¿Bailamos sevillanas o sardanas

Catalunya – Andalucía

No cabe duda de que España, como seguramente en todos los Estados del mundo, tiene entre sus comunidades, regiones o naciones, grandes diferencias.

Hoy comentaré sobre Catalunya y Andalucía en el sentido del empleo, tan importante como fuente de ingresos para personas y familias.

Catalunya en el mes de junio pasado ha aumentado sus puestos de trabajo en 9.950, por contra, Andalucía los ha reducido en 6.300, creando más paro del que ya tiene. La diferencia entre sumar 9.950 y restar 6.300, es de -16.250, casi nada en una comunidad, la andaluza, que es donde el paro es mayor, y especialmente entre los jóvenes.

Crear empleo no está solo en mano las administraciones, ya que éstas solo lo hacen en empleos públicos por lo general, sino que ha de ser la propia sociedad quien los genere, partiendo de empresarios, autónomos, etcétera. Al parecer, en un mes donde se necesita mano de obra para la industria turística, Andalucía ha dado un gran paso atrás.

Mi comentario va hacia una política andaluza, hoy en declive, en donde en su propia tierra la han echado a patadas como vulgarmente se dice, desapareciendo como grupo político, la señora doña Inés arrimadas de Ciudadanos, jerezana de altivez, e inservible para la buena política. Su obsesión por ser la Virreina de España en Catalunya, nación española que no le pidió su asistencia, fracasada allí igualmente, y trasladada a Madrid con urgencias en busca de alguna migaja del cacho a repartir, ha ido de mal en peor, y es que lo que no entienden algunos politiquillos es que hay algo más que una bandera o arrancar un lazo amarillo, y es hacer políticas de verdad, que para las operetas bufas ya existen teatros en España.

Es verdad que su arribada a Catalunya como Virreina de España, entró como el Mesías en Jerusalén con palmas y olivos. Gentes allí residentes procedentes de la España “española”: la propia Andalucía, Extremadura, La Mancha... la acogieron como “la salvaora” del peligroso ente catalán en Catalunya, su lengua, su cultura, su laboriosidad, y esa inolvidable idea de recuperar sus fueros, su soberanía. Arrimadas venía a ser la evangelizadora que al pisar playas catalanas, con el pendón de Castilla por delante, pretendiera engañara a los “catalanitos” con espejos y bolitas de cristal a cambio de su docilidad. ¡Qué estupidez pensar eso de una nación comprometida con sus esencias!

Y la Virreina tuvo que huir de allí a pesar de sus adoradores nocturnos. Así es la vida.

En otro hilo —éste humorístico—, aconsejada a la señora jerezana intentase conquistar Navarra, ahora con los sanfermines y los navarros casi adormilados por el rico y placentero chacolí. Pero, sin bromas, debiera dirigirse a su Andalucía, para intentar, al menos, que cada día allí el paro descienda, que haya trabajo, riqueza y menos necesidades. Y que los catalanes (por malos) se arreglen ellos solos, que así lo llevan haciendo cientos de años, y no les va tan mal: Catalunya el 10,1% de paro, Andalucía el 20,4% y entre los jóvenes menores de 20 años, asciende al doloroso y triste nivel del 53%.

¿Bailamos sevillanas o sardanas, doña Arrimadas?

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