La Biblia

Yo no he leído la Biblia, lo he intentado alguna vez pero está escrita de una forma que me resulta muy aburrida. Pero ha caído en mis manos una serie de libros que tocan muchos temas. Y uno de esos temas es la Biblia, y está narrada de una forma muy amena. La iré transcribiendo aquí poco a poco, es que parece un cuento. He abierto este hilo en De Todo por razones obvias, espero que no se llene de versículos porque los odio.

Sabemos que el mundo no siempre ha existido; pero hubo una época, hace millones y millones de años, en la cual de pronto comenzó a existir. Sólo Dios, que es eterno, no ha tenido principio ni tendrá fin. Si Dios no hubiese revelado, por medio del gran legislador Moisés, cómo comenzó el mundo, hasta hoy lo ignoraríamos.

"Primeramente Dios creó el cielo y la tierra" (creó, es decir, lo hizo de la nada, sirviéndose sólo de su palabra y su voluntad). Con esta afirmación, que es la base de nuestra fe, Moisés inicia el relato maravilloso de la Creación en el Génesis, el primero de los libros sagrados que componen la Biblia. Para poblar el Cielo, Dios creó a los Ángeles, espíritus positivos, inmortales, dotados de gran belleza y sabiduría, entre los cuales destacaba Lucifer, el más hermoso y sabio de todos. Pero precisamente estos dones, que el Creador le otorgó especialmente, lo hicieron soberbio y llegó a creerse igual a Dios.

"Yo pondré mi trono sobre los astros de Dios y seré parecido a Él", gritaba Lucifer con orgullo. "¿Quién podrá ser como Dios?", decían el Arcángel Miguel y los Ángeles fieles al Señor.

Y Dios intervino en esta primera lucha entre el Bien y el Mal, castigando la rebelión de Lucifer y sus secuaces; los precipitó al Infierno y los privó de Su gloriosa visión. Lucifer se convirtió entonces en Satanás, el espíritu del mal, y sus secuaces recibieron el nombre de Diablos.

Dios creó la luz, que llamó día, y la separó de las tinieblas, que llamó noche; creó el aire que circunda toda la tierra; separó las aguas de la tierra, que pronto se cubrió de tiernas hierbas y árboles gigantescos; creó el Sol, que de día ilumina y calienta la Tierra; la Luna, que de noche la aclara, y todas las innumerables estrellas que forman el firmamento; a cada una asignó su propia órbita en ese orden maravilloso que sólo Dios podía establecer. Pobló las aguas con peces de distintos colores y tamaños; al espacio le dio pájaros de diferentes especies y plumajes; en cuanto a los demás animales los ubicó en la tierra.

Por último, Dios quiso crear al hombre. Con un poco de barro formó el cuerpo, le sopló en el rostro para darle vida y lo llamó Adán, que quiere decir: "hombre hecho de tierra". Después, para que el hombre no se sintiera solo, creó a la mujer. Adán la llamó Eva, es decir, "madre de todos los vivientes". Dios hizo todo esto en seis días -o épocas, si queremos llamarlas así-, y al séptimo descansó, o sea, dejó de crear; estableció así la obligación del reposo festivo.

Continuará...

Si puedes, Tombita, léete "El Paraíso Perdido" de John Milton. Es un poema grandioso. Lo recordé con lo que has transcrito.

Parzival escribió:Si puedes, Tombita, léete "El Paraíso Perdido" de John Milton. Es un poema grandioso. Lo recordé con lo que has transcrito.

Muchas gracias, Moon.

He encontrado esto: "Está dividido en doce libros​ y sobrepasa los 10 000 versos escritos sin rima".

Necesitaría varias vidas para leerlo. No te enfades, vale?

Jojo, en realidad no es un libro muy grueso, no pasará de 300 hojas. Pero se me ocurre algo, así como estoy haciendo con "El Libro de la Imaginación", compartiré trozos de ese poema de John Milton.

ADÁN Y EVA

En cuanto Dios creó a Adán y a su compañera, los colocó en el Paraíso o "Edén" (que significa "lugar de las delicias"); allí la vida transcurría feliz. No estaban sujetos al dolor ni a la muerte; eran dueños de todo y recibían el homenaje de los animales. Sólo les pidió una cosa: que no probaran el fruto del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, que se encontraba en medio del Paraíso Terrenal. Dios les advirtió: "El día que lo comáis, moriréis".

Pero Satanás, lleno de odio y envidia por la felicidad de nuestros primeros padres, se transformó en serpiente y se escondió entre las ramas del árbol prohibido. Cuando Eva pasó, arrancó el fruto más hermoso y se lo ofreció diciéndole: "Si lo coméis, no moriréis y llegaréis a pareceros a Dios".

Eva, recordando la advertencia divina, al principio se negó a probarlo; pero después se dejó convencer por las palabras de la serpiente, y tomando el fruto comió la mitad y corrió a darle la otra parte a Adán. Inmediatamente comprendieron que habían desobedecido al Señor, cometiendo un acto de soberbia. Temerosos de la cólera divina, corrieron a esconderse. Pero pronto la voz de Dios se hizo oír:
"Adán, dónde estás? ¿Por qué has comido el fruto del árbol prohibido?"
Adán intentó disculparse:
"La mujer que Tú me diste por compañera me ha dado el fruto de aquel árbol, y yo lo he comido.
Entonces Dios preguntó a Eva:
"¿Por qué has hecho eso?"
Y Eva llorando respondió:
"La serpiente me ha engañado y he comido."

Temblando de miedo y remordimiento, aguardaron el castigo por la grave culpa cometida. Dios habló primero a la serpiente, la maldijo y la condenó a arrastrarse eternamente por la tierra. Después castigó a Adán y Eva arrojándolos del Paraíso Terrenal. Delante del Edén colocó un Querubín con una espada de fuego para vigilar el camino que conducía al árbol da la vida. Condenó al hombre, que desde entonces fue sensible al dolor,  las enfermedades y a la muerte, a trabajar la tierra y a ganarse el pan con el sudor de su frente. De este modo, la humanidad, representada por Adán y Eva, dejó el refugio bendito del Edén para iniciar su dura peregrinación a través de toda la tierra.

Continuará...

CAÍN Y ABEL

Adán y Eva habían pecado gravemente al comer el fruto prohibido: desobedecieron a Dios, olvidando los beneficios ofrecidos y quisieron parecerse a Él. Por eso, también fue grande su castigo.

Expulsados del Paraíso Terrenal, comenzaron a cultivar fatigosamente la tierra para proveerse de alimentos. A fin de que su trabajo tuviera la protección de Dios y también en señal de arrepentimiento, le ofrecían, quemándolos en un altar de piedra, los frutos más hermosos que producía la tierra o lo mejor de sus ganados, para que el aroma de estos "sacrificios" se elevase con el humo hacia el cielo, como invocación y plegaria.

Pero pronto, a causa de sus dos primeros hijos: Caín y Abel, las lágrimas de arrepentimiento se mezclaron con amargas lágrimas de dolor.

Caín cultivaba la tierra y era malo, envidioso y díscolo; Abel cuidaba las ovejas y era bueno, religioso y obediente. También ellos ofrendaban a Dios los mejores frutos de su trabajo; Caín las primicias de la tierra, Abel las mejores ovejas de su rebaño. Pero Dios parecía demostrar preferencias por los sacrificios de Abel, que eran ofrecidos con mayor fe. Fue entonces cuando Caín, que envidiaba a su hermano, comenzó a odiarlo. Dios, que leía en su corazón, lo amonestó muchas veces; pero ya Caín era presa del odio y los celos. Y un día, cegado de ira por haber visto una vez más el humo de su sacrificio disiparse en la tierra, mientras que el de Abel subía recto y ligero hacia el cielo, decidió matar a su hermano. Lo invitó a pasear por el campo, y Abel, sin sospechar nada, lo acompañó hasta un lugar desierto. Allí Caín acometió y mató a Abel golpeándolo con un palo nudoso. Horrorizado a la vista de la sangre fraterna y asustado por el delito cometido, huyó.

Pero la voz de Jehová no tardó en alcanzarlo:
"¿Caín, Caín, dónde está tu hermano Abel?
"¿Cómo voy a saberlo yo?", intentó mentir el fraticida, "¿soy acaso el guardián de mi hermano Abel?"
Pero Dios continuó:
"La voz de la sangre de tu hermano Abel está clamando a Mí desde la tierra. Maldito, pues, serás tú desde ahora sobre ella, que ha abierto su entraña para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti; aun después de labrada te negará sus frutos, y andarás errante por el mundo."

Y sobre su frente quedó impresa una señal, para que quienes lo mirasen reconociesen en él al primer homicida.

Así la tierra fue bañada por primera vez de sangre humana y los hombres conocieron la muerte.

Caín huyó hacia Oriente, pero en lugar de arrepentirse del delito cometido perseveró en el mal y, casi desafiando el castigo divino, construyó la primera ciudad a la cual dio el nombre de su hijo Enoc, borrando en el corazón de sus descendientes el recuerdo del Señor.

Continuará...

Hay cosas que no me cuadran. El castigo por comer una manzana es desmesurado.

Dice que Caín huyó y fundó una ciudad. Y también dice algo de sus descendientes. Pero a ver, si eran cuatro, Adán, Eva, Caín y Abel, de dónde sale Enoc, hijo de Caín?

Tomb escribió:Hay cosas que no me cuadran. El castigo por comer una manzana es desmesurado.

Dice que Caín huyó y fundó una ciudad. Y también dice algo de sus descendientes. Pero a ver, si eran cuatro, Adán, Eva, Caín y Abel, de dónde sale Enoc, hijo de Caín?

En primer lugar, no se trató de una manzana.
En ninguna versión de la biblia se dice que "el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal" es una manzana.

En general, a los biblistas les gusta tomar como literal aquello que les conviene, y como simbólico lo mismo.
Algo no cuadra: ah, es que es simbólico.
Algo les sirve para amedrentar, es porque es literal.

Yo tengo mi interpretación personal al respecto.
En primer lugar, Adán y Eva JAMAS fueron inmortales. La Biblia NO dice eso.
Luego de que se comieron "la manzana aquella", llegó el tatita dios, y les dijo (no a Adán, sino a quién fuese que estaba con él en ese momento)
"Ahora ellos (Adán y Eva) son como nosotros, ya que conocen el bien y el mal"
--> en ninguna parte dice quienes son ellos, pero supongamos que son los tres de la trinidad.
Y luego dice
"echémoslos rapidito de aquí, no vaya a ser cosa que coman del árbol de la vida, y se tornen inmortales"
Y los sacaron a patadas del paraíso, y pusieron unos querubines a cuidar el portón de entrada.
Los querubines estaban armados con espadas de llamas vibrantes, como ese sable de Lukas Skywalker, "para  guardar el camino del árbol de la vida".

Yo no lo veo como un castigo: lo veo como el momento en que la humanidad (representada en la historia por Adán y Eva) se transforma en consciente de sus propios actos: ahora sabemos de bien y de mal. Y obvio, sabiendo todas esas cosas, quisiéramos ser inmortales.
Ahí el tatita dios dijo "no se suban por el chorro, compadres, el conocimiento si, pero la inmortalidad, esa me la dejan a mí".

También es simbólico que la humanidad descienda de una chuleta de adán, y no de una mujer.
Y claro, sobre esa chuleta, y sobre la conversa de Eva con la culebra se construye el machismo.

(ya descubriremos qué representa la culebra en esta historia)

Respecto al cuento de "caín", luego de matar a "levantán", se fue y encontró su mujer.
... ¿y construyó una ciudad para él, su mujer y el retoño?
Ni que estuviesen describiendo a Trump, ja ja.

Gracias, Doonga, lo de la manzana es simbólico, vale. Pero de dónde salen los descendientes de Caín?

Tomb escribió:Gracias, Doonga, lo de la manzana es simbólico, vale. Pero de dónde salen los descendientes de Caín?

Si pensamos que Caín el el primogénito del primer "homosapiens" (yo preferiría pensar de la primera "Hamasapiens" .. por algo los judíos heredan por la madre),
y éste emprendió su camino, tal vez su mujer fue alguna neardentaleza, o pitecantropeza... quién sabe.

Pero eso de que eran los dos primeros.... ese cuento ni las abuelas se los creen.

Sí, supongo que sería algo así, Doonga.

Mientras tanto, queriendo Dios consolar a Adán y Eva de la muerte de Abel, les mandó un hijo que llamaron Set, y después de éste otros hijos e hijas. Con el pasar de los años los hombres se multiplicaron y poblaron toda la tierra.

A la edad de 930 años, Adán, que como Eva había pasado su larga vida en la penitencia y en la plegaria, murió mereciendo el perdón de Dios.

Muchos de sus descendientes, que nosotros recordamos con el nombre de patriarcas, o sea jefes de familias, vivieron también muchos años. Entre ellos, Matusalén fue el que vivió más largo tiempo, alcanzando la edad de 969 años.

Esto sucedía porque el Señor quería que estos patriarcas pudieran narrar a sus hijos y a los hijos de sus hijos, los hechos sucedidos desde la creación del mundo, para que quedara vivo en sus corazones el recuerdo de Dios.

Según el ejemplo de los hijos de Caín, los hombres se dedicaron a la agricultura, extrayendo de la tierra grandes riquezas. Trabajaron los metales e hicieron utensilios, aprendieron oficios y construyeron ciudades y calles. Todo esto los volvió soberbios, ávidos de placeres y de riquezas, envidiosos unos de otros y, a menudo, enemigos entre sí.

Los descendientes de Set -mezclados con los descendientes de Caín que habían hecho del pecado y la violencia la base de su vida- hallaron más cómodo y fácil seguir por el camino del mal, que perseverar en el camino del bien. En vano los patriarcas les recordaron los terribles castigos que las culpas de Adán y Eva habían hecho recaer sobre todos los hombres. En vano los instaron a regresar al culto de Dios. Como no les estaba permitido tener estatuas o imágenes que representasen a Jehová, bien pronto llegaron a olvidar su existencia y adoraron al Sol, la Luna, las estatuas de falsas deidades y hasta los animales.

Por último, la maldad de los hombres llegó a ser muy grande, frecuentes la violencia, la discordia, las guerras entre los pueblos, y grave la impiedad. Dios, que hasta entonces había dado a los hombres la libertad de elegir entre el bien y el mal, haciéndose escuchar sólo por la palabra y las exhortaciones de los patriarcas, debió, una vez más, recurrir a un duro castigo: el Diluvio Universal.

Continuará...

Tomb escribió:Hay cosas que no me cuadran. El castigo por comer una manzana es desmesurado.

Dice que Caín huyó y fundó una ciudad. Y también dice algo de sus descendientes. Pero a ver, si eran cuatro, Adán, Eva, Caín y Abel, de dónde sale Enoc, hijo de Caín?

Tomb escribió:Mientras tanto, queriendo Dios consolar a Adán y Eva de la muerte de Abel, les mandó un hijo que llamaron Set, y después de éste otros hijos e hijas. Con el pasar de los años los hombres se multiplicaron y poblaron toda la tierra.
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Ahí está la respuesta que buscabas. (Está en Génesis 5)
Los hijos fueron procreando entre ellos. Antiguamente, era algo considerado totalmente normal...

EL DILUVIO UNIVERSAL

"Viendo, pues, Dios que la tierra estaba corrompida (por cuanto lo estaba la conducta de todos los mortales sobre la tierra), dijo a Noé: Llegó ya el fin de todos los hombres decretado por Mí: llena está de iniquidad toda la tierra por sus malas obras; Yo los exterminaré, pues, juntamente con la tierra".

Verdaderamente terribles en su simplicidad son las palabras con que en la Biblia se anuncia el Diluvio Universal, el duro castigo al que Dios debió recurrir cuando los hombres llenaron la tierra con sus pecados.

Entre tantos perversos sólo quedaba un hombre justo, Noé, quien son sus hijos había atesorado las palabras de los patriarcas y permanecido fiel al culto del verdadero Dios. Por esta razón el Señor lo llamó y, después de comunicarle su decisión, le ordenó construir una gran Arca. Noé, con la ayuda de sus hijos, se puso a trabajar inmediatamente. Cuando le preguntaban para qué construía una barca tan grande y extraña en un paraje tan distante del mar, respondía: "Me lo ha ordenado Dios, que quiere castigar vuestros pecados si no os arrepentís y hacéis penitencia". Pero la gente se reía de él y de sus palabras, y se alejaba, meneando la cabeza, pues lo creían loco.

El Arca tenía 162 metros de largo, 27 de ancho y 16 de alto. Su interior estaba dividido en tres pisos, recibía luz por un gran agujero abierto en el techo y tenía una sola ventana y una sola puerta, exactamente como Dios lo había ordenado. Para construirla se necesitaron cien años: cien años que Dios quiso conceder a los hombres como aviso del castigo inminente y como una invitación al arrepentimiento. Pero nada podía ya conmover el corazón de aquellos seres encallecidos por el vicio y el pecado.

Continuará...

Finalmente, Jehová llamó de nuevo a Noé y le dijo: "Dentro de siete días comenzará el Diluvio y por cuarenta días y cuarenta noches haré llover sobre la tierra y destruiré a todos los hombres. Entra entonces en tu barca, con tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. De cada especie animal has de tomar dos; un macho y una hembra, para que la especie no desaparezca. Ocúpate además de reunir en el Arca los alimentos necesarios para tu familia y para todos los animales."

Noé cumplió las órdenes recibidas, entre las risas y las burlas de la gente. Dios mismo, desde fuera, cerró la puerta del Arca y la lluvia comenzó a caer con violencia. Los torrentes se transformaron en ríos; los ríos se desbordaron e inundaron los campos y el nivel del mar comenzó a subir prodigiosamente. Las aguas invadieron toda la tierra, sumergiendo y destruyendo cuanto encontraban a su paso. Desaparecieron las ciudades, que eran el orgullo de los hombres, y se derrumbaron los templos erigidos a los falsos dioses. El violento ruido de la lluvia y el rumor ensordecedor de las olas, que avanzaban inexorablemente, cubrieron los alaridos aterrorizados de las bestias, entremezclados con el inútil lamento de los hombres. Aquellos que se habían mofado de Noé por su fidelidad al Señor, trataron en vano de salvarse refugiándose en las copas de los árboles y disputando a los animales un lugar sobre los montes más altos, mientras invocaban la ayuda de sus ídolos. Todos fueron alcanzados y arrebatados por las aguas, que superaron en ocho metros la cima de la montaña más alta de la tierra. Con ellos desaparecieron todos los animales. Sólo el Arca flotaba segura en aquella tumultuosa extensión de agua.

Continuará...

Y pienso yo: ¿es que entonces no había barcos? Las gentes podrían haber subido a los barcos y se habrían salvado. Este relato pierde aguas por todos los lados, y nunca mejor dicho.

ya

Tomb escribió:Y pienso yo: ¿es que entonces no había barcos? Las gentes podrían haber subido a los barcos y se habrían salvado. Este relato pierde aguas por todos los lados, y nunca mejor dicho.

Yo, es que me hago la idea de que los barcos que había eran pequeñísimos en comparación con el Arca. Luego eran de tipo abierto, mientras que el Arca era cerrada. Recordemos que fue Dios el que selló la puerta desde fuera.
Así que también me imagino que los demás barcos se habrán hundido por la fuerza y el peso de tanta agua cayendo, sin dar tiempo a achicarla toda...
Alcanzando hasta los 8 m por encima de la cima de la montaña más alta... Demasiada agua para el boby!

Pasados los cuarenta días cesó de llover y se levantó un viento fuerte y cálido que, poco a poco, secó las tierras inundadas. Pero sólo después de casi siete meses, el Arca, transportada por la corriente, encalló en la cima del monte Ararat que se encuentra en Armenia, Asia Menor. Noé dejó pasar otros cuarenta días, al cabo de los cuales, al ver que el nivel del agua continuaba bajando, quiso probar si la tierra estaba suficientemente seca para él y los suyos. Abrió la ventana e hizo salir al cuervo. Éste encontró alimento en la carroña de los animales ahogados y no volvió más al Arca. Noé probó entonces con una paloma; ésta no encontró alimento adecuado y regresó. Siete días después Noé repitió la prueba, y esta vez la paloma volvió con una ramita de olivo en el pico. Noé comprendió entonces que la tierra estaba seca y las plantas renacían. Esperó todavía siete días, después de los cuales dejó salir a la paloma por tercera vez. Ésta no regresó más al Arca.

Sin embargo, debió transcurrir otro mes antes de que Dios ordenase a Noé salir del Arca, con todos sus animales. Al poner el pie sobre la tierra, todavía convulsionada por la furia de las aguas, su primer pensamiento fue levantar un altar y hacer un sacrificio para agradecer a Dios la protección dada a él y su familia. El Señor, complacido por aquel acto de profunda fe, trazó en el cielo un arco iris de siete colores y le dijo: "Creced y multiplicaos y poblad la tierra. Este arco entre las nubes es y será siempre el signo de mi alianza con los hombres".

Con esta promesa, Noé y sus hijos, únicos sobrevivientes del género humano, retomaron posesión de la tierra, reducida a una vasta soledad pantanosa. Dura era la tarea que les esperaba, pero la fe de Dios, reforzada por Sus palabras, los asistía; y nada es imposible cuando la fe mueve a los hombres.

Continuará...

Después del diluvio, Dios premió a Noé con una larga vida que éste dedicó a la plegaria y a las labores del campo. Fue el primero en cultivar la vid y en obtener el vino. Un día tomó gran cantidad de esta bebida, cuyo poder no conocía y, sin querer, se embriagó, quedándose dormido. En ese estado lo encontraron sus hijos; mientras uno de ellos, Cam, se mofaba de él, los otros, Sem y Jafet, lo cubrieron respetuosamente con una manta.

Cuando Noé despertó y supo lo sucedido, maldijo a Cam y a sus descendientes y les predijo que, por muchos siglos, serían dominados por los descendientes de Sem y Jafet. En efecto, se dice que de Cam desciende la raza negra.

Con el correr de los años, los descendientes de los hijos de Noé construyeron casas y ciudades. Finalmente llegaron a ser tan numerosos que la región donde habitaban no bastaba para alojarlos, por lo cual decidieron dividirse. Pero, antes de dispersarse por toda la faz de la tierra, quisieron hacer célebre su nombre construyendo una nueva ciudad con una torre tan alta que tocara el cielo. Iniciaron con mucho entusiasmo la construcción proyectada y de cuyo éxito se sentían enteramente seguros.

Pero Dios no podía permitir tanta soberbia en los hombres y confundió sus lenguajes, haciéndoles hablar idiomas distintos, de modo que no pudieran ya entenderse entre ellos. Se originó una gran confusión y comenzaron a pelear. La torre quedó inconclusa y se la llamó "Babel" que quiere decir "confusión".

Entonces fue más necesario que nunca separarse y emigrar para tomar posesión de otras tierras y poblarlas. Por eso, mientras los descendientes de Sem quedaron en aquel territorio, la Mesopotamia -región comprendida entre los ríos Tigris y Eufrates-, los descendientes de Jafet poblaron el Asia Menor desde la cual se expandieron después por Europa; y los descendientes de Cam se establecieron en África.

Lamentablemente, sin embargo, está dispersión de los pueblos favoreció el resurgimiento de los antiguos errores y los hombres comenzaron otra vez a adorar al Sol, la Luna, las estatuas de falsos dioses y aun a los animales. Por tal razón, entre todos los pueblos de la tierra, Dios quiso elegir uno, el pueblo hebreo, llamado así por Heber, descendiente de Sem y progenitor de Abraham, el gran patriarca, fundador de la estirpe.

Continuará...

Cuando Noé despertó y supo lo sucedido, maldijo a Cam y a sus descendientes y les predijo que, por muchos siglos, serían dominados por los descendientes de Sem y Jafet. En efecto, se dice que de Cam desciende la raza negra.

¿En este párrafo no hay un atisbo de racismo? Pregunto.

ABRAHAM

Abraham era pastor. Vivió entre los caldeos y finalmente en la tierra de Canaán (hoy Palestina) donde se adoraba a toda clase de dioses. Sin embargo, él se mantuvo fiel al culto del verdadero Dios y, en recompensa, recibió gracias y bendiciones.

Un día, Dios envío tres ángeles que le advirtieron que el Señor destruiría con fuego las vecinas ciudades de Sodoma y Gomorra, donde se cometían toda clase de pecados. Abraham rogó al Señor que las perdonará si él lograba encontrar en ellas diez hombres justos. Dios aceptó el pacto, pero en vano buscó Abraham estos diez hombres. Los ángeles volvieron para cumplir lo que Dios había ordenado; sin embargo, antes advirtieron a Lot, sobrino de Abraham que vivía en Gomorra, para que se salvará con su familia: debía alejarse de la ciudad sin mirar nunca atrás. Mientras Dios hacía caer sobre Sodoma y Gomorra la lluvia de fuego que, en medio del retumbar de truenos y de rayos enceguecedores destruyó ambas ciudades, la mujer de Lot, vencida por la curiosidad, miró hacia atrás; fue castigada inmediatamente convirtiéndose en una estatua de sal. De esta manera Dios advirtió a los hombres que debían obedecer Su voluntad.

Más tarde, el Señor quiso probar la fe de Abraham. Lo llamó y le dijo: "Lleva a tu hijo Isaac al monte Moriah y ofrécemelo en holocausto". Abraham quería mucho a Isaac, que era su único hijo. Las palabras de Dios le causaron gran dolor, pero no vaciló un instante y se dispuso a cumplir la orden divina. A la mañana siguiente llamó a su hijo Isaac y le puso sobre los hombros la leña para el sacrificio.

Cuando llegaron al monte, Abraham levantó un altar de piedra, colocó la leña y, después de haber atado a Isaac que no opuso resistencia alguna -tanta era su obediencia y el respeto que sentía por su padre-, lo hizo arrodillarse y se aprestó a cumplir lo que Dios le había ordenado. Pero Dios no quería un sacrificio tan cruel y enseguida envío a un ángel que detuvo la mano de Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham, no hagas daño a tu hijo! Dios ha visto tu obediencia y tu fe. Eso le basta". Abraham alzó los ojos y vio un carnero enredado por las astas en un zarzal cercano, lo tomó y lo sacrificó en agradecimiento a Dios. Y Dios le habló: "Yo te llenaré de bendiciones y tus descendientes serán más numerosos que las estrellas del cielo; llegarán a ser fuertes y poderosos, pues tú serás el origen de Mi pueblo predilecto, en el cual nacerá el Salvador del mundo. Ésa será la recompensa de tu fe y tú obediencia".

Continuará...

Falta una parte muy interesante: La festichola de Lot y sus hijas en una cueva.

No hay que olvidar que la mujer de Lot, que andaba con tortícolis, estaba haciendo ejercicios con el cuello, cuando accidentalmente vio el desastre que dejó a sus espaldas, y quedó salada. Dios malinterpretó su movimiento, y pensó que la mujer le estaba haciendo la contraria.
Y no es de extrañar: En toda la biblia se nota que Dios siempre ha querido poco a las mujeres.

Bueno, y volviendo a la historia. Ellos estaban bastante bien equipados durante la huída, porque hasta varias botas de vino llevaban.

Y, siempre me he preguntado, ¿porqué los ángeles dejaron botado a Lot, y no lo agarraron a él y su familia por las mechas y los pusieron a salvo?
Pero no, primero le tomaron la mano y luego de dieron la espalda.

Es muy extraño todo esto.

Menos mal que siempre leo lo que he escrito antes de darle a enviar porque el corrector donde yo escribía Gomorra lo cambiaba por Gonorrea.

Uff. Pero parece que ese mal no existía en tiempos de Abraham,
Existía la sodomía, pero no la ocasional consecuencia de ella, la gonorrea.

En todo caso, no pares. Está muy instructivo tu resumen.

De

siempre

JACOB Y ESAÚ

Ya viejo y sintiéndose próximo a morir, Abraham llamó a su fiel servidor Eliecer y le dijo: "Ha llegado el momento de buscar una esposa para mi hijo Isaac; pero no quiero que sea una de las jóvenes idólatras de Canaán. Irás a visitar a mis parientes que quedaron en la Mesopotamia y, entre ellos, elegirás esposa para mi hijo. Dios te guiará".

Eliecer emprendió el viaje y, al llegar cerca de la ciudad donde vivía el hermano de Abraham, se detuvo junto a un pozo. Enseguida vio aproximarse un grupo de jovencitas, entre las que destacaba una, por su belleza y su gracia. Inspirado por Dios, Eliecer se dirigió a ella y le pidió de beber. Presurosa, la joven le ofreció su cántaro, y después sacó más agua para que toda la caravana pudiera saciar su sed. En ese gesto gentil, el servidor de Abraham vio la señal de que aquella era la mujer destinada por Dios para Isaac. Se convenció aun más cuando interrogó a la bella muchacha y supo que era Rebeca, una de las hijas del hermano de Abraham. Fue a su casa y la pidió para esposa de su joven señor. Al día siguiente emprendió el regreso acompañado por Rebeca y sus servidores.

Abraham llegó a ver el matrimonio de su hijo bendecido por el nacimiento de dos niños gemelos. Murió agradeciendo a Dios los beneficios recibidos.

De los dos niños nacidos de Isaac y Rebeca, el mayor era pelirrojo y velludo, y fue llamado Esaú. El menor recibió el nombre de Jacob. Esaú era de carácter violento; Jacob, en cambio, era bueno y tranquilo.

Un día Jacob se disponía a comer un plato de lentejas cuando Esaú, que volvía de cazar cansado y hambriento, le rogó que se lo cediera. "Te lo daré de buen grado -respondió Jacob- siempre que tú me cedas el derecho de primogenitura". Esaú asintió y confirmó el trato con un solemne juramento. En aquellos tiempos, el primogénito recibía el doble de herencia que sus hermanos y, a la muerte del padre, se convertía en el jefe de la familia. El padre debía confirmarlo con una bendición especial. Por ello, Isaac, viejo y ciego e ignorante de lo pactado, llamó a Esaú y le dijo: "Ve a cazar y tráeme una buena presa. Después de comerla te daré mi bendición, pues me siento próximo a morir".

Continuará...

Rebeca, su mujer, advirtió a Jacob y lo convenció de que reemplazara a Esaú. Ella misma le cubrió los brazos y la espalda con la piel de dos cabritos, para que su padre, al tocarlo, lo confundiera con su velludo hermano. Jacob obedeció y se presentó ante Isaac, quien le habló así: "Dios te bendiga, hijo mío, y te dé poder y riqueza. Que todos los pueblos y tus mismos hermanos te obedezcan".

En vano Esaú protestó y rogó al padre que anulará la bendición dada a Jacob. Isaac, que advirtió en lo acaecido la voluntad de Dios, se negó a satisfacer el deseo de su hijo. Por ese motivo, ciego de ira y de odio, Esaú amenazó con matar a su hermano. Entonces Jacob, aconsejado por sus padres, decidió refugiarse en la casa de su tío Labán que vivía en la lejana Mesopotamia. Después de la primera jornada de viaje, se detuvo a descansar en pleno campo y, durante la noche, vio en sueños una escalera que unía el cielo con la tierra, por la que subían y bajaban muchos ángeles. Desde lo alto, Dios le dijo: "Yo soy el Dios de Abraham y de Isaac. La tierra sobre la que duermes será tuya y de tus descendientes, los cuales serán más numerosos que las arenas del mar y entre ellos nacerá el Salvador del mundo. Dondequiera que vayas, yo te protegeré y te ayudaré a volver a esta tierra".

Continuará...

Jacob despertó turbado y reanudó su camino. Después de muchos días, se detuvo cerca de un pozo donde algunos pastores estaban abrevando sus ovejas y les preguntó por su tío Labán. Le señalaron entonces a su hija Raquel, que se acercaba con su rebaño. Durante unos instantes, Jacob quedó mudo ante la belleza de la joven. Luego se presentó y ambos primos se abrazaron conmovidos. Jacob era pobre cuando llegó a la casa de su tío; pero pronto, gracias a la ayuda de Dios y a su propio trabajo, aumentó la fortuna de Labán, y él mismo se convirtió en un hombre rico. Casó entonces con Raquel y tuvo doce hijos.

Catorce años después, Jacob quiso regresar a la casa paterna. Preparó una caravana de servidores y ganado, cargó los camellos con sus bienes y emprendió la marcha. Casi al llegar a la meta se enteró de que su hermano Esaú, ciego de odio todavía, iba a su encuentro con cuatrocientos hombres armados.

La noticia apenó e intranquilizó a Jacob, que no tenía cómo defenderse del ataque de su hermano. Pero Dios le mandó un ángel para alentarlo y confortarlo y le aseguró nuevamente su protección. Cuando los dos hermanos se encontraron frente a frente, el odio se desvaneció milagrosamente del corazón de Esaú, y ambos se abrazaron y juraron paz eterna. Finalmente, después de tantos años de separación, Jacob pudo estrechar entre sus brazos a sus ancianos padres, cuyos últimos años de vida alegró con su presencia y la de sus hijos.

Continuará...

JOSÉ EN EGIPTO

Después que Jacob se estableció en la tierra de Canaán (Asia), nació su duodécimo vástago, Benjamín. Entre todos sus hijos, sin embargo, el preferido era el undécimo, José, por su bondad y obediencia. Por ello sus hermanos comenzaron a envidiarlo, sentimiento que se convirtió en odio cuando José contó dos sueños que había tenido. En el primero le pareció que estaba en el campo, atando gavillas con sus hermanos y que la suya permanecía erguida, mientras las de los otros, puestas a su alrededor, se inclinaban ante ella. En el segundo sueño vio que el Sol, la Luna y once estrellas lo adoraban.

-¿Deberemos, por ventura, tu padre, tu madre y todos nosotros inclinarnos ante ti como delante de un rey?- preguntaron sus hermanos.

Enceguecidos por el odio, un día se dijeron: "Matémoslo. ¡Veremos entonces cuánto hay de verdad en sus sueños!" Pero el mayor de ellos, Rubén, que se oponía al criminal propósito, dijo: "No debemos mancharnos con la sangre de nuestro hermano. Echémoslo en una cisterna seca y dejémoslo morir de hambre". La verdadera intención de Rubén era salvar a su hermano y enviarlo nuevamente a casa del padre; pero los demás hermanos, mientras él se alejaba, vendieron a José a una caravana de mercaderes que se dirigían a Egipto.

Cuando Rubén lo supo se disgustó mucho con sus hermanos, pero los mercaderes estaban ya lejos. Decidieron entonces manchar los vestidos de José con la sangre de un cabrito y llevárselos al padre. Cuando Jacob los vio, exclamó entre lágrimas: "¡Ay de mí! Ésta es la túnica de José... ¡Una fiera lo ha devorado!

Mientras tanto, los mercaderes llevaron a José a Egipto, donde lo vendieron a Putifar, oficial del Faraón, en cuya casa alcanzó una importante posición. La mujer de Putifar, celosa de la benevolencia que su marido demostraba hacia José, acusó injustamente a éste de haberla ofendido, haciéndolo encarcelar. En la prisión se encontraban también el copero mayor y el principal panadero del Faraón. Una noche, sus dos compañeros tuvieron extraños sueños que sólo José pudo explicar. A uno de ellos le predijo que a los tres días sería liberado y confirmado nuevamente en su cargo; y al otro, que en el mismo lapso sería condenado a muerte. Así sucedió efectivamente.

Continuará...

Dos años más tarde, también el Faraón tuvo dos sueños extraños: en el primero, le pareció estar en la ribera del río Nilo, del cual subían siete vacas gallardas y gordas, detrás de las cuales aparecían siete vacas feas y consumidas que devoraban a las primeras sin perder su flacura. En el segundo sueño vio brotar de una sola caña siete espigas de trigo grandes y llenas, que fueron destruidas inmediatamente por siete espigas vacías y secas, que nacían de otra caña.

Preocupado por tan extraños sueños, el Faraón llamó a su corte a todos los adivinos y sabios de Egipto, pero nadie supo explicárselos. Sólo entonces el copero mayor se acordó de José y le habló de él al soberano. El Faraón llamó entonces a José quien, después de escuchar el relato dijo: "Dios ha querido revelar el futuro de tu reino y Él mismo, por mi boca, te envía la explicación. Has de saber que las siete vacas gordas y las espigas llenas simbolizan siete años de abundancia. Las siete vacas flacas y las espigas vacías significan siete años de escasez. Será necesario, pues, que elijas un ministro sabio y activo, que haga acopio de víveres en los años de abundancia y los conserve para los de escasez, a fin de que tu pueblo no muera de hambre".

El Faraón, maravillado por la clarividencia de José, exclamó: "Ya que tu Dios te ha inspirado palabras tan sabias, yo no podría encontrar un hombre más hábil ni más apto que tú para tal cargo. Por lo tanto, te designó gobernador de todas las tierras de Egipto". Se quitó el anillo y se lo puso en el dedo a José. Lo cubrió con ricas vestiduras y lo hizo subir a su carroza, en la que José recorrió las calles de la ciudad, mientras los heraldos anunciaban al pueblo el cargo y los poderes del joven hebreo.

Gobernador de todo Egipto a los treinta años de edad, José probó ser digno de la confianza del Faraón. Durante los siete años de abundancia visitó todas las provincias del reino; compró grandes cantidades de trigo que almacenó en enormes depósitos construidos para tal fin en todas las ciudades, dejándolos bajo la custodia de sus soldados.

Como José mismo había profetizado, después de los siete años de abundancia comenzó una terrible escasez, pues la tierra no produjo nada más, las plantas se secaron y gran parte del ganado murió. El pueblo acudió entonces al Faraón quien respondió: " ¡Acudid a José y haced cuanto él os diga!". José, por medio de sus oficiales, les vendió el trigo almacenado en los años de abundancia y satisfizo a todos. De ese modo, en Egipto nadie murió de hambre y el Faraón cambió el nombre de José por el de Salvador del Mundo.

Continuará...