Tiempo de Heroína y Sida
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Tiempo de Heroína y Sida
DROGA DURA Y MORTAL
.-i Otro que ha caído. -
De esta forma me saludaba mi vecino" El Loco" aquella mañana. Con la risa de un demente, y la nula posibilidad de hablar con él.
Aunque no sabía de quién, entendía muy bien de lo que me hablaba mi singular vecino. Esa frase aclaraba que otro drogadicto había muerto, que otra víctima voluntaria había sucumbido bajo la dependencia sorda, ciega, y sin razón de la droga...
¿Quién habría sido esta vez, me preguntaba, ?
En el grupo de costumbre que vagaban por el parque, había dos o tres que estaban en las últimas, y que se distinguía de los más sanos, de los recién llegados por su extrema delgadez, su falta de lucidez mental que hacía que balbucearan al hablar y tuvieran un caminar vacilante y sin rumbo. Todos eran jóvenes, pero estos últimos, parecían viejos, prematuros o enfermos, desahuciados.
Entre ellos había una chica a la que llamaban" la Flaca" quizás por aquella canción que tanto éxito tuvo en un tiempo pasado."La flaca" a su llegada al sórdido mundo del ansia permanente, y el pinchazo escondido, no tenía nada de flaca, y a pesar de lo que últimamente había cambiado físicamente, conservaba su pasada belleza. Cuando llegó al barrio, de eso hacía un año, se quedó allí permanentemente, quizás cansada de venir tantas veces en busca del "camello", de preguntar por los bares, y hasta de despistar a la policía en sus traslados en el metro.
"La Flaca” había sido un tipazo de mujer, su melena rubia y abundante destacaba en lo gris y miserable que la rodeaba. Se admiraba, entonces, su figura alta y esbelta que parecía estar sacada de otro lugar que no pertenecía a aquel paisaje de parques oscuros y aceras vomitadas. De una cara bellísima, angelical, de rasgos aniñados y cándidos, a lo que acompañaba un cuerpo sano y bien formado que muy pronto desaparecieron. Y a todo esto, se le unía su carácter, su forma de hablar y de su decir admirable y alegre, que hicieron de aquella antigua enfermera, de buena familia, muy pronto, y sin quizás proponérselo, la reina del lugar, de encuentro, y reunión de aquellos alienígenas urbanos, fantasmas de mirada perdida.
Quizás fue el Sida, la mala alimentación, o la dejadez de su voluntad a seguir en esa vida de enfermedad, delincuencia y casi de locura en la que estaba metida, y en la que no veía salida. El caso fue, que con el tiempo desapareció el moderno coche con el que venía cada día a pasarlo con sus compinches. Sus elegantes y caras ropas pasaron a ser trapos de la caridad de la parroquia, y su comida, la caridad de los vecinos. Su salud, que un año antes irradiaba en su cara y en sus movimientos, se transformaron en una palidez mortecina y en una delgadez cadavérica.
"La flaca" últimamente no hablaba, casi no se movía del rincón en donde cada cierto tiempo se pinchaba. Sus padres quizás nunca supieron la verdad, o ella desapareció de los suyos sin darle más noticias que la cuenta corriente de algún banco cercano.
Su fin estaba cerca y era cuestión de semanas, pero aun así las palabras de "El loco" me sobresaltaron, y aun esperando su muerte., su desaparición, la marcha de "la Flaca" de la vida, y del paisaje del parque me entristeció enormemente.
Rocinante 09/11/2003
.-i Otro que ha caído. -
De esta forma me saludaba mi vecino" El Loco" aquella mañana. Con la risa de un demente, y la nula posibilidad de hablar con él.
Aunque no sabía de quién, entendía muy bien de lo que me hablaba mi singular vecino. Esa frase aclaraba que otro drogadicto había muerto, que otra víctima voluntaria había sucumbido bajo la dependencia sorda, ciega, y sin razón de la droga...
¿Quién habría sido esta vez, me preguntaba, ?
En el grupo de costumbre que vagaban por el parque, había dos o tres que estaban en las últimas, y que se distinguía de los más sanos, de los recién llegados por su extrema delgadez, su falta de lucidez mental que hacía que balbucearan al hablar y tuvieran un caminar vacilante y sin rumbo. Todos eran jóvenes, pero estos últimos, parecían viejos, prematuros o enfermos, desahuciados.
Entre ellos había una chica a la que llamaban" la Flaca" quizás por aquella canción que tanto éxito tuvo en un tiempo pasado."La flaca" a su llegada al sórdido mundo del ansia permanente, y el pinchazo escondido, no tenía nada de flaca, y a pesar de lo que últimamente había cambiado físicamente, conservaba su pasada belleza. Cuando llegó al barrio, de eso hacía un año, se quedó allí permanentemente, quizás cansada de venir tantas veces en busca del "camello", de preguntar por los bares, y hasta de despistar a la policía en sus traslados en el metro.
"La Flaca” había sido un tipazo de mujer, su melena rubia y abundante destacaba en lo gris y miserable que la rodeaba. Se admiraba, entonces, su figura alta y esbelta que parecía estar sacada de otro lugar que no pertenecía a aquel paisaje de parques oscuros y aceras vomitadas. De una cara bellísima, angelical, de rasgos aniñados y cándidos, a lo que acompañaba un cuerpo sano y bien formado que muy pronto desaparecieron. Y a todo esto, se le unía su carácter, su forma de hablar y de su decir admirable y alegre, que hicieron de aquella antigua enfermera, de buena familia, muy pronto, y sin quizás proponérselo, la reina del lugar, de encuentro, y reunión de aquellos alienígenas urbanos, fantasmas de mirada perdida.
Quizás fue el Sida, la mala alimentación, o la dejadez de su voluntad a seguir en esa vida de enfermedad, delincuencia y casi de locura en la que estaba metida, y en la que no veía salida. El caso fue, que con el tiempo desapareció el moderno coche con el que venía cada día a pasarlo con sus compinches. Sus elegantes y caras ropas pasaron a ser trapos de la caridad de la parroquia, y su comida, la caridad de los vecinos. Su salud, que un año antes irradiaba en su cara y en sus movimientos, se transformaron en una palidez mortecina y en una delgadez cadavérica.
"La flaca" últimamente no hablaba, casi no se movía del rincón en donde cada cierto tiempo se pinchaba. Sus padres quizás nunca supieron la verdad, o ella desapareció de los suyos sin darle más noticias que la cuenta corriente de algún banco cercano.
Su fin estaba cerca y era cuestión de semanas, pero aun así las palabras de "El loco" me sobresaltaron, y aun esperando su muerte., su desaparición, la marcha de "la Flaca" de la vida, y del paisaje del parque me entristeció enormemente.
Rocinante 09/11/2003
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Alain Deneault: "Los excesos de la izquierda llevan a la gente a la extrema derecha"
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