Sobre cistercienses y beguinas

Dejaré mis anotaciones sobre un movimiento cristiano que sí demostró ser algo más interesante que lo que nos han acostumbrado a concebir dentro de los cristianismos actuales como 'cristianismo' debido a las herencias socio-culturales de la Modernidad; empezando con unas anotaciones de la introducción de Zum Brunn a la mística del amor en "Mujeres Trovadoras de Dios", y, "Pensar en la Edad Media" de Alain de Libera: cap.VI de p.231 a 248.

Desde nuestra época aún subsisten prejuicios sobre lo que subyacía en el período Medieval, y de este blindaje que gira en torno al pensamiento en la Edad Media es que el texto de Alain de Libera viene a dar cuenta. En el capítulo sugerido por ejemplo expresa sobre la representación de la modernidad sobre la espiritualidad medieval: "predicadores fallidos y obscenos confesores", pues claro, la mística trata del cuerpo y los místicos tienen que ver con el sufrimiento, el deseo y el sexo; Nietzsche denominaba "ideales ascéticos" a este tipo de forcejeo con los instintos, donde aún habiendo una negación hacia cierta parte del cuerpo, siempre se experimenta con el cuerpo ese campo de batalla de las sensualidades (Genealogía de la Moral, Tratado Tercero); Alain señala ésto como "la forma más perversa de autoconcuspiscencia".
Habla de un dispositivo que alimentó el estereotipo donde la idea sexual es el centro de la naturaleza mental de la mujer, disponiendo en el rol teológico al hombre, y en la mística a lo femenino: el cuerpo místico "es en la Historia un cuerpo de mujer" (p.232); una separación que el autor señala como peligrosa. Pero el término "místico" -dirá él- es equívoco.

En la Edad Media "místico" es la calificación de un tipo de teología: "el alma conocía a Dios al dejarlo ser lo que él es", es una unión con lo que está más allá de toda esencia y conocimiento. No se habla de hombres cuando en dicha época se aborda 'la mística medieval' sino hasta el siglo XIV con la llegada de la "mística renana". El teólogo viene a ser un gestor de los instintos que le indica a la mujer cómo interpretar las pasiones en su cuerpo. Pero también aparecen transgresores como Eckhart que se salen de los discursos aceptados por sus contextos sociales, llegando a ser señalados de heréticos y blasfemos por cuestionar con sus perspectivas aspectos de las realidades cristianas; que en el caso de éste, fascinado por el no-saber de las mujeres, aparece en la Bula de Juan XXII como "alguien que ha querido saber más de lo conveniente" (p. 237).

En 1313, Eckhart tiene la misión en Estraburgo de dirigir la espiritualidad de una basta población femenina. Se generó un movimiento de mujeres, sin regla definida de vida, sin revindicar la autoridad de ningún Santo fundador, sin buscar autorización de la Santa Sede; no buscaban patrones ni prometían beneficios, pues, una apuesta al acontecimiento. Semejante desterritorialización religiosa sería vista por el poder de turno (la Iglesia) como una amenaza: los sacerdotes perdían a sus parroquianas, los padres perdían a sus hijas y los hombres a sus potenciales esposas. El papa así sugirió "convertirlas en esposas o enviarlas a una Orden establecida", o sea, claramente una estrategia de reterritorialización para encaminar los flujos espirituales que se desbordaban por esa línea de fuga, una situación similar a la que se vio sujeta la Iglesia frente a la aparición de los benandanti. Pero a las beguinas se les prohibió su modo de vida finalmente (p.240), por no doblarse a la norma imperante del poder vigente (medida anti-eckhartiana de 1329).

En los ejemplos de Katrei así puede verse como la narración de los Hermanos y Hermanas del Libre Espíritu no acataban a los requerimientos de la Iglesia como institución y se alejan de frecuentar sacramentos, tenían otras formas de habitar su espiritualidad, de experimentar con sus cuerpos para hallarse en lo divino (el "devenir Dios" de la misma Katrei, por ejemplo, donde todo lo que está en Dios es Dios). Para la tradición teológica de los Padres latinos, la Nada es un mal, una corrupción, lo sensible y corporal, lo que se degenera; para Katriei en el ejemplo donde encara al confesor es al contrario, debajo de la nada creada está la nada divina:
«Ningún alma puede entrar en Dios antes de haber devenido Dios, de modo que era Dios antes que fuese creada»

En "Mujeres Trovadoras de Dios" Brunn trae la opinión de Lamberto al respecto de las beguinas, donde trata de explicarse cómo sucede que las mujeres que nunca leyeron letras o "de ignorancia completa" pueden comprender y expresar mejor que los hombres -dotados e instruidos en cosas del espíritu-  las realidades espirituales. Lamberto dirá que justamente como son de comprensión simple, espíritu más débil y su corazón es dulce, entonces su interior es más fácil de iluminar. Si bien los escritos de esas mujeres asombraron a sus contemporáneos, tendrán como éste muy pocos reconocimientos en su tiempo. También llegó a pasar que fuesen saludadas como "maestras" en un sentido más afín al de "maestro de vida" (Lebemeister) que, Eckhart solía colocar por encima del maestro lector de las Escrituras (Lesemeister); donde la diferencia sería una doctrina realmente vivida es mejor que una encerrada en el intelecto, o, como declaró un premonstratense de Toul citado por Brunn: "Los refinados maestros franceses son incapaces de tales realizaciones" aclarando que éstos se perdían en gritos, análisis y disputas, a diferencia de Hildegarda la profetisa del Rin, una mísica a la que llamó "mujer divina" que no acentuaba más que lo esencial, "Bebe de su propia plenitud interior y la vierte, a fin de aplacar la sed de los sedientos".

Hubieron varias corrientes de estas mujeres buscando cierta libertad y al mismo tiempo trayendo novedad, y de hecho el término "mística" debe entenderse diferente si según se trate de Hildegarda o de las místicas renano-flamencas, debido al cambio de mentalidades que hubo durante el paso de la alta Edad Media a los siglos XIII y XIV. Veían que el alma liberada no requería de formalidades, muy contagiadas por la premisa agustiniana de "Ama y haz lo que quieras". Pero la iglesia institucional en su conjunto vio demasiados peligros en esas novedades, y por eso impuso prohibiciones e Inquisición.
Brunn explica este fenómeno de mujeres espirituales por el contexto religioso, social y económico de dicho momento, ya que no cualquier mujer podía acercarse a ideas religiosas si no venía de cierto status o cumplía ciertas condiciones, y, ante ese vacío en el plano hegemónico, estaban las condiciones dadas para que pudiese emerger un flujo de personas generando sus propias narrativas y perspectivas a partir de la base cristiana. (p.21)

Según Hilderaga el alma en la cima de la visión se hace semejante a Dios, mientras que para las beguinas el alma es aniquilada para convertirse en "lo que Dios es". En la mística del abandono que proponían el alma no debe ya anhelar ningún bien finito, o sea deben ser "libres de sí mismas y de todas las cosas" aspirando a "ver sin intermediario lo que Dios es". Se trata de lo que mencioné sobre la anterior lectura en el primer post, de otra manera: la criatura debe despojarse de su ser propio, creado, separado, para recuperar su ser verdadero y no separado de Dios, increado.
El vaciamiento del alma o abandono de sí presuponen un anonadamiento motivado por el ascenso gradual del alma al encuentro místico con Dios. Vaciarse de sí es perder lo que ata al alma al exterior, y perder la refrencias ligadas al yo personal, para poder ser llenada o colmada de divinidad.
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Bibliografía:
1) https://smallpdf.com/es/result#r=6bcbc833563ca6ab48cc1c5bd7a746e2&t=share-document
2) https://smallpdf.com/es/result#r=ff69fbcd15ef84c5ebe28c629afa138b&t=share-document
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Félix Guattari ya dijo un día, que una vez comenzada la Modernidad no quedaría más nada interesante del cristianismo, sino meros lugares burocráticos a donde ir a hacer-la-del-jurista-de-los-versículos. Qué lastima que no se viene equivocando en nada ¡Por las barbas de Cthulhu! - pero bueh, justo antes lo previó el mismo Nietzsche en la Modernidad, el pobre Guattari sólo pudo corroborarlo.