Me sorprende la vida

Y las personas que conozco, en esta primavera, que le da más luz y colorido a nuestro pasar, y en ello, veo las caras, los cuerpos de los conocidos, que dejo de reconocerle por lo que han cambiado . Más bien cambian cada día, porque no es el tiempo que pasa, sino que subidos en ese tren de la vida en donde vamos subidos, avanza, y que solo se detiene en las estaciones para dejar a los que le caducaron el billete de su existencia.

.- Profe, no me reconoce._ Y me quedo mirando a una chica, más bien toda una mujer, y le digo que no .- ella está de dependienta en un gran supermercado e insiste, Si, profe Ud. nos daba dibujo en el colegio tal.- y hago memoria, pero me es imposible saber quién de todas aquellos niños y niñas de varios cursos es, han pasado o hemos pasado por algunos años. Al final la recuerdo porque era una de las niñas que mejor dibujaba, y le digo su nombre, de Susana y se alegra, y en mi queda una nostalgia de aquellos tiempos, recordando los regalos que me hicieron, y la estela de cariño que deje en esos niños.

Pero ya no existen, el tren de la vida se ha llevado por delante ese tiempo, y no queda nada de entonces, ni siquiera el grupo escolar, porque todo cambia, no solo los cuerpos y las mentes, y lo que antes eran mujeres respetables,  vecinas, de buen ver, lozanas y alegres, hoy son mujeres mayores que se han deformado en sus cuidados rostro, y los amigos que siempre tenían ganas de aventuras, hoy se conforman con los viajes del Incerso, y en consumir su tiempo de vida, sentados en los bancos del parque cercano.

¿Son mayores o más jóvenes que yo?, no porque se llega a una edad en que esta nos iguala a todos, y a todos nos regala los mismos síntomas,  dolores, arrugas, y el
espejo se encarga de recordárnoslo, además de los bancos, la Seguridad social, las cartas oficiales, y el seguro de defunción.

Y qué tragedia tiene que ser para esos artistas  famosos, bellezas deslumbrantes que    fueron y que en ese tren de la vida, van viendo como  tu piel tersa, sus ojos deslumbrantes y sus labios seductores, los abandonan y quedan convertidos solo en el recuerdo de un pasado glorioso, belleza pasada que desapareen, a pesar de las operaciones y los botos en la piel, y tanta cirugía.

Somos mortales que no queremos morir, cuerpos que se niegan a envejecer,   mentalidades que se niegan a comprender que ya no están actualizados a estos tiempos.

Lo dijo alguien y su frase quedo grabada. "La verdad es que no somos na"

Y menos en calzoncillos.

Una de las cosas con la que me sorprendo a mi mismo, es la ausencia de las famosas crisis. La de los treinta, la de los cuarenta, las de los cincuenta... las únicas crisis que he pasado son las que sufría al cambiar de trabajo y que solían durar entre cuatro y seis meses, lo justo para pillarle el pulso al nuevo mercado en el que me metía. Quizás tuvo algo que ver el hecho de que siempre me buscaron y nunca me ofrecí y ahora en mi séptima década, sigo sin pasar por esas crisis, asumo con naturalidad que me da miedo romperme la cadera y he dejado la bicicleta, que ya no puedo en el frontón jugar de delantero y lo hago en la zaga, que ya no puedo subir a esos montes que siempre me han  fascinado y recurro al senderismo, que las mujeres me tratan de usted, que los hijos que antes nunca me contaban sus cosas, ahora buscan mi opinión, que mi nieta corre a abrazarme cada vez que me ve, que soy consciente de que cualquier día casco y no me perturba.
Igual es que soy insensible.

Porsituquieressaber escribió:Y menos en calzoncillos.

Una de las cosas con la que me sorprendo a mi mismo, es la ausencia de las famosas crisis. La de los treinta, la de los cuarenta, las de los cincuenta... las únicas crisis que he pasado son las que sufría al cambiar de trabajo y que solían durar entre cuatro y seis meses, lo justo para pillarle el pulso al nuevo mercado en el que me metía. Quizás tuvo algo que ver el hecho de que siempre me buscaron y nunca me ofrecí y ahora en mi séptima década, sigo sin pasar por esas crisis, asumo con naturalidad que me da miedo romperme la cadera y he dejado la bicicleta, que ya no puedo en el frontón jugar de delantero y lo hago en la zaga, que ya no puedo subir a esos montes que siempre me han  fascinado y recurro al senderismo, que las mujeres me tratan de usted, que los hijos que antes nunca me contaban sus cosas, ahora buscan mi opinión, que mi nieta corre a abrazarme cada vez que me ve, que soy consciente de que cualquier día casco y no me perturba.
Igual es que soy insensible.

KHolas

Hola Porsi, das en la diana con tu opinión y parecer en esto de lo que nos cambia, va cambiando el cuerpo y te avisa de que ya no puedes hacer lo que hacías.

Hasta los setenta estuve en el gimnasio dando el callo como uno más y aún estaría allí si no hubiera sido por el Covid de los h.... Pero si antes me hacía diez kilómetros caminando en una mañana, ahora ya ni lo intento, mis piernas y mis pasos ya no son tan ligeros, y en cuanto a los nietos se vuelve uno más sensible porque ellos te hacen serlo, y si antes no te importaba el mundo de los niños, ahora cualquier cosa que les pase, me duele o me rejuvenece.

Se ve que todo eso nos pasa  a todos,  y bueno que podamos contarlo.

Saludos

Saludos, Bara