El pozo...

Tenía una semana de vacaciones y decidí irme al campo, siempre me había atraído la vida rural y alquilé una casita de campo para disfrutar de la naturaleza. Llegué a media mañana y después de instalarme fui a darme una vuelta por el terreno que había alrededor de la casita. Hacía un día maravilloso y lucía el sol. Encontré un manzano cargado de manzanas, tomé una y se me cayó de las manos, rodó bajo mis pies y se paró contra un pequeño muro cubierto de hiedra, al recogerla me di cuenta de que era el muro de un pequeño pozo que estaba tapado por un trozo de madera. No le di importancia y seguí disfrutando de mi paseo.

Se me pasó el tiempo rápidamente y ya después de cenar me dispuse a descansar y pasar mi primera noche sola en mitad del campo. No tardé en dormirme pero al ratito me despertó un gemido, era como el llanto de un niño y venía desde fuera de la casa, pero enseguida dejé de oírlo. Ya no podía dormir, miré la hora y eran las dos de la madrugada. Me levanté para tomarme un vaso de leche y cuando me iba a volver a acostar volví a oír el gemido. Salí afuera y comprobé que la bombilla que había encima de la puerta estaba fundida. No tenía linterna y usé la aplicación de linterna del móvil.

El gemido venía de donde estaba el manzano y conforme me acercaba lo oí más claro, no era el llanto de un niño, era un aullido. De repente se calló, el silencio era sepulcral, iba a darme la vuelta cuando oí crujir la madera que tapaba el pozo, me quedé petrificada al ver que se movía y que una mano manchada de barro aparecía y el aullido sonó en aquel silencio de un modo atronador. Salí corriendo y cuando iba a entrar en la casa me di cuenta de que se había cerrado la puerta y no llevaba la llave. Eché a correr hacia la carretera mientras oía como alguien o algo me seguía. No sabía qué hacer, iba en camisón y zapatillas, corría sin rumbo y me empezaba a faltar el aire. El cielo se cubrió de nubes y empezó a llover. El pelo me cubría la cara y apenas veía la carretera. De pronto aparecieron los faros de un coche, le hice gestos para que parase pero quizá no me vio y me arrolló.

Al día siguiente en el periódico apareció una pequeña noticia que decía: "LA CHICA DEL POZO ARROLLADA POR UN COCHE. POR FIN EL PUEBLO PODRÁ VOLVER A DORMIR TRANQUILO".