Buenos días Sra. Maria y la compañia

Hoy lunes que te despierta con ese aire calentón, y con el sudor que empieza a acompañarte durante todo el día. El sábado noche estuvimos de quedada, en la playa, los viejorros  de la tercera edad, y se estaba tan bien que nadie quería irse , es que entre el rumor de las olas, y el fresquillo que te corría por todo el cuerpo, daban ganas de quedarse a vivir allí, aunque muchos de acampada ya lo habian hecho y las tiendas crecían en la arena aquí y allá.

Por cierto no se si fuimos espectadores involuntarios de algún crimen en la noche veraniega, y playera, porque desde de dentro de una tienda cercana se escuchaban gemidos, ayes, y ahogos como de ansiedad. Y la noche siguió, y en la inmensidad del cielo, y al contrario que en la ciudad, aparecieron cientos d estrellas que nos decían que del sitio que veníamos estaba contaminado y asfixiante.

Y primero cayo y se agosto el tinto de verano, y la sangría, luego la cerveza sin alcohol y las litronas con alcohol y chupitos incluido, y la noche siguió entre animada charla todas de recuerdos de lo que han vivido tiempos pasados. Y ya fuera por las bebidas, Unos se pusieron nostálgicos, otros simpáticos y hasta violentos otros cuándo no le parecía bien algo de lo que había dicho otro.

Y la noche siguió hasta que el alba asomando en la lejanía nos aviso y nos devolvió a la realidad de un nuevo día que se acercaba
y nos fuimos incorporando cada cual con sus protestas para ese cuerpo que se rebelaba a la humedad y al relente marinero y cogiendo cada uno sus bártulos, recogimos la basura y aun oscuro cada cual se metió en su carroza contaminante para dirigirnos
de nuevo a la ciudad.