¿Dos hijos?

EL POSTIGUET escribió:


¿Dos hijos?

Aquel matrimonio compuesto por una bellísima joven y un hombre ya entrado en años, de aspecto bondadoso y de una completa serenidad ante tanta adversidad que encontraban a su paso, meditaban acerca de tener un solo hijo, el que ella estaba esperando, o bien aumentarlo posteriormente con otro más y formar esa parejita que es el deseo de tantos matrimonios en el mundo.

La mujer, que como ya hemos dicho era joven, podría tener no sólo uno, sino los que quisiera, pues a la juventud y belleza ya descritas unía una gran salud y fortaleza física. Él, por el contrario, ya notaba el paso de los años, y aunque no quería desilusionar a su joven esposa, pensaba que dos hijos serían una carga excesiva ante los tiempos difíciles que se avecinaban.

Los dos se dirigían hacia la gran ciudad para resolver un asunto de papeles. Ella lo hacía montada en un borriquillo y él andando junto a ella como correspondía a un marido que cuidaba con todo el esmero del mundo a su querida esposa.

En un momento de su caminar, y después de un largo tiempo de meditación, dirigiéndose a la mujer el hombre así le dijo:

—Decididamente no tendremos más que un hijo.

Ella le miró extrañada y con sus grandes ojazos le demandó una explicación que no llegaba a entender.

—Ya ves lo cruel que es el mundo —continuó diciendo el hombre—, lo injusta que es la sociedad y lo mal que se está portando con nosotros. Tener dos hijos, mi querida esposa María, significa darle al mundo la oportunidad de tener dos Navidades, y tanta felicidad no se la merecen.

—Sí, José, amado esposo, creo que tienes razón— le contestó la joven esposa mientras acariciaba su abultada barriga donde un niño que sería muy famoso jugueteaba en su interior.

Porsituquieressaber escribió:¿La gente es feliz en Navidad?

EL POSTIGUET escribió:


¿Dos hijos?

Aquel matrimonio compuesto por una bellísima joven y un hombre ya entrado en años, de aspecto bondadoso y de una completa serenidad ante tanta adversidad que encontraban a su paso, meditaban acerca de tener un solo hijo, el que ella estaba esperando, o bien aumentarlo posteriormente con otro más y formar esa parejita que es el deseo de tantos matrimonios en el mundo.

La mujer, que como ya hemos dicho era joven, podría tener no sólo uno, sino los que quisiera, pues a la juventud y belleza ya descritas unía una gran salud y fortaleza física. Él, por el contrario, ya notaba el paso de los años, y aunque no quería desilusionar a su joven esposa, pensaba que dos hijos serían una carga excesiva ante los tiempos difíciles que se avecinaban.

Los dos se dirigían hacia la gran ciudad para resolver un asunto de papeles. Ella lo hacía montada en un borriquillo y él andando junto a ella como correspondía a un marido que cuidaba con todo el esmero del mundo a su querida esposa.

En un momento de su caminar, y después de un largo tiempo de meditación, dirigiéndose a la mujer el hombre así le dijo:

—Decididamente no tendremos más que un hijo.

Ella le miró extrañada y con sus grandes ojazos le demandó una explicación que no llegaba a entender.

—Ya ves lo cruel que es el mundo —continuó diciendo el hombre—, lo injusta que es la sociedad y lo mal que se está portando con nosotros. Tener dos hijos, mi querida esposa María, significa darle al mundo la oportunidad de tener dos Navidades, y tanta felicidad no se la merecen.

—Sí, José, amado esposo, creo que tienes razón— le contestó la joven esposa mientras acariciaba su abultada barriga donde un niño que sería muy famoso jugueteaba en su interior.



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Parzival escribió:¿Qué tal si el otro hijo resultaba ser un hijo descarriado, de esos vagos e irredentos tabernarios? Debieron de haber probado y tal vez sus evangelios estuvieran llenos de risa y destrampe, de voluptuosidad y sensualidad, de desenfreno y de fiesta.