilizará. Y no es de extrañar ver a las distinguidas señoras y señores del Barrio de Salamanca madrileño, a grito pelado como sirvientas enfurruñadas, manifestarse bandera rojigualda en la mano, y soltando alguna frase soez que, guardada en su interior y que no salía de sus bocas por “decencia” o “señorío”, ahora con ellas se desahogarán. Visto por aquí, parece un buen asunto, las frustraciones tienen eso, que por muy dinero que se tenga almacenado —igual limpio de polvo y paja gracias a la amnistía fiscal de Aznar— no se es feliz. Si salir a la calle, berrear como “energúmenos izquierdistas” ahora es elegante, chic, moderno, de alta clase social… pues a berrear, que tantos años viviendo como reyes a costa de los pobres de Orcasitas a veces cansa. Seguro que desde las diez iglesias del barrio elegante madrileño, serán bendecida esa actitud de la protesta callejera, y, si es posible, que a las protestas se añadan el repiqueteo de las campanas, lo que ya no sé si tañendo a gloria o a difuntos...

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Sí se ve la rabia reaccionaría de dicha gente