El baúl de las imaginaciones del Rocinante

EL REGRESO

Tras los negros barrotes de la ventana, el reo contemplaba un cielo azul blanqueado a trechos por las nubes que lo adornaban. Echado en cl catre con la mirada perdida, en recluso piensa en los muchos afios de condena que tiene por delante. Es mucho tiempo para pensar encerrado entre aquellas cuatro paredes desnudas de la celda. Alli cautivo reviviria.Inevitablemente dias tras dias y sin posibilidad de escapar de sus pensamientos, y lo que afios atras apareció en las primeras paginas dctodos los periódicos.

De aquella pasada y trágica aventura le quedan una veintena de años de reclusión por cumplir, y un remordimiento que quizás le acompañe toda la vida. Aquella su pasada existencia que se había paseado por todos los retorcidos caminos de la delincuencia y que jamás como en esta ocasión-lo lamentaba tanto.

Aquella trágica tarde había matado a un hombre, a un desconocido, a un inocente y anónimo peatón que en un momento dado se interpuso involuntariamente entre su loca huida y la policía que le perseguía. El desconocido que caminaba por la acera ajeno a lo que ocurría, y que cuando escucho los disparos, se detuvo unos instantes, en el preciso momento que él, en su loca huida no pudo evitar que al volverse y casi sin mirar disparara. La bala perdida le fue directamente al corazón del involuntario testigo que cayo al suelo como fulminado por un rayo quedando muerto al instante.

Cuando finalmente lo atraparon, aun conservaba la pistola humeante entre las manos. Los jueces cuando dictaminaron la sentencia, se guiaron por su largo y negro historial delictivo y fueron severos con él. Su abogado un triste letrado de oficio, trabajo muy duro para que no le aplicaran, la pena capital, y al fin lo salvo de la cámara de gas. Luego vinieron los continuos traslados, las silenciosas celdas, la monotonía de la cárcel, y el pasar continuo de los días. Otro en su lugar se hubiera abandonado a su destino. Se hubiera desanimado, abandonado por completo, pero él no, porque además del pesar por la estúpida muerte por aquel desgraciado accidente, tenia en su interior algo que se empeñaba en no creer, algo que no le dejaba ni dormir y le hacia estar en una constante intranquilidad, porque el desconocido cadaver de aquel lejano día, aquel que cayera bajo sus balas.

Continuara......................

Tomb escribió:

**Página número 2**...

Aquel cuerpo, una vez sin vida, que debió reconocer en el depósito, aquel cuerpo que debería haber sido un difunto muerto y enterrado, lo había visto cerca de él. Aunque pareciera imposible, era una realidad, una macabra y triste realidad. El fantasma se le había aparecido en los momentos más importantes de los últimos años.

La primera vez fue el día en que le leyeron su sentencia. En una de las ocasiones en que levantó la vista para mirar al público en la sala, lo vio. Estaba de pie junto a la pared, vistiendo el mismo traje negro del día de su muerte. La visión duró apenas unos segundos, porque cuando el juez terminó de leer, la vista se le nubló y no llegó a percibir las palabras terminantes que cambiarían el curso de sus años de vida. Fue entonces cuando su abogado, tocándole el hombro y sacudiéndole, le hizo reaccionar.

En la segunda ocasión, la aparición fue mucho más breve pero igualmente sorprendente. Ocurrió el día en que lo sacaban de los calabozos judiciales para ser trasladado al penal donde cumpliría definitivamente su condena. Al salir, deslumbrado por el sol, subía con dificultad los escalones del furgón policial que esperaba en la puerta. Y fue entonces cuando lo vio nuevamente. Llevaba el mismo abrigo y en su feo rostro mostraba una risita maligna y llena de odio.

"No puede ser", se decía una y otra vez, repitiéndolo internamente como una idea obsesiva. Aquel individuo estaba muerto. No en vano lo había visto desnudo, frío, tendido y desmadejado como un muñeco de cera en la camilla de la morgue. Sin embargo, al cabo de unos días, leyó la noticia de su entierro. Todo esto lo dejó perplejo y quieto, hasta que el siguiente recluso que subía detrás lo empujó hacia el interior del furgón.

Desde la última aparición, se había obsesionado con la irrealidad de aquellas visiones. Se repetía una y otra vez que aquello no tenía explicación lógica. Lo que estaba ocurriendo debía ser una alucinación, un espejismo. Un difunto.

Amig@s este creo que fue, si no el primero, uno de los primeros relatos que emprendí de todos los que vinieron después, y que han sido unos cuantos. En aquel tiempo en que iluso de mi quería ser escritor. Como si tal tarea estuviera al alcance de cualquiera, y para eso me preguntaba, ¿ que base tenia detrás para emprender esa desconocida tarea?, prácticamente nada, y salvo mis aventuras viajeras, mis vivencias en paises extranjeros, y anécdotas mundanas, avaladas por una intensa lecturas de los autores mas sobresalientes, y una amplia y variada biblioteca, no había nada mas, no me sostenía en mi aval literario, ni estudios universitarios, ni estudios de literatura, de gramática ni de filosofía, ni nada de los que pueden ostentar y con orgullo todos los escritores.

Pero tenia,  hoy ya no, una fantasía desbordante, tanto, que lo que imaginado en la cama, solía trasladarlo la papel al momento, pero no era igual, lo bien que me parecía en el pensamiento, al pasarlo a la cuartilla, ya no parecía lo mismo, si no diferente, y adornado con  otros pasajes que habían surgido espontáneamente. Por eso llegue a la conclusión de que el intelecto, el cerebro humano, es como un ente activo que como la inteligencia artificial crea desde sus confines cerebrales, vivencias, lecturas y visiones, ya que en mis historias siempre aparecían rasgos de películas vistas, y visones de otros  libros, de forma que el relato propuesto, no era tan original como deseaba, era pues muy diferente a cómo lo había imaginado.

Pero como estrenándome al oficio, en este relato me empeñe en llevar al lector a situaciones extremas de ambiente de terror, como un ensayo de aprendizaje literario. No se si lo conseguí, pero ganas no me faltaron.

Saludos

Espero os guste.

hombre triste y solitario, intrigado por la personalidad de aquel individuo que tenia la macabra habilidad de recordarle con su fantasmal presencia su pasado. En los días que siguieron aprovecho entretanto la esperada visita de su abogado para preguntarle por aquel sujeto, y su defensor, que al preparar la defensa tuvo que informarse al respecto, le conté que de aquel fallecido personaje poco sabia.

Ya que en  En vida fue un solitario, un extraño con sus vecinos y sin familia conocida, pues ninguno de ellos acudió a su funeral. En el vecindario, una distinguida zona residencial, en donde por la separación de sus elegantes mansiones nadie se conocía, se comentaba que practicaba la brujeria, habiéndole sorprendido en alguna ocasión la policía en estas prácticas. Poco después y por la investigación abierta, se le encontraron en su domicilio utensilios y objetos para los rituales de misas negras y de culto al demonio.

No fueron muy halagüeñas aquellas noticias, pero le acabaron de confirmar lo de viva que sus pesadillas, de que aquellas apariciones hasta tenían su lógica. Que aquel cada ver viviente, por alguna razón misteriosa y desconocida, no dormía en la paz de su tumba, y que mucho se temía que volvería una y otra vez a visitarle, a no dejarlo vivir en paz. Se decía que aquella tensión continua, la vigilia nocturna permanente, y aquel temor constante acabaría consumiéndole.

Siempre luchando entre su sentimiento de culpa y el temor hacia lo desconocido. El tiempo no pasaba por entre aquellos altos muros, si no que se quedaba allí quieto y dormido alargando los minutos y haciéndoselos eternos. La vida carcelaria le era cada vez mas monótona y gris, y salvo alguna que otra partida de cartas, y las largas y charlas ocasionales con sus compañeros, la vida transcurría consumiéndose acostado en su catre. Tenia que acabar con aquella pesadilla, con aquel misterio, por eso estaba determinantente decidido a que no esperaría el final de su larga condena para ser desvelado..........................................................................................................CONTINUARA.

Pag.. n°5

La preparación y la ultimación dc los detalles de la ansiada fuga le tuvieron ocupado seis largos meses. Vivía solo para esa idea, y en ese tiempo calculo todas las formas de escapar con éxito. Sus ansias por salir eran incontenibles y esto le hacia preparar la huida con placer.

Al fin, un día, se decidió por la única manera dc escapar con éxito, y ésta era la de meterse en uno de los grandes contenedores de basura de la cocina. Estos recipientes nunca era inspeccionados a la salida por la dificultad y el riesgo que tenían los reclusos de llegar hasta ellos. El plan que astutamente ideo, lo llevo a cabo con tanto éxito que al caer la tarde ya se sentía cruzar la entrada del penal dando tumbos dentro del camión y oliendo a demonios.

Su alegría era tan grande que hacia esfuerzos para no gritar de contento, lo había logrado, por fin estaba libre, ahora podría acabar con aquel tormento que le perseguía desde hacia años. El camión mientras, devoraba kilómetros y mas kilómetros alejándole de su reciente encierro, y cuando al cabo dc unas horas calculé que ya se
encontraba lo bastante lejos del presidio, salió como pudo del enorme cubo abriendo con dificultad la pesada portezuela del vehículo que en aquel momento subía muy despacio una pendiente.

Al salir, el aire fresco de la tarde, le dio en la cara y el intenso olor a maleza le inundé los sentidos. Luego miro la negra carretera que corría bajo sus pies, y sin pensarlo dos veces se tiro en marcha, en donde la hierba alta y húmeda le amortiguo el golpe.
Después se incorporo cuando el transporte ya se alejaba con el ruido de su motor perdiéndose en la distancia. La paz del bosque reinaba en aquella hora avanzada de la tarde y la sentía con toda su intensidad en todo su cuerpo y en el espíritu. La brisa de la libertad hizo que gritando de contento saliera corriendo asustando en su carrera a varias palomas torcaces que levantaron estruendamente el vuelo a su paso, mas adelante, y cuando le faltaba el aire por tanto correr, frenó la carrera, y siguió a paso ligero. Caminando, se había adentrado en un frondoso y solitario bosque.

Su silueta con el uniforme gris de penado se destacaba en el fondo verdoso de la maleza. Empezaba a anochecer y una fresca brisa se había levantado removiéndole el pelo y la ropa. Estaba solo, libre y solo, y a pesar de su gran
alegría, veía que tendría que buscar algún sitio para pasar la noche que se avecinaba.

Está superinteresante, Baraka.

más, más... queremos más... sigue sigue...

Pag. n° 6

Miro a su alrededor pero todo lo que alcanzaba a ver solo eran bosques y montañas interminables, pero ningún sitio habitado. Le rodeaba por completo una inmensa arboleda, y un gran silencio, una infinita paz que le recordó la tranquilidad de los cementerios. La noche se hizo, y en la oscuridad impenetrable era imposible dar un paso sin tropezar con alguna rama o piedra del camino. Qué con sus pasos abrían por entre los matorrales. Por fin desistió de caminar dando traspiés, y sin dudarlo se sentó al pie de un gran pino. Ahora se había levantado un fuerte viento que hacia moverse las ramas y creaba sonidos extraños y gemidos lejanos. Dentro del bosque, esforzándose por permanecer ausente de aquellos sonidos lejanos. hermanecía sentado con la cara entre las rodillas y mirando fijamente al frente, a la oscuridad que le rodeaba.

Se negaba a recordar, pero una vez mas la cadavérica cara del difunto se le plantaba en el pensamiento y no podía apartarla de su mente. La imagen era mas fuerte que él, y comenzó a sentir un enorme pánico que le dominaba. Se acurruco y se encogió sobre si mismo como alejándose mentalmente de allí, e inmerso en la tremenda negrura, todo eran sonidos extraños y gemidos lastimeros que le llegaban desde todas partes. Unos lejanos y otros tan cercanos que lo hacían estremecerse. Un intenso frio empezó a subirle por las piernas y comenzó a temblar. Así de esta forma paso largas horas temiendo que en cualquier momento la temida imagen se le apareciera, que asomando su cara, riéndose con aquella risita de ultratumba de su situación, y acabara por asesinarlo.

Temía que de un momento a otro unas manos largas y huesudas le agarraran por detrás del tronco, y se le aferraran al cuello hasta ahogarle. Por fin, una tímida claridad apareció por el fondo del cielo. Se aventuraba un incipiente día, entonces fue cuando sin poder soportar por más tiempo aquella situación, se levanto de golpe, y comenzó a caminar con paso vacilante e inseguro. Torpemente iba tropezando y mirando hacia todos los lados como poseído de un pánico inexplicable. En esa situación le sorprendió un claro amanecer, cuando ya caminaba por el arcén de una carretera comarcal, y junto a ésta como dos rayas paralelas que se perdían a la vista, una línea férrea.

Seguía caminando con el pensamiento en una idea fija que anulaba a todas las demás. Esa idea le hacía avanzar como un autómata, y le dirigía todos sus pasos. La idea era la de llegar cuanto antes al lugar donde.....................................................................CONTINUARA.

barakarlofi escribió: En esa situación le sorprendió un claro amanecer, cuando ya caminaba por el arcén de una carretera comarcal, y junto a ésta como dos rayas paralelas que se perdían a la vista, una línea férrea.

Qué pasará a continuación. Esto es un sin vivir.

Tomb escribió:

barakarlofi escribió: En esa situación le sorprendió un claro amanecer, cuando ya caminaba por el arcén de una carretera comarcal, y junto a ésta como dos rayas paralelas que se perdían a la vista, una línea férrea.

Qué pasará a continuación. Esto es un sin vivir.

Sufre como cuando se te averia la moto en los desiertos de los monegros ¡¡jajajajaaj! ahora, y si te portas bien, te voy a poner la pagina Nº 7

Pag nª 7

Hacia un par de años se había dado sepultura a aquel extraño ser empeñado en atormentarlo. Según caminaba algo le iba diciendo que la dirección que llevaba era la correcta. Un enorme cartel en la orilla de \a carretera se lo confirmaría poco después Faltaban escasos kilómetros para llegar. De pronto, el estridente pitar de una máquina de tren, le llegaba por su espalda  y lo sobresalto. El convoy se acercaba a un paso a nivel que  tenía 'unos metros más adelante. El penetrante y agudo pitido le puso en guardia, y pensando que aquel pesado y ruidoso transporte de carga, le sería un medio ideal  para los próximos kilómetros. Sin dudarlo ni un instante, se internó corriendo en la arboleda vecina en dirección a la casita del guardagujas que a \o lejos parecía solitaria. Después de seguir andando yunto a la vía algunos minutos más y llegar junto a ella, vio que tenía la puerta abierta, v que dentro, colgando de una percha, había algunas prendas de vestir, y una bolsa de tela, sin pensarlo, se introdujo en ella rápidamente, cmirando a su alrededor v con \ligereza, con gestos rápidos, cogió arabas cosas. Después salió corriendo y de nuevo se metió entre los matorrales. Algo más tarde, sentado en el suelo, v ha cubierto de Sol que en aquella hora del mediodía se hacía sentir, abrió la bolsa, v dentro, encontró lo que esperaba, el almuerzo del ausente empleado del ferrocarril.

Comió con avidez ante el temor de ser sorprendido en cualquier momento, después inspecciono las ropas que tenía en el suelo, junto a él, se trataba de una camisa, un pantalón v una vieja americana de talla muy parecida a la suya, esa era toda \a ropa que había encontrado. Rápidamente, se cambió de indumentaria, no sin antes sacar de los bolsillos de su uniforme de presidario, las cerillas y algunos cigarrillos sueltos que aún conservaba. Hizo una pelota con él, v después de esconderlo en una enorme y frondosa zarza, continuo su camino de nuevo yunto a la vía del tren, en dirección recta a su destino.
Reconfortado por la comida, v el placer de un cigarrillo, caminaba ahora con la colilla entre los labios, v con el andar resuelto, v decidido. Hacía ya algún tiempo que vagaba yunto a las traviesas de la vía, cuando el familiar sonido del tren que se acercaba por detrás de él, lo puso en alerta. Se escondió, espero, y cuando el pesado convoy pasaba a su altura, salto. Una vez arriba ya en la plataforma, se acomodó pensando que los ejercicios gimnásticos de la cárcel lo seguían manteniendo en forma. …………………………………………………...........................................................................................SEGUIRA.

Pag. n° 8

Habían pasado algunas horas desde que subido allí, permanecía agazapado en el suelo para no ser visto, y cuando aquel convoy de mercancías aminoro la marcha para entrar en una próxima estación, se preparó para saltar, espero, y cuando creyó encontrar el lugar adecuado lo hizo. Se lanzó cerrando los ojos, y dando con su cuerpo en el duro suelo del camino, levantándose rápidamente, se sacudió la tierra de la ropa y miré el lugar donde se encontraba.

Era. ya noche cerrada cuando empezó a caminar de nuevo dejando atrás los raíles y
mirando la ciudad que delante  se levantaba en medio de la oscuridad llena de luz y de letreros parpadeantes. Mientras se acercaba a los primeros bloques de casas, iba eligiendo los rincones más apartados y oscuros de las cales. No deseaba ser sorprendido, por nadie, ni ser retenido por nada, sus ansias por Hegar cuanto antes a su meta lo hacían seguir avanzando a paso ligero. Por las horas, ya avanzadas de la noche, las avenidas aparecía desiertas, y las podía cruzar sin ningún problema de ser visto.

El tiempo mientras, pasaba deprisa, y no estaba seguro de que aquella ciudad fuera la que andaba buscando pero instinto, le decía que si, pero a pesar de ello, miraba hacia todos los indicadores de las calles y las carreteras, esperando encontrar su nombre, el nombre de la pequeña ciudad escrito en cualquier lugar para estar seguro, hasta que ni tan siquiera proponérselo llegó, en su continuo deambular, a una zona que le era desgraciadamente conocida. En aquella larga avenida en donde ahora se encontraba, fue en donde ocurrió, el tan desgraciado accidente que hoy le obligaba a bucear en la noche un cementerio, un desconocido cementerio donde seguramente habría una tumba vacía.

No tardo con su apretado caminar en dejara tras las iluminadas calles para salir a las afueras. Un desolado y solitario paisaje se abría ante él, y al no tener ninguna orientación se incline por seguir la carretera saliendo de la zona urbana y adentrándose en la lejanía. Convencido por su instinto que le decía que iba por el camino correcto, y se dejó llevar’ por su intuición y aunque no tenía indicio alguno de ello, estaba seguro de que el cementerio estaba cerca de allí. Perdido, pues en la negrura de la noche seguía y seguía, taladrando con la vista la oscuridad.

Al fin, a lo lejos, emergiendo en la distancia corno altas sombras más negras que la misma noche, los grandes cipreses del campo santo aparecieron como centinelas a su vista. Entonces se animó, con la perspectiva de acabar pronto, acelero el paso, y al poco llegaba al pie de una alta tapia que rodeaba el lúgubre recinto, y que le cerraba el paso, pensaba saltarla, pero que cuando vio la enorme altura de la pared, se desanimó. De pronto se encontraba con la imposibilidad de no poder entrar en el cementerio, y esa idea no la aceptaba. Tenía que entrar, aunque esto fuera lo último que hiciera en la vida.

Qué nervios!!  Salta la valla ya, joer!

Tomb escribió:Qué nervios!!  Salta la valla ya, joer!

¡¡¡jajajajajaj!!!!, espera que viene lo gordo.

Saludos

Pág. n° 9

Seguía Buscando con desesperación una abertura en la tapia por donde pudiera pasar, y rodeándola llego delante de las grandes puertas de la entrada, una vez allí siguió buscando recorriéndola de nuevo. Quería encontrar algún resquicio entre los ladrillos, pero lo único que consiguió fue llegar junto a la enferma rama de un árbol que lánguidamente caía junto al muro. Sin pensarlo dos veces, la asió con un rápido movimiento, y balanceándose cada vez con más brío, llego justo al borde superior del muro, y allí se agarró con fuerza. Una vez arriba, fue sujetándose a las enmarañadas enredaderas que lo cubrían, y fue descendiendo por el otro lado. Cuando calculo que estaba cerca del suelo, salto. El sonido del golpe lo amortiguo la arena húmeda por el rocío, pero aun así se extendió, viajo, e hizo eco en la enorme sala llena de cruces y tumbas, que como en un macabro desfile se alineaban en el suelo sembrado de malas hierbas  desbordadas en su abandono, y oscuras, y que se perdían a lo lejos adornando el cielo.

En aquella hora de la media noche el recinto aparecía con una soledad, y con un silencio que le hicieron estremecerse. Las tumbas se sucedían una a otras junto a los nichos, que cerca de las paredes subían hasta una altura de seis. Recorriendo con la vista las cercanías, se daba cuenta de que estaba irremediablemente solo, con su macabra idea. Lo que ocurriera aquella noche lo liberaría o, por el contrario, lo hundiría en lo más negro de los abismos. Intento serenarse, se imponía buscar la tumba de Marcel Bonett, pues este era el nombre del desgraciado que en ocasiones viajaba del otro mundo para visitarlo. Busco por entre los nichos algo para encender y darse luz y tuvo suerte, en un rincón abandonado, sucia y rota, encontró la mitad de una vela que encendió con una de las cerillas que le quedaban. Una vez la llama se hizo patente, se puso a leer con interés los nombres y las fechas de las blancas lápidas para orientarse. Por ellas supo, así, que los entierros de aquel patio se habían efectuado en el año 1967, pero él tenía que encontrar los de hacía dos años antes. Siguió buscando y la correlación de las fechas lo llevaron al patio de abajo en donde la oscuridad, y el macabro ambiente eran más patentes, y parecía que lo envolvía y lo atrapaba, Con la vela temblándole en la mano, y tiritando de miedo, bajaba las amplias escaleras que le aparecieron bajo sus pies, y a cada paso que daba, le suponía un gran esfuerzo. Sus pasos retumbaban como cañonazos en el tremendo silencio. De pronto extraños ruidos le tentaron de retroceder, pero siguió su camino venciendo el miedo, y bajando los escalones con sigilo. Se iba agachando al pie de cada tumba, mirando las cruces y leyendo, el año 1965. Se estaba acertando. Siguió con su tarea. La tumba que buscaba no tenía que estar muy lejos. El chirrido de una puerta al abrirse en la lejanía lo dejo helado, alguien había entrado al cementerio, o creía haberlo oído, pero de nuevo se hizo el silencio. Espero unos minutos, pero todo.....................................................................................................................................SEGUIRA

Pero sigue... qué va a pasar??

Tomb escribió:Pero sigue... qué va a pasar??

Pag. n° 10

A su alrededor todo parecía quieto, desolado, abandonado. Impasible y sereno, trágicamente silencioso, se movía por entre la densa oscuridad con el sigilo de un felino siguiendo en su tarea de ir leyendo los nombres de las sepulturas, y por fin, en un rincón del enorme patio, y con aspecto de abandono estaba lo que buscaba. Al llegar se quedó mirando la tierra oscura que cubría la tumba, que aparecía gris, húmeda, y casi cubierta por una multitud de hojas secas y muertas. Su total abandono era evidente.

A todo esto pensó que tendría la necesidad de alguna herramienta para realizar lo que se había propuesto, desenterrar el ataúd. Había que sacar de allí la tierra, por si es que dentro de aquel agujero había algún féretro. Sintiendo miedo, cansancio, y con la exigua veía a medio consumir, se dirigió hacia una pequeña casita blanca que destacaba bajo la escasa Luna en medio de las tumbas por su brillo. Llego y con la vista a su interior a través de una pequeña ventana, y por la que pudo ver dentro las palas y los picos de los enterradores.

Alumbrándose como pudo, y con un alambre del suelo, se fabricó una rudimentaria ganzúa con la que después de varios intentos, y recordando tiempos mejores, logro abrir el viejo candado de la desconchada puerta. Una vez dentro adelanto la vela para coger lo necesario. En ese preciso momento, otra vez creyó oír justo detrás de él, como si fueran los movimientos de alguien que se encontraba muy cerca. Estaba indeciso, y se quede quieto, sin moverse. El pánico que sentía le impedía volverse para enfrentarse a otra cosa que no fuera lo que había ido a buscar. Espero algunos minutos en aquella posición, sintiendo unos leves pasos que se fueron alejando, ,y perdiéndose en la lejanía.

Desechando la idea de que alguien lo estuviera espiando, y justificando los extraños ruidos a su creciente miedo, cogió rápidamente lo que buscaba, y se encamine de nuevo al lugar de antes, armándose de valor, y con la única idea de acabar lo más pronto posible. De vuelta a la tumba, caminaba temeroso, y con la llama de la vela temblándole en la mano. De pronto, cuando se encontraba a medio camino, sintió los pasos de alguien que lo seguía, Volvió la vista con valentía, y solo encontró la soledad que lo rodeaba, y las ramas de los cipreses que se balanceaban en la oscuridad al compás de una suave brisa que se había levantado, como avisándole de que no estaba solo.

Cuando algo más tarde llego a su punto de partida, dejo la temblante luz en el suelo y se puso a cavar con brío, con rabia, en el oscuro montículo de tierra.

Pag. n° 11

descargaba fuertes golpes con la azada, y a cada golpe le imprimía una rabia salvaje y contenida durante mucho tiempo, después con la pala sacaba la tierra removida. De esta forma fue minando y abriendo un cada vez mas grande agujero en la oscura masa terrosa. La furia que empleaba en los golpes, le hacían. sacar fuerzas de flaqueza, no sentía ni el cansancio, ni el hambre, ni la sed, a pesar de largas horas de ayuno, avanzaba hacia abajo deprisa, como si el llegar al fondo de la sepultura fuera lo Único que le importara en la vida. Al cabo de varias horas de frenético trabajo, llegó a tener a la vista las primeras tablas del ataúd.

La imagen de la oscura caja aumentó aún más su fuerza, y casi extenuado como estaba, siguió cavando sin cesar, y sin respiro hasta limpiar toda la tierra que cubría la tapa. Al agacharse y tener las oscuras madera delante de su cara, pensó, con temor, que ahora tendría que abrir la tapa del ataúd, que ahora tendría que enfrentarse a lo desconocido. Metido en el negro agujero, y se resistía a abrir el descolorido y agrietado  cajón. Permaneciendo quieto allí, de pie, sudando a chorros, y la respiración  jadeante, y sin saber qué hacer.

La luna llena desde las alturas lo contemplaba con una irónica sonrisa, mientras que él se preguntaba lo que  haría si dentro de aquellas cuatro tablas no había nada. Ideas como estas se agolpaban en su mente, confundiéndolo y aturdiéndolo de tal forma que en algún momento estuvo tentado de saltar fuera de allí, y salir corriendo. Pero no, su determinación era ciega y no se dejaría abatir por el miedo. Un sudor frío le mojaba la frente cuando en un gesto decidido metió la pala entre las tablas y al hacer palanca el chasquido que se produjo le sorprendió dé tal forma que instintivamente se echó para atrás. Luego, animándose interiormente, y temblando, metió los dedos en la abertura, y tiré hacia si, la tapa al desencajarse, crujió, y se partió en mil pedazos, seguidamente y con febril movimiento, aparto las podridas maderas y al momento un nauseabundo olor a podrido le dio de lleno en la cara.

Tapándose instintivamente con una mano, la boca, arrimo con la otra, la luz al fondo de la caja, y la temblorosa llama, les descubrió una fea y pelada calavera, de un descompuesto cadáver, con la piel pegada a los huesos y los jirones de ropa podrida esparcidos por entre el esqueleto desnudo y roto. Los miembros aparecían pelados de toda carne, y retorcidos, como quemados. Asqueado aparto la cara con ganas de vomitar. Pero a pesar de todo se quedó allí, sin fuerzas, sin aliento, exhausto, pero con una helada mueca de satisfacción, dibujándosele en la cara. ………………………………………………………………………………………………………………………………CONTINUARA

Pag. N° 12

El mundo se había detenido, el tiempo no existía, la noche era ahora una sombra quieta que le envolvía como en un suave y confortable manto.  Y ya el pobre y escaso trozo de vela, había acabado por extinguirse. Allí, de cualquier forma tirado entre la tierra, y las maderas rotas, se sentía feliz como nunca, con una serenidad perdida hacía años. Empezaba para el un nuevo ciclo, una nueva vida, porque todo su pasado, aquellas apariciones, aquella cara cadavérica, aquellas manos huesudas, esqueléticas, aquel abrigo negro de una mortaja permanente en su cerebro, habían sido apariciones, espejismos, visiones fruto de su mente enferma.

Ahora ya estaba convencido, y ya no había duda porque la víctima de su antigua locura estaba allí enterrado para siempre. Más sereno, y algo descansado después de su genética lucha por desentrañar un misterio ya desvelado, se dispuso a salir de allí, a incorporarse, pero al hacerlo, un sonido no muy lejano le detuvo antes de acabar el movimiento. Agachado reconoció aquel ruido. Algo o alguien había movido la pequeña puerta de la caseta de las herramientas de los enterradores, y el oxidado candado, al chocar con la madera agrietada, había resonado en todo el cementerio. Cualquier pequeño sonido que se producía se amplificaba, resonaba, y viajaba haciendo eco por los amplios patios desolados. El interno, fugado para encontrar su libertad interior, continuaba allí dentro, agachado y pendiente de cualquier nuevo sonido. Pero el tiempo pasaba y el silencio se hizo de nuevo dueño de aquel cementerio. De un salto y agarrándose a las piedras que sobresalían en las paredes del agujero, salió al aire de la noche que le pareció nuevo y reconfortante, y ya se disponía a emprender el camino de regreso para huir para siempre de allí cuando el ruido de unos pasos acercándose a su espalda le hicieron estremecerse y taladrar con su vista las oscuras cercanías.

No se veía gran cosa, a pocos pasos y las altas lapidas y cruces impedían ver mucho más, solo la blancura de las paredes de la caseta lejana, resaltaba a lo lejos. Ruidos, fruto de su miedo o de ratas, no le importaba, había que irse de allí, y ya se disponía a mover una de sus piernas, cuando algo en su cabeza estallo, y al instante sintió la tierra en sus labios y que un reguero de sangre caliente que bajaba por la cara, el golpe de una pala dado con tremenda fuerza en su cabeza, le había abierto una enorme y fatal brecha por la que se desangraba por momentos.

Poca conciencia le quedaba al intruso del cementerio, la suficiente para ver que una diabólica cara de pómulos salientes cerca de sus ojos que  le sonreía, y que unas manos esqueléticas salidas de las mangas de un abrigo negro, dejaban caer una ensangrentada pala junto a él. Después la nada dc la muerte le invadió…………………………………………………………………………………………............................................... CONTINUARA O NO, DEPENDE, SIEMPRE DEPENDE, QUE SEGÚN COMO LO MIRE SIEMPRE DEPENDE .

Me ha gustado mucho, me has hecho temblar de miedo.

Tomb escribió:Me ha gustado mucho, me has hecho temblar de miedo.

Que bueno era en mis tiempos de desear ser escritor, un montón de relatos cortos nacieron en esa época, y hoy no me queda imaginación ni para hacerme un bocadillo variado.

No somos na.

Pag. n° 13

La tímida claridad del comienzo de un nuevo día comenzaba a hacer huir a las negras brumas que inundan la vecina ciudad. La claridad da paso a unos tímidos rayos de Sol que se meten por los rincones y las ventanas de unas casas señoriales de las afueras. En una de ellas, en la amplia sala de estar que se divisa a través de los ventanales brillan las cálidas llamas de un hogar encendido. En la percha de una empapelada pared cuelga un abrigo negro manchado en sus bajos de un oscuro barro. Los muebles son distinguidos y sobre algunos de ellos, y colgados en las paredes, se ven abundantes fotos enmarcadas. Son fotos de dos niños, de dos hombres, de dos seres que son totalmente iguales en todos sus rasgos y cuerpos. Son gemelos tan iguales que parece que uno se mira en el espejo del otro, pero su aspecto es débil, enfermizo, esqueléticos, como portadores de alguna enfermedad hereditaria.

Un hombre de aspecto esquelético  destaca en la estancia, y con cuya sombra juegan las llamas en su crepitar, está de pie, frente al fuego. Se diría que pretende descifrar con la vista el mensaje de las llamas, luego con pasos cortos, silenciosos y felinos se acerca a una mesa en donde en un dorado pulido e impecable rotulo resalta las letras de un nombre, Gerad Bonet.. Luego parece que vuelve a releer los recortes de periódicos atrasados de la mesa, estos están esparcidos de cualquier forma sobre el cristal de su superficie.

Montones de recortes de noticias que hablan de un suceso, de juicios, de una sentencia, y de la fuga de un preso condenado en una cárcel lejana. Mientras, mira sin ver con aquellos ojos como de cristal incrustado en un cadavérico rostro. Piensa que al fin ha vengado a su hermano, y una helada sonrisa parece darle vida a unos labios mortecinos. Su querido hermano asesinado vilmente en una calle cualquiera de la ciudad, ha sido vengado. Al final, al cabo de los años, su hermano estaba justamente vengado, y él ya podía acabar sus escasos años de vida, satisfecho, porque el asesino quedaba enterrado junto a él, haciéndole obligada y eterna compañía.

FIN.

Rocinante                    (Registrado, todos los derechos reservados)

Ah, que todavía no había terminado, así que era verdad que veía a un muerto, pero no era un muerto, era su hermano gemelo. Nunca lo hubiera pensado.