Droga dura y mortal 1ª parte

DROGA DURA Y MORTAL  1ª PARTE

La mujer no lloraba, estaba calmada, muy normal, hasta parecía contenta y como si una gran paz la dominara , en el fondo de su corazón daba gracias a Dios, porque por fin, porque de una vez por todas sus ruegos habían sido escuchados, y el todopoderoso se había llevado a su hijo.

Todos los vecinos del barrio, la comprendieron y hasta vieron normal que no echara ni una lágrima por su hijo, bastante había sufrido. Sus doce horas de fregar suelos durante tantos años ya no le llegaban para pagarle a su hijo sus dosis cada vez más caras y más continuas, ni para costearle sus continuas desintoxicaciones.

Pronto llegó el inevitable momento cuando  ya no  le quedaba nada, cuando ni siquiera tenía para alimentarse, el mal  hijo mintiéndole más que hablándole, le fue robando primero las cosas de valor, después los electrodomésticos  y finalmente acabó por llevarse las ropas y hasta las sabanas de las camas.

Para su hijo no valían de nada ni sus ruegos, ni sus lloros, ni sus pobres amenazas. Su hijo ya no era su hijo, era una alimaña que no razonaba, que no tenía sentimientos, pues solo vivía para sus letales dosis diaria, para pincharse, esnifar o tomarse aquellas diminutas pastillas que lo dejaban echo un pelele, ciego y sordo para todo lo que no fuera drogarse, eso era lo único que le importaba a aquella figura cadavérica y tambaleante en la que se había convertido su hijo.ç

Últimamente, ella no lo reconocía, porque del  hijo que ella pariera no quedaba nada, si acaso unos rasgos que le decían que era de su sangre, pero nada más. Hasta le temía y huía de el cómo de un animal enloquecido, más de una vez, y más de veinte la había amenazado, zarandeado y pegado para exigirle dinero,

Dinero para comprarse su  veneno, pero de donde lo sacaba aquella mujer que ya no le quedaba nada, por eso cuando ya se encontraba al borde de la desesperación  cuando ya no sabía que hacer ni a quien acudir, y la policía le dio la noticia de que el SIDA había cumplido su trabajo, de que los microbios habían ganado su batalla, respiró profundamente, una tremenda quietud le inundó el alma llena de angustias y sufrimientos. Su hijo, el drogadicto, el sidoso ,el ladrón, el delincuente, el despojo humano en que se había convertido, descansaba por fin y ella, por eso, ahora daba gracias a Dios.    

No cabe duda de que la droga dura, la mortal, la venenosa e infecciosa cada vez está más entre nosotros. Hoy  ya no hay cantante, famoso, artista o político que antes de sus genialidades en los escenarios o delante de los micrófonos no se esnife una o dos rayas de  ese polvo del demonio, y lo lamentable de todo esto, es que esa costumbre se está imponiendo como algo natural y natural es, no cabe duda de que cada cual hace de su capa un sayo, pero que pasa con los pobres, con los descamisados, con los desgraciados con los que se quedaron sin horizontes en sus vidas, con los que nacen contaminados con el virus de la injusticia y la pobreza  que se amparan en estas drogas, como su única meta en la vida.

Naturalmente que hay otras drogas legales y consentidas, incluso favorecidas por los grupos empresariales para satisfacer una demanda, el tabaco, el alcohol, la prensa y la televisión, que nos atontan y nos inmuniza.  Todas estas drogas son perniciosas, también, pero sus  secuelas, más o manos dañinas, no llegan ni por asomo a tener las graves consecuencias de la droga dura y  degenerativa de la Cocaína, la Heroína y otras de cuyo nombre no quiero acordarme.

Estas drogas cuando llegan a la parte más escondida de la sociedad, cuando llega a los suburbios, a las clases desfavorecidas que no tienen futuro, hace estragos, su manipulación es tanta que el veneno es más letal más adictivo, más dependiente, crea delincuencia, desarraigo, tristeza,  depresión, odio y venganza, de sujetos, de familia y de la sociedad entera.