Las raíces de los pueblos...

Son palabras pronunciadas hace días por el presidente de la Federación de las Casas Regionales sitas en Alacant.

Alacant, ciudad y provincia, es lugar de acogida, donde muchos españoles han acudido en busca de un porvenir mejor. Actualmente hay cerca de 200.000 personas, originarias de otros lugares del Estado aquí residiendo, de tal manera que se organizan, por lugar de origen, en Casas Regionales. Entre ellas cabe destacar la Casa Regional de Andalucía, la más numerosa, y con diversas sedes en la capital y poblaciones importantes; el Centro Gallego; el Centro Asturiano; el Centro Aragonés; la Casa de Melilla, la Casa de Castilla-León y la Casa de Castilla-La Mancha, además de varias asociaciones manchegas, como la Asociación de Hellineros; la Peña de Amigos de El Bonillo; Los Amigos de las Casas Colgadas de Cuenca, y otras menores.

De hecho existen barriadas cuyos habitantes lo eran únicamente oriundos de La Mancha, tanto es así que hace años corría por la ciudad el chiste donde se preguntaba que cuál era el mejor detergente del mundo, y se respondía que “Alacant, pues había conseguido limpiar la Mancha”.

A estos centenares de miles personas nadie les ha pedido que renuncien a sus orígenes, si acaso que, sin pérdida alguna de su identidad, se integren en nuestra cultura y manera de ser, y ciertamente en algunos se ha logrado, así los vemos en organizaciones culturales, deportivas, festivas, etcétera propias de la tierra de acogida, al margen de que celebren sus días con pasacalles mostrando sus trajes regionales, músicas, bailes, y otros, que dan colorido a la ciudad. Pero ciertamente, también, los hay que, beneficiándose de la acogida, de una ciudad y provincia abierta, de progreso, en donde algunos han instalado sus propios negocios, otros se han empleado en lugares públicos, otros como trabajadores por cuenta ajena, pretenden que la cultura alicantina desaparezca, y sea la de ellos, impuesta, la que predomine. En ocasiones hasta se atreven a decir, con descaro y sin pudor, y por supuesto con maldad o ignorancia, que en Alacant nunca se ha hablado el valenciano o catalán, y es porque, a diferencia de los nacionalistas catalanes (de ahí que los envidie) en Catalunya no han cedido a imposiciones foráneas.

¿Cómo dice el presidente de estas Casas Regionales, “Cuando una comunidad pierde sus señas de identidad, se queda sin alma, pierde su esencia. Nuestra obligación es velar por mantener vivas nuestras raíces”, y algunos de los llegados son incapaces de entender que los alicantinos estamos en nuestra casa, y con mayor motivo tenemos la obligación de velar y mantener vivas nuestra raíces y tradiciones? Si no vamos contra la de ellos, que son foráneas, ¿cómo desprecian las nuestras? Desgraciadamente, por ser excesivamente tolerantes, por no imponer nuestra cultura sobre los que llegan de fuera, llegados voluntariamente pues nadie los ha obligado a venir, parece que sí se pierde. Pero lo curioso es que los que no se integran son precisamente los llegados de otras latitudes españolas, mientras que los llegados de otras naciones, y muy particularmente de Sudamérica, sí se integran con facilidad.

Para que se hagan una idea, y visto con simpatía por los alicantinos, la Diputación Provincial dedica un día al año denominándolo “Día de los alicantinos de adopción” para que salgan a la calle y muestren a los demás sus particularidades festivas y otras. Y es que, sin duda, hay maneras de ser muy diferentes entre los españoles; en algunos la prepotencia y vanidad les pierde, y si ello va unido a la ignorancia, aún más.

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