La chapuza en todos los órdenes

Me refiero, y no soy el primero en comunicarlo, que el malvado y pérfido señor Carles Puigdemont, traidor, prófugo, devorador de niños, y otras cosas muchas más, pudiera entrar de manera triunfal en Catalunya, y no dentro de mucho tiempo, para ser aclamado por los cientos de miles de sus seguidores. Un acontecimiento que pondría de mal humor a todo el españolismo, desde el fascismo de Vox al PSOE, pasando por el PP y las cenizas de Ciudadanos si quedara alguna.

Esto lo permitiría la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Unión a la que como sabemos España está unida, y si la ley hay que cumplirla, como tantos y tantos vocean, España tendría que acatarla como miembro de ella, guste o no guste y mal que pese al españolismo más rancio y extremo o al moderado. Y así lo manifiesta el sevillano señor Pérez Royo, jurista y catedrático de derecho constitucional, a quien considero persona muy versada.

Se basa el señor Pérez Royo en que la sentencia del TJUE, donde pone de manifiesto que el Supremo no es competente para solicitar la euro orden, como tampoco lo es para enjuiciar a los consellers, que los había de juzgar en primera instancia el TSJC. Si el TJUE dice eso, la sentencia del proceso es nula. Quizás fueran esas prisas por condenar a los separatistas, lo que haya llevado a la justicia española a esta incongruencia de que el resultado pueda declararse nulo. Las prisas, en España aún no se entiende, no son buenas consejeras en determinadas materias. Que había que juzgar a los consellers, vale, pero con orden y sin saltárselo a la torera. En Europa las chapuzas no suelen entenderse, son cosas que la interpretan como propias del sur de los Pirineos. Si queremos pertenecer con todo derecho al club europeo, hay que apechugar con lo que por aquí no gusta por falta de hábito, el hacer las cosas bien hechas.

De ser así, y bien aclarado lo deja el señor Pérez royo, no cabe duda de que el señor Puigdemont pueda presentarse, a no mucho tardar, en la Plaza de Sant Jaume barcelonés, y que la acogida, será inimaginable y espectacular.

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Y mire que el señor Puigdemont, como tantos otros políticos de España de ideas muy diversas, no es santo de mi devoción. Como ningún otro. Pero si ha sido una injusticia lo hecho con estos hombres, me alegraría verlo retornar a Barcelona el olor de multitudes, porque ya está bien de tanta chapuza española en todos los órdenes: político, cultural, lingüístico, judicial, territorial, económico, institucional, etcétera y que el típico "españolazo" que se considera más español que los otros solo por ser enemigo acérrimo del catalanismo y llevar pulsera con la bandera, se jorobe un poco, o más de lo que ya lo está. Sería una oportunidad de poder reconocer sus errores, cosa imposible en las cabezas cuadradas, pero al menos tendrían otra oportunidad de cambiar de ideas nostálgicas de tiempos antediluvianos...