¿Qué habremos hecho mal?
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¿Qué habremos hecho mal?
¿Qué habremos hecho mal?
Quizás esta pregunta se la hagan miles de padres ante la perspectiva de unos hijos, con edades de ser adultos, y que tienen comportamientos de adolescentes o de niños. Pueden que se pregunten también qué les pasa, ya que sus hijos siempre han tenido todo cuanto necesitaban, que hicieron grandes sacrificios para darles lo que ellos nunca tuvieron, sin embargo los ven inmaduros e insatisfechos. Y la respuesta la tiene delante de sus ojos aunque no la quiera ver.
Son inmaduros porque son hijos que viven acomodados y no quieren crecer, viven sin responsabilidades; son felices teniendo lo que desean y haciendo aquello que quieren; no se plantean, por tanto, abandonar la vida de niño; entienden, pues así lo han comprendido —y es verdad— que la vida de adulto requiere esfuerzos, sacrificios, cuando no acarrea problemas que nos hacen sufrir.
Psicológicamente es lo que se conoce como “síndrome de Peter Pan”. Se les ha enseñado a vivir en una vida irreal como si este mundo fuera la isla de Nunca Jamás.
Todo niño debiera aprender a asumir sus responsabilidades de acuerdo con la edad que tiene, pero son muchos los padres que evitan esto pensando que su hijo será más feliz si la vida les resulta más cómoda y placentera. Grave error paterno, porque para que un niño sea feliz, al igual que un adulto, debe verse capaz de resolver sus problemas. Problemas que a la edad de un niño serán insignificantes, pero que van madurándolo conforme él mismo se da cuenta que es capaz de resolverlos; esto le da seguridad, se sienten capaces en vez de incapaces, aprenden a asumir sus consecuencias, o sea, van adquiriendo experiencias que les hace emocionalmente más maduros y se van preparando para la vida real.
Si no les ayudamos a crecer y madurar, les colocamos la alfombra roja para que sufran, en la adolescencia o quizás más allá, el “síndrome de Peter Pan”, como el conjunto de características que padece la persona que no sabe, o no quiere, aceptar sus obligaciones propias de la edad adulta, con el consiguiente problema posterior de no poder desarrollar los roles naturales de padre, pareja, trabajador, etcétera, que se esperan de la persona según su ciclo vital o circunstancias personales.
El perfil actual de nuestro Peter Pan de hoy, es mayoritariamente un joven u hombre adulto con una vida social propia de un adolescente; no quiere asumir responsabilidades; sólo piensa en el ocio y el divertimento sin tener en cuenta las consecuencias futuras, para él, de sus propios actos. En definitiva es un adulto inmaduro emocionalmente y no está hecho para la vida adulta por su carencia de todo compromiso.
La diferencia entre una persona madura y otra que no lo es radica, principalmente, en el hecho de saber compaginar entre lo que uno quiere hacer y lo que uno debe hacer.
Además de las obligaciones paternas de educar a sus hijos en valores, y esta enseñanza debe figurar entre ellos, también desde los Gobiernos en materia de educación escolar debe profundizarse. Hay que hacer hombres y mujeres para el mañana; es la obligación de todo padre, de todo tutor, de todo maestro, en definitiva de toda la sociedad. Hay padres que han criado pequeños monstruos llenos de egoísmo, repletos de ignorancia de lo que representa la vida real.
Por supuesto, para que no hayan malas interpretaciones, que toda enseñanza debe ir acompasada según las edades; es lo que creo y les aseguro que como padre creo que cumplí. Lo digo, con orgullo, porque el fruto de ese empeño lo he visto en mis hijos y éstos, también, han hecho de esas enseñanzas que les transmití, una cadena en sus obligaciones como padres.
Son inmaduros porque son hijos que viven acomodados y no quieren crecer, viven sin responsabilidades; son felices teniendo lo que desean y haciendo aquello que quieren; no se plantean, por tanto, abandonar la vida de niño; entienden, pues así lo han comprendido —y es verdad— que la vida de adulto requiere esfuerzos, sacrificios, cuando no acarrea problemas que nos hacen sufrir.
Psicológicamente es lo que se conoce como “síndrome de Peter Pan”. Se les ha enseñado a vivir en una vida irreal como si este mundo fuera la isla de Nunca Jamás.
Todo niño debiera aprender a asumir sus responsabilidades de acuerdo con la edad que tiene, pero son muchos los padres que evitan esto pensando que su hijo será más feliz si la vida les resulta más cómoda y placentera. Grave error paterno, porque para que un niño sea feliz, al igual que un adulto, debe verse capaz de resolver sus problemas. Problemas que a la edad de un niño serán insignificantes, pero que van madurándolo conforme él mismo se da cuenta que es capaz de resolverlos; esto le da seguridad, se sienten capaces en vez de incapaces, aprenden a asumir sus consecuencias, o sea, van adquiriendo experiencias que les hace emocionalmente más maduros y se van preparando para la vida real.
Si no les ayudamos a crecer y madurar, les colocamos la alfombra roja para que sufran, en la adolescencia o quizás más allá, el “síndrome de Peter Pan”, como el conjunto de características que padece la persona que no sabe, o no quiere, aceptar sus obligaciones propias de la edad adulta, con el consiguiente problema posterior de no poder desarrollar los roles naturales de padre, pareja, trabajador, etcétera, que se esperan de la persona según su ciclo vital o circunstancias personales.
El perfil actual de nuestro Peter Pan de hoy, es mayoritariamente un joven u hombre adulto con una vida social propia de un adolescente; no quiere asumir responsabilidades; sólo piensa en el ocio y el divertimento sin tener en cuenta las consecuencias futuras, para él, de sus propios actos. En definitiva es un adulto inmaduro emocionalmente y no está hecho para la vida adulta por su carencia de todo compromiso.
La diferencia entre una persona madura y otra que no lo es radica, principalmente, en el hecho de saber compaginar entre lo que uno quiere hacer y lo que uno debe hacer.
Además de las obligaciones paternas de educar a sus hijos en valores, y esta enseñanza debe figurar entre ellos, también desde los Gobiernos en materia de educación escolar debe profundizarse. Hay que hacer hombres y mujeres para el mañana; es la obligación de todo padre, de todo tutor, de todo maestro, en definitiva de toda la sociedad. Hay padres que han criado pequeños monstruos llenos de egoísmo, repletos de ignorancia de lo que representa la vida real.
Por supuesto, para que no hayan malas interpretaciones, que toda enseñanza debe ir acompasada según las edades; es lo que creo y les aseguro que como padre creo que cumplí. Lo digo, con orgullo, porque el fruto de ese empeño lo he visto en mis hijos y éstos, también, han hecho de esas enseñanzas que les transmití, una cadena en sus obligaciones como padres.
EL POSTIGUET- Mensajes : 6448
Fecha de inscripción : 24/06/2021
Edad : 88
A MagAnna le gusta esta publicaciòn
Re: ¿Qué habremos hecho mal?
Ah! Pues aquí también pondré el vídeo de mi admirado juez Calatayud!
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«Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee.» – Isaiah 26:3
MagAnna- Mensajes : 8280
Fecha de inscripción : 06/12/2020
Localización : Pero qué alcahuete es esto!!
Giordano Bruno de Nola- Mensajes : 37761
Fecha de inscripción : 07/12/2020
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Localización : México
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