Mi vecino El Loco nº 10
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Mi vecino El Loco nº 10
Mi vecino El Loco nº 10
Basado en la Pág. 14 y 15 de mi relato “El extraño Mundo de Andrés el farero “
Estos días de pleno verano, cuando el Sol, en toda su plenitud de calor y vida, hace huir a las gentes de las calles, y refugiarse a las palomas en la humedad de las bajas azoteas, veo, que mi vecino El Loco no está bien. A lo lejos, lo contemplo pasear una y otra vez, nervioso, y totalmente abstraído, por lo más alejado y oscuro del parque. Va de aquí para allá, con los ojos muy abiertos, y la barbilla temblándole en la cara.
Cuando hoy por fin me acerqué a él, he visto que tenía profundas ojeras, el semblante demacrado, y la mirada más perdida que de costumbre. En la cara desencajada y lívida, por algo que lo trastorna y lo hace estar inquieto y nervioso, veo que como siempre, sufre sus males, como sus alegrías desde fuera para adentro, y como siempre se las calla, y las hace muy suyas.
Por eso, aparentando un falso entusiasmo y jovialidad, lo saludo cordial y amistosamente, para de alguna forma sacarlo de su Mundo interno, que parece que, esta vez, le hace daño.
.-¡ Hola vecino. Buenos días, que tal, como se encuentra hoy¡. -
Mi voz, que quiere ser suave y tranquilizadora, ha sonado fuerte en el oscuro rincón en donde se mueve sin parar. Aun así, resuena y sobresalta a mi vecino que detiene sus pasos, y me mira, y como siempre ocurre, tarda en reconocerme, y en situarse en el mundo real.
¡. - Haaaaaaaa ssssiiiii vecino, quee quien es Ud. . Ha sí sí hola, hola ¡. -
Volviendo, seguidamente, otra vez a sus cavilaciones y a sus vivencias internas.
Y ya me disponía a seguir mi camino, dejándole a solas con sus inquietudes, cuando en una llamada, casi un grito dijo,
.- ¡ He vecino donde va, acaso no tiene un momento para escucharme, hace rato que le hablo y parece no escucharme, perdone que le diga, pero Ud. me parece, que no está bien de la cabeza. ¡. -
.-¡Ha, perdone vecino, es que estaba distraído, dígame, que le ocurre, hoy que lo veo un poco nervioso ¡. -
Dije aparentando desenfado, y como que no había oído lo anterior.
.- ¡Nervioso, si claro, es para estarlo, hace días, semanas o meses, ¡que sé yo,¡que no consigo dormir, ni tomándome las pastillas a docenas. ¡. -
Siguió hablando, como dirigiéndose a sí mismo, como si se preguntara en voz alta, lo que quizás llevaba toda la mañana cavilando, y siguió sin que yo, osara interrumpirlo.
.-¡Tengo pesadillas vecino, horribles pesadillas que me persiguen y me acosan sin cesar, no me dejan en paz.¡Aun estando despierto puedo vivirlas, porque cuando me levanto de la cama en realidad, no salgo de ella, paso a otra estancia, a otra sala en la que espero, para cuando me duermo si es que lo consigo, pasar a otro cuarto. Mi pesadilla, vecino, es como salir de un cuarto y entrar en otro sin reposo, ni descanso.
.-¡Pero durante el día vecino podrá distraerse, descansar. ¡. --
.- ¡ No mire en la casa vivo ahora solo, mi mujer se marchó cansada, dijo, de que no la dejaba dormir. Pero en la casa todo se va descomponiendo, las bisagras de las puertas se desclavan, los tornillos de la madera parecen querer huir de su sitio, los grifos del cuarto de baño, se quejan, y aunque los acaricio siguen quejándose sin parar, las cortinas han huido, se lanzaron en paracaídas por las ventanas. Los cacharros de la cocina se niegan a funcionar, y a que los toque. Las fotos, los retratos de las paredes me miran fijamente, me acusan, los muebles protestan y se mueven como evitando mi contacto. Las grietas del techo se hacen más grandes cada día y me amenazan con desprender la lámpara del comedor sobre mi cabeza. Todo está contra mí.
.-¡Pero vecino dije. ¡. -
Lamentándole en mi interior de su sufrimiento y de la gravedad de su enfermedad.
.- ¡Acaso cuando llega la noche no puede olvidarse de todo y dormir.¡.-
.-¡Noooo. ¡.-
Casi gritó el pobre demente para continuar.¡.-
Cada noche me juzgan, sin acabarse nunca este maléfico, juicio, que se repite una noche tras otra. Cada noche, obedeciendo a una llamada que no soy capaz de rechazar, salgo mansamente y obedientemente al comedor, allí, las fotos en los cuadros de las paredes del comedor parecen más vivas y acusativas que durante el día. Parecen decirme con una muda llamada a que las contemple, pero me niego a mirarlas, adivino, que esas imágenes están observándome. Son parientes míos, difuntos que esperan algo de mí. Luego me siento frente a la puerta de la entrada, esperando algo, a lo que no sé negarme. Y de pronto, cada noche lo mismo, me sobresalto, cuando la puerta se abre de pronto, y el sonido de la madera contra la puerta atrona en la habitación silenciosa, y por el hueco oscuro del marco, se va metiendo una bruma espesa y lechosa, densa y macabra que huele a muerte y a cementerio. Mientras impasible, sin inmutarme, sigo mirando al rectángulo vació de la entrada. Cuándo de pronto, aparece una figura esquelética, con su calavera de huesos blanqueados y que alguna vez perteneció a una mujer, y que me mira fijamente, con unos ojos sin vida, como de frío cristal, como pidiéndome algo, como rogándome permiso para entrar.
En un tiempo que no sé si es real o soñado, pasa y la negra silueta sigue esperando. A pesar de estar desfigurada, por tantos, años de muerte, la reconozco, es el fantasma animado de una tía fallecida hace muchos años, y que ,me cuidó de niño y de la que guardaba un maternal recuerdo. Mientras, la aparición, que se mueve como flotando en el aire, pasa adentro y se sienta frente a mí, mirándome fijamente con aquellos ojos vacíos como interrogándome. Entonces quiero huir, salir corriendo, pero no puedo una fuerza maléfica, me retiene allí, clavado, en la misma postura de siempre, contemplándolo todo y amarrándome fuertemente a la mesa del comedor para no caerme al suelo.
Al poco, y como por encanto, otra figura aparece, ahora con los rasgos lejanos de lo que fue un cuerpo de hombre, pero por sus movimientos me recuerda a un hermano antiguamente fallecido, que también me interroga con la misma mirada de cuencas vacías y sin vida. También este entra en la casa, y como suspendido en el aire se sienta junto a la otra aparición,. A continuación otra figura aparece en la puerta, esta vez es una anciana, encorvada, menuda y con una larga mata de pelo flotándole en la bruma que la envuelve y que se va disolviendo por momentos. El vestido de harapos, que viste, me recuerda a la imagen de la misma Muerte que ha visto en algunas pinturas, esta pasa y se sienta junto a las demás.
Estando tan juntas y en silencio y con la mirada puesta en mí, forman un tétrico y fastagmorico tribunal. Se diría que esperan para juzgar a alguien, a algún reo imaginario de un impensable delito, pero a quien van a juzgar es a mí, que sigo sin entender nada de esta aterradora pesadilla. Sin fuerzas para moverme en donde parece que estoy clavado para siempre, y con el presentimiento más certero de que nunca saldré de allí con vida, porque sé que en esa pesadilla tan real, puede estar mi fin.
Loco de terror, miro como envueltos en la misma bruma de siempre, ahora azulada y más lechosa y espesa, van entrando a la casa, otros espíritus, cuerpo ingrávidos e inmateriales, que van ocupando cada uno su lugar en el comedor, Por sus rasgos los reconozco, en uno reconozco a la Maldad por el odio de su semblante, La Bondad aparece en un rincón pequeña escuálida, insignificante, que se pierde junto al rostro ancho y enorme de la avaricia. Todos mis defectos y todas mis virtudes están presentes. Pero presiento que discuten que están metidos en una silenciosa pero fuerte discusión. Entretanto, las primeras figuras que entraron y que parecen presidir aquel juicio, permanecen muda y quietas como esperando.
Siempre envueltos en esa nube retrocedo, lo hago muy lentamente, con esfuerzos y sigilosamente. Siento que se está discutiendo mi futuro, que mis faltas y mis aciertos, están siendo discutidas. De pronto, cuando parece que se ha dado un veredicto, cuando, presiento que mis escasas virtudes han perdido frente a mis defectos, y cuando, en solemne desfile, se dirigen hacia mí, me despierto entonces y. vuelvo a una pasajera y ambigua realidad de la que no puedo entrar del todo porque en la casa, continúan acechándome, esos fantasmales seres¡ .- .
Después de esta larga y penosa explicación, dicha toda de seguido, sin un respiro, como apremiado por la necesidad de contarlo a alguien, sigo aún atento, a sus movimientos de manos y ademanes, y como un falso Psicólogo, intento buscar alguna lógica a esos extraños sueños, para tranquilizar a este pobre hombre. Pero me encuentro indefenso. Mi modesta cordura no puede con su prolífica locura, que permanece ilesa a pastillas y fármacos, y mi modesta lógica se estrella una y otra vez contra el enajenado convencimiento de que sus pesadillas y problemas son tan reales, que nadie, salvo otro loco puede comprenderlo y ayudarlo.
Así que al final, solo puedo animarlo, y en el fondo del alma, compadecerlo-
.
Rocinante
Basado en la Pág. 14 y 15 de mi relato “El extraño Mundo de Andrés el farero “
Estos días de pleno verano, cuando el Sol, en toda su plenitud de calor y vida, hace huir a las gentes de las calles, y refugiarse a las palomas en la humedad de las bajas azoteas, veo, que mi vecino El Loco no está bien. A lo lejos, lo contemplo pasear una y otra vez, nervioso, y totalmente abstraído, por lo más alejado y oscuro del parque. Va de aquí para allá, con los ojos muy abiertos, y la barbilla temblándole en la cara.
Cuando hoy por fin me acerqué a él, he visto que tenía profundas ojeras, el semblante demacrado, y la mirada más perdida que de costumbre. En la cara desencajada y lívida, por algo que lo trastorna y lo hace estar inquieto y nervioso, veo que como siempre, sufre sus males, como sus alegrías desde fuera para adentro, y como siempre se las calla, y las hace muy suyas.
Por eso, aparentando un falso entusiasmo y jovialidad, lo saludo cordial y amistosamente, para de alguna forma sacarlo de su Mundo interno, que parece que, esta vez, le hace daño.
.-¡ Hola vecino. Buenos días, que tal, como se encuentra hoy¡. -
Mi voz, que quiere ser suave y tranquilizadora, ha sonado fuerte en el oscuro rincón en donde se mueve sin parar. Aun así, resuena y sobresalta a mi vecino que detiene sus pasos, y me mira, y como siempre ocurre, tarda en reconocerme, y en situarse en el mundo real.
¡. - Haaaaaaaa ssssiiiii vecino, quee quien es Ud. . Ha sí sí hola, hola ¡. -
Volviendo, seguidamente, otra vez a sus cavilaciones y a sus vivencias internas.
Y ya me disponía a seguir mi camino, dejándole a solas con sus inquietudes, cuando en una llamada, casi un grito dijo,
.- ¡ He vecino donde va, acaso no tiene un momento para escucharme, hace rato que le hablo y parece no escucharme, perdone que le diga, pero Ud. me parece, que no está bien de la cabeza. ¡. -
.-¡Ha, perdone vecino, es que estaba distraído, dígame, que le ocurre, hoy que lo veo un poco nervioso ¡. -
Dije aparentando desenfado, y como que no había oído lo anterior.
.- ¡Nervioso, si claro, es para estarlo, hace días, semanas o meses, ¡que sé yo,¡que no consigo dormir, ni tomándome las pastillas a docenas. ¡. -
Siguió hablando, como dirigiéndose a sí mismo, como si se preguntara en voz alta, lo que quizás llevaba toda la mañana cavilando, y siguió sin que yo, osara interrumpirlo.
.-¡Tengo pesadillas vecino, horribles pesadillas que me persiguen y me acosan sin cesar, no me dejan en paz.¡Aun estando despierto puedo vivirlas, porque cuando me levanto de la cama en realidad, no salgo de ella, paso a otra estancia, a otra sala en la que espero, para cuando me duermo si es que lo consigo, pasar a otro cuarto. Mi pesadilla, vecino, es como salir de un cuarto y entrar en otro sin reposo, ni descanso.
.-¡Pero durante el día vecino podrá distraerse, descansar. ¡. --
.- ¡ No mire en la casa vivo ahora solo, mi mujer se marchó cansada, dijo, de que no la dejaba dormir. Pero en la casa todo se va descomponiendo, las bisagras de las puertas se desclavan, los tornillos de la madera parecen querer huir de su sitio, los grifos del cuarto de baño, se quejan, y aunque los acaricio siguen quejándose sin parar, las cortinas han huido, se lanzaron en paracaídas por las ventanas. Los cacharros de la cocina se niegan a funcionar, y a que los toque. Las fotos, los retratos de las paredes me miran fijamente, me acusan, los muebles protestan y se mueven como evitando mi contacto. Las grietas del techo se hacen más grandes cada día y me amenazan con desprender la lámpara del comedor sobre mi cabeza. Todo está contra mí.
.-¡Pero vecino dije. ¡. -
Lamentándole en mi interior de su sufrimiento y de la gravedad de su enfermedad.
.- ¡Acaso cuando llega la noche no puede olvidarse de todo y dormir.¡.-
.-¡Noooo. ¡.-
Casi gritó el pobre demente para continuar.¡.-
Cada noche me juzgan, sin acabarse nunca este maléfico, juicio, que se repite una noche tras otra. Cada noche, obedeciendo a una llamada que no soy capaz de rechazar, salgo mansamente y obedientemente al comedor, allí, las fotos en los cuadros de las paredes del comedor parecen más vivas y acusativas que durante el día. Parecen decirme con una muda llamada a que las contemple, pero me niego a mirarlas, adivino, que esas imágenes están observándome. Son parientes míos, difuntos que esperan algo de mí. Luego me siento frente a la puerta de la entrada, esperando algo, a lo que no sé negarme. Y de pronto, cada noche lo mismo, me sobresalto, cuando la puerta se abre de pronto, y el sonido de la madera contra la puerta atrona en la habitación silenciosa, y por el hueco oscuro del marco, se va metiendo una bruma espesa y lechosa, densa y macabra que huele a muerte y a cementerio. Mientras impasible, sin inmutarme, sigo mirando al rectángulo vació de la entrada. Cuándo de pronto, aparece una figura esquelética, con su calavera de huesos blanqueados y que alguna vez perteneció a una mujer, y que me mira fijamente, con unos ojos sin vida, como de frío cristal, como pidiéndome algo, como rogándome permiso para entrar.
En un tiempo que no sé si es real o soñado, pasa y la negra silueta sigue esperando. A pesar de estar desfigurada, por tantos, años de muerte, la reconozco, es el fantasma animado de una tía fallecida hace muchos años, y que ,me cuidó de niño y de la que guardaba un maternal recuerdo. Mientras, la aparición, que se mueve como flotando en el aire, pasa adentro y se sienta frente a mí, mirándome fijamente con aquellos ojos vacíos como interrogándome. Entonces quiero huir, salir corriendo, pero no puedo una fuerza maléfica, me retiene allí, clavado, en la misma postura de siempre, contemplándolo todo y amarrándome fuertemente a la mesa del comedor para no caerme al suelo.
Al poco, y como por encanto, otra figura aparece, ahora con los rasgos lejanos de lo que fue un cuerpo de hombre, pero por sus movimientos me recuerda a un hermano antiguamente fallecido, que también me interroga con la misma mirada de cuencas vacías y sin vida. También este entra en la casa, y como suspendido en el aire se sienta junto a la otra aparición,. A continuación otra figura aparece en la puerta, esta vez es una anciana, encorvada, menuda y con una larga mata de pelo flotándole en la bruma que la envuelve y que se va disolviendo por momentos. El vestido de harapos, que viste, me recuerda a la imagen de la misma Muerte que ha visto en algunas pinturas, esta pasa y se sienta junto a las demás.
Estando tan juntas y en silencio y con la mirada puesta en mí, forman un tétrico y fastagmorico tribunal. Se diría que esperan para juzgar a alguien, a algún reo imaginario de un impensable delito, pero a quien van a juzgar es a mí, que sigo sin entender nada de esta aterradora pesadilla. Sin fuerzas para moverme en donde parece que estoy clavado para siempre, y con el presentimiento más certero de que nunca saldré de allí con vida, porque sé que en esa pesadilla tan real, puede estar mi fin.
Loco de terror, miro como envueltos en la misma bruma de siempre, ahora azulada y más lechosa y espesa, van entrando a la casa, otros espíritus, cuerpo ingrávidos e inmateriales, que van ocupando cada uno su lugar en el comedor, Por sus rasgos los reconozco, en uno reconozco a la Maldad por el odio de su semblante, La Bondad aparece en un rincón pequeña escuálida, insignificante, que se pierde junto al rostro ancho y enorme de la avaricia. Todos mis defectos y todas mis virtudes están presentes. Pero presiento que discuten que están metidos en una silenciosa pero fuerte discusión. Entretanto, las primeras figuras que entraron y que parecen presidir aquel juicio, permanecen muda y quietas como esperando.
Siempre envueltos en esa nube retrocedo, lo hago muy lentamente, con esfuerzos y sigilosamente. Siento que se está discutiendo mi futuro, que mis faltas y mis aciertos, están siendo discutidas. De pronto, cuando parece que se ha dado un veredicto, cuando, presiento que mis escasas virtudes han perdido frente a mis defectos, y cuando, en solemne desfile, se dirigen hacia mí, me despierto entonces y. vuelvo a una pasajera y ambigua realidad de la que no puedo entrar del todo porque en la casa, continúan acechándome, esos fantasmales seres¡ .- .
Después de esta larga y penosa explicación, dicha toda de seguido, sin un respiro, como apremiado por la necesidad de contarlo a alguien, sigo aún atento, a sus movimientos de manos y ademanes, y como un falso Psicólogo, intento buscar alguna lógica a esos extraños sueños, para tranquilizar a este pobre hombre. Pero me encuentro indefenso. Mi modesta cordura no puede con su prolífica locura, que permanece ilesa a pastillas y fármacos, y mi modesta lógica se estrella una y otra vez contra el enajenado convencimiento de que sus pesadillas y problemas son tan reales, que nadie, salvo otro loco puede comprenderlo y ayudarlo.
Así que al final, solo puedo animarlo, y en el fondo del alma, compadecerlo-
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Rocinante
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Alain Deneault: "Los excesos de la izquierda llevan a la gente a la extrema derecha"
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